viernes, 26 de septiembre de 2014

¿POR QUÉ ARRODILLARSE? ¿POR QUÉ NO ARRODILLARSE?

Hoy traigo un tema que, a nivel personal, siempre me ha generado interés. Porque, para aquellos que ya tenemos una cierta edad, y que hemos dedicado algunos años a investigar en las cuestiones de la fe, hay una frase que estamos más que acostumbrados a escuchar, y sería algo así como “los odinistas no nos arrodillamos ante nuestros dioses”, o “yo no me arrodillo ante ningún hombre o dios, porque no soy siervo de nadie”. Puedo garantizar que hay personas que han convertido estas aseveraciones en verdaderos estandartes de su fe. De hecho, para muchos el odinismo es inconcebible sin ese matiz de orgullo, y lo han incorporado a sus ceremonias, sin mayor extrañeza por parte de los asistentes. De hecho, creo que casi ningún odinista de cuantos conozco pensaría tan siquiera en postrarse durante una ceremonia. Yo mismo no soy partidario de hacerlo. Pero, naturalmente, esa postura debería sustentarse en unas opiniones bien argumentadas y alejadas de conceptos como que el acto de arrodillarse es un acto servil o que denota vasallaje. ¿Y si estuviésemos equivocados? ¿Y si pudiese demostrar que los antiguos pueblos que compartían la fe odinista se postraban ante sus dioses sin mayor complejo? ¿Qué opinaríais, entonces?

                                 La Swedish Ásatrú Society celebrando un blót (fuente: Wikipedia) 


Bueno, vayamos a los fríos datos, antes de opinar al respecto, si os parece:
-En el Flateyjarbók, Hakon se postra ante una dís llamada Þorgerdr.
-En la Saga de Hörd, se observa una escena similar, donde Þórstein se arrodilla ante un ídolo y habla con él.
-En el Germania de Tácito, se cuenta que los semnones (un pueblo germánico perteneciente al grupo suevo) tenían una arboleda sagrada donde nadie podía entrar si no era de rodillas, y si caían, debían salir rodando, evitando así levantarse.
-En el Poema Rúnico Islandés, en los versos dedicados a la runa Sól se puede leer lo siguiente: Sol er landa ljome; lúti ek helgum dome, cuya traducción a nuestra lengua sería algo así como “El sol es la luz de la tierra, me arrodillo a la perdición del cielo” (me disculpen los entendidos en nórdico antiguo por mi traducción si no fuese muy correcta, pero es que estoy empezando en el Donsk Tunga); el verbo lúta que se usa en este verso se traduciría como “postrarse, arrodillarse”, lo que a mi entender puede indicar que el acto de arrodillarse formaba parte de los rituales de adoración al sol. Además, en inglés antiguo, el sinónimo de lúta es lútan, que aparte de significar “inclinarse” también se traduciría como “arrodillarse, hacer una reverencia”.
Bueno, tras lo anteriormente expuesto, me da la impresión de que nuestros ancestros sí que se inclinaban ante nuestros dioses. Los textos llevan siglos diciéndonos que lo hacían. Pero entonces, ¿por qué nosotros hemos dejado de hacerlo? De hecho, no sólo hemos dejado de hacerlo, sino que lo vemos como algo negativo, una actitud a erradicar de nuestra mente. Personalmente creo que hay varios motivos, pero son dos los que han tenido más peso en los ásatrúars del siglo XXI: primero, la visión que, desde el Romanticismo hasta hoy día hemos ido forjando al respecto de los pueblos de origen nórdico/germánico, como tribus y clanes indómitos y belicosos, que preferirían morir luchando antes que subyugarse a un poder superior; y segundo, el rechazo mayoritario que nos generan las religiones abrahámicas, sobre todo el cristianismo, y la actitud servil y humillante de la que hacen gala los fieles de Jehová, actitud que identificamos con el hecho de arrodillarse o postrarse.
Y si ésto es así, me surge otra duda: ¿por qué lo hacían nuestros ancestros, entonces? Somos una religión reconstruccionista, por lo que esta cuestión debería haber generado mucho más debate del que hay realmente. Creo que hay que analizar y tratar de comprender las dos posturas, teniendo en cuenta varios aspectos. Puede que tengamos una actitud arrogante y un tanto cínica, después de todo. Quiero decir que nosotros contactamos con nuestros dioses y diosas con un trato muy distinto del que otras religiones dispensan a sus divinidades, y sé que algun@s añadirían en pie de igualdad, pero vamos a ser sinceros: yo no aguantaría nueve días atravesado en una lanza con el objeto de entregar conocimiento a mi pueblo, y tampoco provoco rayos que pueden devastar zonas enteras del planeta. No sé vosotros, pero yo no soy igual que los dioses. Yo respeto su poder, y en la antigüedad, una forma de mostrar respeto era arrodillarse. Podría ir más allá: el acto de postrarse está arraigado en el pueblo indoeuropeo, porque los actuales hinduístas también se arrodillan ante los ídolos que representan a sus dioses. Lo hacen por RESPETO, no por SERVILISMO.
Así pues, mi punto de vista en todo este asunto es claro: aunque somos familia de nuestros dioses, aunque tengamos su sangre, nosotros somos mortales. Tal vez excepcionales, puede que bendecidos por haber podido abrir los ojos y el alma a nuestras auténticas raíces. Pero no nos engañemos: meros mortales. Nos herimos, enfermamos, morimos y se nos puede matar. Cuando celebramos un ritual, todos comprendemos que la solemnidad del momento es crucial, y tratamos de presentar nuestros respetos a los Aesir y a los Vanir del modo más fervoroso y adecuado que sea posible. Y puede que, para algunos, no sea suficiente estar de pie frente al altar, decir unas palabras y compartir una libación.
A fuer de ser sincero, no recuerdo la última vez que me arrodillé ante un altar. Puede que fuese durante las postrimerías de mi vida como cristiano, hace casi dos décadas. Y puede que no vaya a hacerlo más, por motivos que son exclusivamente míos. Pero el estudio me ha aportado conocimiento, y no criticaré a quien desee hacerlo, no creeré que es inadecuado que alguien lo haga, si con ello se siente más cómodo, o piensa que arrodillándose ante sus dioses muestra mayor respeto y los honra como se merecen. No hay deshonor en tal acto. Pensadlo, y si estáis de acuerdo conmigo, comentadlo con vuestro clan o vuestro kindred, porque puede que, en un futuro no muy lejano, arrodillarse ante los dioses no sea sinónimo de servilismo, sino de libertad.

