viernes, 25 de mayo de 2018

REFLEXIONES SOBRE WOTANISMO, Y SOBRE UN FRACASO Y UNA LECCIÓN DE TÝR


Cinco meses llevo en silencio, y en parte este artículo va a explicar el porqué, aunque tal vez lo escriba como un desahogo ante acontecimientos recientes que han sucedido en mi vida. Y ya que me he decidido a redactarlo, trataré de paso que mis lectores puedan extraer provechosa enseñanza, como escribió Cervantes en su Rinconete y Cortadillo.
Para empezar sin rodeos, diré que acabo de desvincularme de la Comunidad Odinista de España-Ásatrú. Tras cinco años de membresía, una gran cantidad de experiencias increíbles y tras haber conocido una ingente cantidad de Odinistas y sus puntos de vista sobre la vida y la Fe, con la riqueza espiritual que tal conocimiento comporta, mi camino debe apartarse de dicha comunidad. Estos últimos meses han sido un hervidero de actividad frenética, en los que he debido volcarme al cien por cien en la organización. Mientras más me afanaba en aportar algo beneficioso con mi esfuerzo, más infructuoso y vano parecía el denuedo. Con el paso de las semanas mi ánimo se tornaba más sombrío; mi salud comenzó a verse afectada, mis relaciones personales se tensaron hasta un punto insoportable. Hace un par de días, estallé: sabía que iba a suceder tarde o temprano, y traté de controlarme hasta ese momento, pero era algo que debía pasar, y yo lo sabía. Ahora estoy mucho mejor, y aunque sigo bajo de moral también me siento revitalizado. Y es que, en ocasiones, olvidamos que los fines de ciclo siempre conllevan una gran batalla final, una explosión interna, que devasta nuestro ser en lo que a esa materia respecta. Pero entonces llega el inevitable renacer. Y en ello estoy. Si bien es cierto que parte de mí ha fallecido en este “micro-Ragnarök” individual, era necesario que así fuera para que el ciclo moribundo pudiera concluir y así dar paso a una nueva era, que ha empezado con quietud y calma, resonando aún los ecos del pasado conflicto espiritual.