¡Os espero en el próximo artículo!

domingo, 21 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 9: Nuestro ejemplo debe perdurar

    Comencé un treinta de junio enumerando una serie de elementos que, según considero, deben ser tenidos en cuenta a la hora de crear un clan odinista, mantenerlo y perpetuarlo. Pues bien, casi tres meses después, voy a tratar el último de esos elementos. Aunque me cuesta escribir un enunciado que lo condense, creo que lo definiré del siguiente modo: tenemos la responsabilidad de enseñar a las nuevas generaciones de ásatrúars por nosotros mismos. Será mejor que me extienda un poco al respecto.
   ¿A qué me refiero cuando hablo de enseñar? No debemos ceñirnos estrictamente al matiz "académico" del término, aunque sin duda es muy importante. Me consta que, en Norteamérica, hay comunidades odinistas que propugnan actitudes como la escolarización doméstica o la prohibición de la televisión o los videojuegos en los menores de edad. No creo que haya que ser tan drástico aquí, en España, aunque puede comprenderse el motivo que lleva a estas comunidades a tomar ese tipo de medidas: no deseamos que las mentes de nuestros descendientes puedan ser moldeadas por aquellos que no comparten nuestra visión del mundo. Aún estamos en un estadio muy temprano de consolidación de nuestra fe en la sociedad actual, por lo que aún no se puede hablar de escuelas paganas, ni de programas educativos de materias específicas para odinistas, aunque debemos tenerlo presente para llevarlo a cabo cuando llegue el momento adecuado. Y que conste que no hablo de adoctrinar a la juventud, sino de educarlos en los valores ancestrales de nuestro pueblo por un equipo de personas preparado para ello. ¿Y qué hacer mientras tanto? Pues muy fácil: debemos hacerlo nosotros mismos. 
   Hay que involucrarse con los menores de nuestra comunidad odinista. No sólo sus padres, madres, hermanos y el resto de relaciones de consanguineidad, sino también sus hermanos y hermanas en la fe, que conforman el entorno en su clan. No hacerlo, no transmitir estos valores, hará que aquello que nació con nosotros se muera con nosotros, y no podemos permitirlo. Todo nuestro trabajo, nuestros esfuerzos, deben tener recompensa, y ese premio debería ser la perdurabilidad. Así que hay que mostrar a nuestros niños y niñas el camino de sus ancestros, a través de  nuestras palabras y nuestros actos. Hay que intentar que nos tomen como su modelo de conducta, siendo su ejemplo vital y sintiéndonos orgullosos por ello. 
   Pues bien, hasta aquí mi exposición. Para acabar, voy a resumir los nueve puntos, para que no los olvidemos:
1.- La aceptación y enseñanza de los ancestros y su linaje.
2.- La recreación y la creación contemporánea de tradiciones paganas.
3.- El rechazo a la cultura de masas y a sus elementos.
4.- El impulso y refuerzo del arte y los artistas paganos.
5.- El rechazo al comercialismo.
6.- La inclusión de conceptos paganos en la vida diaria.
7.- Rigurosidad en la aceptación de influencias externas.
8.- Preferencia de actuación ante compañer@s pagan@s.
9.- Tomar la responsabilidad de enseñar a nuestros descendientes.
   El pueblo Ásatrú puede, y debe, emerger como una unidad cultural definida, fuerte y perdurable. Debemos ser más orgánicos, más holísticos, frente a la cultura de masas que pretende engullirnos en la homogeneidad y la vacuidad cultural y espiritual. NOSOTROS podemos hacer una comunidad fuerte y unida, porque es beneficioso para nosotros mismos y, lo que es más importante, para las generaciones que vendrán detrás de nosotros. Ya sabemos que todo conforma un ciclo, del que formamos parte y que nos es beneficioso. Es nuestra responsabilidad, porque hacerlo es nuestra misión en Midgard, en una época convulsa en la que nos ha tocado vivir. Porque es nuestro destino. Y haremos que nuestros dioses y diosas se sientan orgullosos de su pueblo, abrazando nuestro destino con vehemencia y pasión, hasta que nos llegue la hora y más allá.
   ¡Os espero en el próximo post!
   

jueves, 18 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 8: Hermandad, hermandad y hermandad

   Antes de iniciar este artículo, desearía agradeceros a tod@s el interés que mostráis por este modesto blog, que ha logrado que superemos las mil visitas (y me incluyo porque seguro que más de la mitad son mías, jejeje). Os prometo seguir esforzándome para hacer estas lecturas lo más interesantes y amenas que pueda, y, naturalmente, estoy más que abierto a cualquier sugerencia. Bueno, ¡vamos a por las dos mil!
   Tras haber dejado atrás los puntos verdaderamente escabrosos y controvertidos de esta exposición que vengo haciendo desde hace semanas, por fin toca escribir sobre algo luminoso y agradable. Tal vez un punto que, por obvio, en ocasiones pasa desapercibido. Me refiero, claro está, al sentimiento de hermandad y sus implicaciones.
   Pero ¿hermandad con quién, o por qué? ¿Cómo entender tal sentimiento, o por qué fomentarlo? Cuando haya finalizado el artículo, confío en haber resuelto estas cuestiones, y, por qué no, haber generado algunas preguntas. 
   Entremos en materia. Lo que yo propongo desde aquí es actuar en nuestro día a día con preferencia a nuestros hermanos y hermanas paganos. Sí, en este caso no utilizo el término odinistas, sino paganos en general. Creo que ya hemos perfilado en demasía aquello que nos diferencia, así que ¿por qué no poner hoy el acento en algo que nos une? Es algo que he tenido claro desde que me consideré Ásatrúar por vez primera, y esta idiosincrasia se puede observar en mi clan, Fauces de Tormenta, compuesto por un kindred odinista y un groove celta. Naturalmente que tenemos claras las líneas divisorias, al igual que somos conscientes de pertenecer a un mismo colectivo. Y pensamos que tal actitud no es contraproducente, ni mucho menos. Antes al contrario, fomentando valores de mutuo respeto y aceptación, hemos creado un núcleo social estable y enriquecedor, algo de lo que sentirnos orgullosos. Cuando uno de nosotros prospera, la comunidad lo hace. Así mejoramos la hamingja colectiva, y eso es un beneficio para todos los miembros del clan. De igual modo, ayudar a las comunidades paganas externas al clan, profesen la fe que profesen (siempre dentro del tema que nos ocupa) nos ayuda a todos por igual. 
   Cada pagano, de modo individual, debería esforzarse en conseguir cualquier cosa que necesite de otro pagano. Tal vez debas pagar más por esa silla hecha por un orfebre celta, que si fueses a una gran superficie y la comprases allí, pero ¿qué resulta más beneficioso? Como veis, el beneficio es recíproco, para el artesano y el usuario por igual. El resultado: se refuerza el alma-pueblo. Otro ejemplo: ¿has montado un negocio? Deberías contratar a paganos para ayudar a la comunidad. Yo trato de hacerlo así, en la medida de mis posibilidades. Antes de ir a otro sitio, suelo frecuentar bares y pubs regentados o atendidos por celtas. Las camisetas y complementos de moda se los compro a una tienda regentada por una amiga wiccana. Dentro de mi clan, contamos con artesanos, maestros, cocineros,... El renacer del paganismo es un hecho, es constatable, por lo que deberíamos preocuparnos de mantener viva la llama mediante este tipo de comportamientos. 
   Este comportamiento ha ayudado a diversas culturas a lo largo de la Historia de la humanidad: no estoy inventando nada. Por ejemplo, pensemos en los descendientes de inmigrantes irlandeses de Boston y Nueva York: una comunidad hermanada, estable y fuerte, con sus raíces claramente definidas. ¿Y por qué no mencionar a los Amish? Su concepto de comunidad, y su entrega y abnegación por mantener sus creencias y su modo de vida debería servirnos de inspiración. 
   En conclusión, deberíamos fomentar ese tipo de lazos entre comunidades paganas, porque es algo saludable y beneficioso para todos, y porque normalizar este tipo de comportamientos es parte de la normalización general de las religiones paganas que tod@s buscamos, fomentamos y deseamos. Y para lograrlo, sólo veo un camino: hermandad, hermandad y hermandad ¿Qué opináis vosotr@s?
   ¡Nos vemos en el próximo post!