La marca que no me permita nunca olvidar este episodio de mi vida

No voy a relatar aquí los pormenores de lo acontecido porque no creo que sean de interés. Baste decir que, hace unas semanas, se me encargó mediar en un conflicto determinado, en el que una de las partes implicadas era un grupo de Odinistas que practican esa rama de nuestra Fe que denominamos Wotanismo: en un viejo artículo ya la mencioné de pasada (y os dejo aquí el enlace por si queréis ojearlo: Éste es el enlace). Sea como fuere, me esforcé al límite en resolver dicha disputa, puesto que todos los implicados eran miembros de la Comunidad,... y fracasé estrepitosamente.
La pregunta más obvia que puede uno hacerse en este punto del relato es: ¿qué es el Wotanismo? Muchos tenemos una visión bastante generalista de esta rama del Odinismo, y, siendo yo consciente de mi ignorancia, decidí documentarme para poder tratar el tema de modo apropiado. Y a la vista está que lo hice rematadamente mal. Aún así, he aprendido algo sobre el Wotanismo, y querría compartirlo con vosotros, para después poder ofreceros mi punto de vista concluyendo el relato de mis desventuras.
En un primer momento, toda aquella persona que indaga un poco en el término puede concluir que el Wotanismo es una rama Odinista centrada en el llamado “supremacismo ario”. Sin necesidad de continuar exponiendo razones, más de un@ pensará “bueno, bastante malo es ya de por sí tener que confraternizar con gente que piensa de este modo”. Dadme unas líneas más para profundizar en la materia.
Me considero una persona poco prejuiciosa en lo que a política se refiere. Respeto mientras me respeten, y creo que cualquier ideología puede ser defendida y argumentada si quien la esgrime es un ser humano dialogante. Además, pensaba yo, esto es Religión, y no política. Se puede separar. Si yo lo he hecho, cualquiera puede hacerlo.
No sabía lo equivocado que estaba.
La fusión entre “fe” y política es completa en el Wotanismo: no se trata simplemente de un grupo de personas que defiendan que el Odinismo sólo es aceptable para miembros de la “raza aria”: se trata de convertir ese “Odinismo excluyente” en una teoría política, y viceversa. La unificación de ambos campos surge junto al propio Wotanismo. Esta corriente “Odinista” (el entrecomillado no es casual, ahora lo veréis) no sólo bebe del esoterismo y misticismo nacionalsocialista en estética y propaganda (usando la esvástica nazi en lugar del Flýtot, o el Sol negro de doce brazos en lugar del tradicional de seis o de ocho brazos, así como la utilización en redes sociales y páginas web de cartelería e imágenes creadas en la Alemania nazi), sino que asienta sus bases filosóficas en varios autores, y si bien beben de algunas fuentes que en un principio no tienen un matiz negativo, como pueden ser ciertos ensayos de Jung, también lo hacen de otros autores que, como mínimo, pueden ser cuestionados, como es el caso de Guido von List, o que son abiertamente contrarios al propio Odinismo: en este caso me refiero principalmente a David E. Lane y a Ron McVan. Hoy voy a centrarme exclusivamente en David Lane, puesto que a él lo he estudiado más a conciencia y pienso que representa de un modo más claro la esencia del Wotanismo.
El señor David Lane fue miembro de Klu Klux Klan (organización racista americana CRISTIANA), y posteriormente llegó a ciertas cotas de poder en una organización considerada TERRORISTA en Estados Unidos llamada Nación Aria, de corte antisemita y de nuevo ABIERTAMENTE CRISTIANA. Fue arrestado y condenado a 190 años de prisión por diversos crímenes, entre los que se hallaban robos y asesinatos. Cumpliendo su pena, escribió varios libros, publicó numerosos artículos y dio algunas conferencias. Murió en 2.007 en una cárcel de Indiana.
Pues bien, el señor Lane compiló una especie de guía moral que los Wotanistas de hoy día siguen, plasmada en lo que se ha dado en llamar los “88 preceptos”. Hay quien considera que se trata de una guía para Nacionalsocialistas, con un componente político en exclusiva. Pero he estudiado estos “88 preceptos” (jamás lo comentaría sin antes documentarme y estudiar sobre ello)... y os doy mi palabra de que acabé horrorizado. No es que todo fuese malo, hay preceptos que son positivos (o mejor dicho obvios, como el respeto por la Naturaleza y el ataque -argumental- a religiones que atenten contra la Naturaleza y contra la comprensión del Ser Humano como parte de ella). Pero hay muchos que, sinceramente, me asquean. Voy a citar algunos ejemplos, para que vosotr@s juzguéis sin más filtro que vuestro entendimiento:

Precepto 26: La naturaleza ha creado una cierta antipatía entre las razas y las especies para preservar sus individuos y su existencia.
Precepto 27: (…) Debemos odiar a aquellos miembros de nuestra raza que nos traicionan, a nosotros y a nuestras naciones.
Precepto 35: La homosexualidad es un crimen contra la naturaleza.
Precepto 37: Una raza en la que los varones no se pelean para acoplarse con una hembra y conservarla, va a perecer.

No voy a seguir, pero quería que vieseis la altura moral de los preceptos. El resto intenta dar explicaciones sobre la religión, la democracia y el concepto de Pueblo. Todo el texto está plagado de reiteraciones del tipo “debemos hacer esto o aquello”, o “el necio hace tal cosa, el listo hace lo contrario”, o “la verdad es así, y lo que no sea esto es mentira”. Y yo me pregunto: ¿qué tiene que ver esto con el paganismo en general, o con el Odinismo en particular?
Pero no se quedó aquí el señor Lane. También redactó lo que se conoce como “los 14 códigos de la ética aria”, algo también muy celebrado por Wotanistas en todo el mundo, y que se trata de una serie de mandamientos para este tipo de personas. Hay uno de ellos que voy a transcribir para poder comentarlo después:

“2.- Las leyes naturales nos dan evidencia del plan divino. El mundo natural es la obra del Todopoderoso.”

Ya sufientemente convencido de lo pernicioso de todo este argumentario y de lo enormemente alejado que estaba respecto de la Antigua Fe, estuve buscando conferencias de David Lane por Internet, y encontré algunas transcripciones. Hallé una en concreto en la que habla principalmente de Wotanismo, que es lo que nos interesa. En un momento de la conferencia, dice:

“El Wotanismo es una religión. Una religión no es un pasatiempo.”

“Es coherente”, pensé yo. Pues bien, un poco después, declama tranquilamente:

“Incluso un ateo confeso puede ser un Wotanista.”

Y ése fue mi límite.

Homenaje Wotanista a David Lane. Dicen que lo verán en Valhalla,...

Pero aún me quedaba una sorpresa más. Al parecer, numerosos “clanes” Wotanistas enmascaran el nombre de su corriente de pensamiento, y tratan de hacerse pasar por Odinistas de tendencia Identitaria o Folkish (tendencia a la que yo siempre me he suscrito), pero denominándola con el vocablo alemán Völkish... de obvias connotaciones supremacistas a causa del uso que se le dio por parte del Tercer Reich. Esto hace que muchos Odinistas neófitos se confundan cuando investigan por la red, y se puedan dar dos casos:
a) que se integren en una comunidad creyendo que son Identitarios y acaben ellos mismos sucumbiendo a la propaganda Supremacista;
b) que se asqueen de lo que lean o vean, y crean que el movimiento Identitario es en realidad un movimiento Supremacista, pensando que Folkish y Völkish son la misma cosa.
Y entonces recordé lo que le sucedió a la propia Else Christenssen, nuestra amada Folkmother, líder intelectual del movimiento Folkish, que se vio encarcelada durante varios años ya que unos individuos se habían aprovechado de su programa de ayuda a presidiarios y su natural hospitalidad para usarla de “mula” y poder traficar con droga. ¿Quiénes pudieron ser? Exacto: Wotanistas.

Else Christenssen en una portada de su revista "The Odinist". Que sea recordada

Y así me quedó claro lo que el Wotanismo representa: una ideología xenófoba que se disfraza de paganismo para justificar su apología Supremacista y Nacionalista, usando simbología y propaganda Nacionalsocialista, y alimentada por “pensadores” Cristianos que ni tienen Fe en nuestros Dioses ni en nada que no sea la violencia como raison d'être.
Y yo no sólo estaba formando una Comunidad con estas personas, sino que debía ejercer como árbitro en una disputa y, por tanto, darles cierta defensa moral ante ataques de personas que, justo es reconocerlo, estaban siendo más coherentes que yo. ¿Formar una Comunidad con personas que hablan de un supuesto “Todopoderoso”, y que toman como referencia moral a un individuo cristiano del KKK? ¿Buscar el entendimiento con quienes podrían odiarme si me considerasen un traidor bajo su retorcido código de conducta? ¿A quienes pretenden excluir de la Fe a gente de diferente orientación sexual o de distinto ideario político? Todo sonaba a argumento de una película de Buñuel.
Intenté comprender por qué debía tan siquiera tolerar a estas personas. Me resultaba muy doloroso porque entre estos Wotanistas tenía amigos, verdaderos amigos, gente en apariencia honrada, leal, equilibrada y tolerante... Cuando propuse a la dirección de COE tomar medidas punitivas contra estas personas (ya que usaban el paraguas de la Comunidad en las redes sociales para difundir su mensaje), se me dejó claro que pertenecían a la Comunidad, que la vocación de COE es ser una entidad inclusiva, y que por tanto debería buscar el consenso.
Pero yo ya no quería. No me sentía parte de una Comunidad que cobijaba a esta suerte de proclamas y actitudes vitales. No deseaba que mi nombre se asociara a ellos, porque no me representaban en modo alguno. Y es imposible que ya se disocie dicha Comunidad del Wotanismo, porque esta ideología y quienes la practican han adquirido una notoriedad y unas cotas de poder muy importantes dentro del organigrama. No podía hacer nada. Se me había despojado de autoridad, y no se escucharon mis razonamientos. Toda la Directiva se hallaba superada ante el desafío abierto de la facción Wotanista, que ignoraron los avisos y se saltaron prohibiciones.
Había fracasado.
Busqué consejo en los ancestros, supliqué una guía. La propia Folkmother respondió, bendita sea, aunque no la entendí en aquel momento. Pedí claridad a Týr, haciéndole un tributo: sentí que estaba al tanto de mis cuitas, así que esperé acontecimientos.
Horas después estallé. El Dios Manco se cobró su precio en sangre. Todo mi mundo se vino abajo, se hizo añicos mi trabajo de cinco años en un proyecto que era capital para mí, se desgarró mi propia cordura.
Y poco después, llegó la calma, y con ella la seguridad de haber sobrevivido, en modo alguno ileso, pero sí más sabio. Dolido y asustado, pero con una inquebrantable confianza en mis convicciones más profundas.
Porque en ocasiones hacer lo correcto es doloroso. Es un cliché manido, pero tan real como la misma vida. Por algo Týr es el Dios de las espadas. Por algo es Manco.