martes, 9 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 7: "¿Qué pasa con las influencias externas?"

   Bueno, pues tras el paréntesis estival, ya hemos vuelto a la carga. Para no perder el hilo del asunto que nos ocupaba a finales de Julio, continuaré por donde lo dejé entonces, así que hoy, como ya habéis visto en el título de esta entrada, vamos a analizar, siquiera someramente, otro de los puntos a tener en cuenta para fomentar y preservar nuestra cultura ancestral. Éste es también un tema peliagudo: os pido que antes de juzgar, lo leáis con detenimiento. 
   Vaya por delante que no pretendo ni alentar ni dar cobijo a ideas xenófobas. Jamás lo he hecho ni está en mi mente hacerlo en el futuro. Dicho lo cual, comenzaré con el siguiente enunciado: debemos ser rigurosos a la hora de analizar las influencias externas que recibimos como cultura. Siempre he reconocido y alentado la diversidad: supongo que cualquier odinista compartirá conmigo ese pensamiento. Recuerdo el eslogan de la camiseta que un buen amigo me regaló hace muchos años: rezaba en euskera Ezberdinak gara, berdinak gara ("somos diferentes, somos iguales"). Mantener las tradiciones del propio pueblo no hace que reniegues de las demás. Al contrario, debería servir para poner en valor lo enriquecedor que resulta mantener las identidades culturales bien definidas. No es cuestión de quién es mejor, sino de quién es quién. Como en su momento propugnase un zapatista, "queremos un mundo en el que haya muchos mundos". 
   Así pues, podemos entender que la gente es diferente, y eso está bien. No todo vale para todos. Al contrario que la cultura de masas, nosotros vemos en la diversidad algo positivo. Como seres racionales que somos, nos negamos a tragar con que haya algo en este mundo que sea válido para todos los pueblos de igual modo. Ni idioma, ni moda, ni arte, ni ideología. Ni muchísimo menos, religión. 
   Sin embargo, no podemos pretender aislarnos en este mundo hiperconectado, porque tal actitud inmovilista nos dejaría fuera del mundo, anquilosándonos en un reducto irreal creado por nosotros mismos. Lo que pretendo decir es que no vamos a dejar de comer arroz porque sea oriental, ¿verdad? Realmente ridículo. ¿O debo prohibir a mi hijo que lea manga porque es un producto japonés? Muy errada, esa actitud. Sin embargo, sí que hay productos en cualquier medio de comunicación que están destinados a imponernos ciertos cánones estéticos, a dictar normas de comportamiento, a guiar a la masa descerebrada. Fulanita es la más moderna porque lleva el moño que ayer lucía la estrellita de turno. Mengano debe comprar el disco de ese "artista" que ganó el concurso de voz, porque de no hacerlo se condenará al ostracismo y será tachado de "raro" y "antisocial". Tu manera de vestir, actuar y pensar no debería venir dada desde otro lugar que no sea tu propia mente. Piensas lo que quieres, votas a quien deseas y consumes lo que necesitas o te apetece, ni más ni menos. Recordad: la libertad individual es uno de los mayores valores del Ásatrú. 
   En ocasiones, parece que asumimos que lo exótico siempre es lo mejor. Ya hablé más extensamente sobre esto en el artículo anterior a éste, por lo que no voy a repetirme en exceso, pero sí quiero recalcar que ciertas ideas externas a un pueblo pueden entrar en conflicto con las propias de dicho pueblo, y tal confrontación desemboca indefectiblemente en el debilitamiento del citado pueblo. 
   Así pues, cuando os reunáis con vuestro clan, no temáis fomentar los debates internos al respecto del tema, porque comprobaréis que cada individuo tiene una opinión distinta, y ese debate puede enriqueceros de muchas formas. 
   Disfrutad de todo, pero sin menospreciar lo propio. Eso sería el epílogo.
   ¡Nos vemos en el próximo post!