viernes, 17 de julio de 2015

El Patronazgo de los dioses

     El moderno Odinismo continúa su proceso de crecimiento y de evolución. Al calor de sus distintas corrientes, surgen nuevas formas de espiritualidad, y, en algunos casos, sucede que formas antiguas resurgen en el momento propicio. Una de estas formas es la que hoy os muestro, y a la que nos referiremos como "Patronazgo". Imagino que much@s de vosotr@s os habréis topado en algún momento con alguien que haya afirmado estar "consagrado", por ejemplo, a Freya, o a Týr, y tal vez os hayáis preguntado: ¿qué significará eso de estar consagrado? Pues de eso trata este artículo. Eso sí, voy a evitar la palabra "consagración", porque la considero preñada de connotaciones cristianas (buscadla en el diccionario de la RAE y entenderéis a qué me refiero), y no creo que sea el término más adecuado: sinceramente, creo que la palabra más acertada es "Patronazgo", y es la que voy a usar para referirme a esta práctica. Pasemos ahora a definir qué es el Patronazgo, y para qué sirve.
     Como sabemos bien todos los odinistas, la relación que mantenemos con nuestros dioses y diosas es de familiaridad. Sin olvidar las buenas formas y el respeto debido, la interacción del ser humano con los dioses de nuestro pueblo es la misma que la que pueda haber en una gran familia: ante todo, prima el amor, la lealtad y el respeto de cada uno de los integrantes hacia el resto. Sin embargo, la relación que un individuo concreto tiene con cada uno de los integrantes de la familia no siempre es la misma: habrá familiares más cercanos y más lejanos, incluso algunos totalmente desconocidos; se encontrará con familiares simpáticos, y con otros huraños; unos le caerán genial y congeniará con ellos en seguida... y otros le caerán mal. ¿Y por qué nos sentimos más afines a unos que a otros? Pueden existir varias causas, aunque, por norma general, se conecta fácilmente con alguien a quien consideremos similar a nosotros, con quien compartamos gustos o intereses; tal vez tengamos una trayectoria vital parecida, o incluso puede surgir un feeling inexplicable, como si ambas almas estuviesen conectadas. 
     Dicho esto, vuelvo a retomar la cuestión. El Patronazgo de una deidad concreta es un compromiso sagrado que un individuo toma con esa deidad. La dedicación a un dios o diosa trasciende incluso la sacralidad de un juramento. Sin embargo, y a pesar de tratarse de un voto tan elevado, podríamos hallar similitudes con el sentimiento de amor, en sus facetas de proximidad e inmediatez con el otro. Por norma general, ostentar el Patronazgo de una deidad puede llegar a ser una tarea compleja que dura toda la vida, y personalmente no conozco a nadie que tenga más de un dios o diosa Patrones. No quiero, sin embargo, que alguien pueda pensar que en el Patronazgo se atisba un matiz de desprecio al resto de deidades: nada más lejos de la realidad. Tan solo se trata del paso natural para alguien que siente algo muy profundo por esa deidad concreta, aunque, como es natural, siga amando al conjunto de Æsir y Vanir.
     Es por ello que el Patronazgo no debe tomarse a la ligera. No es un simple juramento, sino un voto de por vida en el que empeñamos el corazón, el alma y la propia vida. Si se toma, se asumen con él tanto las bendiciones que reporta  como las pruebas que conlleva, que las tiene, y suelen ser duras, pues a los dioses les complace poner a prueba la firmeza de nuestras convicciones y nuestra lealtad. 
     De igual modo, no debería usarse el Patronazgo para excusar o encubrir nuestras propias faltas o malas acciones puntuales (por ejemplo: "En plena pelea no fui capaz de controlarme y tuvieron que separarme del otro para que no lo matase a golpes, porque como soy devoto de Thor,..." , o "Soy incapaz de ser fiel a mi pareja, pero es que mi diosa Patrona es Freya."). Tales actitudes son pueriles, vergonzosas y realmente perjudiciales para el alma. Y aunque sean nocivas para el individuo que las lleva a cabo, existe una utilización del Patronazgo aún más dañina y perversa: la de los peligrosos "iluminados", que amparándose en el concepto de conexión íntima con una deidad, tratan de cambiar la visión colectiva de la citada deidad con objeto de ponerla al servicio de sus intereses, sean de la índole que sean (algo similar a lo que intentan los Rökkatrúars con la figura de Lóki: como ya traté el tema con profusión en un artículo anterior, dejo aquí el enlace para los interesados en abundar en este tema concreto: "Rökkatrú: el Caos a través de los Nueve Mundos" ). Ahora bien, aclaremos algo: es normal tener una visión personal de un dios o diosa, y tal visión no tiene por qué encajar en el acervo icónico de la mayoría de odinistas. Lo perverso es imponer esa visión personal, sea ésta real o impostada, con el objeto de sacar algún provecho, léase fama, cierto grado de notoriedad o -los dioses no lo quieran- dinero. 
     Por lo tanto, y atendiendo a lo leído hasta ahora, debemos ser conscientes de que nuestra propia mente, nuestra percepción, nuestras ideas, pueden enturbiar el mensaje que los dioses nos pretendan transmitir. El mejor remedio para evitar esto es, en mi modesta opinión, la meditación: acallar el ruido externo y también el interior, concentrarnos en entender correctamente lo que los dioses nos dicen. No es que esté abogando por volvernos paranoicos, pero tampoco podemos permitirnos el abandono en la autocomplacencia.
     ¿Y qué beneficios podríamos hallar en el voto de Patronazgo? Debo, llegado este punto, recordar que, como politeístas, entendemos que existen diversas formas de guiarse por la vida, y no un único modo válido. Dedicarse a una deidad da un importante punto de apoyo para avanzar en nuestro día a día. De igual modo que lo hace una pareja o un viejo amigo, nuestra deidad Patrona nos dará consejo, guía e inspiración en aquellos momentos en que lo necesitemos. 
     Y ahora que creo que está más claro el concepto de Patronazgo o dedicación a una deidad, la pregunta tal vez sería: ¿lo necesito en mi vida? Y si es así, ¿por qué? La búsqueda de una deidad patrona debería iniciarla el deseo de tener una relación más próxima, más íntima, con los dioses. Si tal fuera el caso, yo recomiendo lo siguiente: analizar la raíz de ese deseo, asegurarnos de que no se trata de un mero deseo de "sobresalir" (o, en casos puntuales, "encajar"). Asimismo, no os forcéis a ataros con estos votos. Quiero decir que la mayoría de odinistas no lo hacen, simplemente porque no lo ven necesario para su crecimiento espiritual. La búsqueda de una deidad Patrona era más común en el paganismo germánico precristiano que en la acualidad (todos recordamos, por ejemplo, a Erik Thorvaldsson, Erik el Rojo, devoto de Thor). Así que, si no tienes un interés claro en ello, no te preocupes: no es algo que tú necesites.
     Pero si se da el caso contrario, y este artículo ha despertado en ti el deseo de buscar un Patrón o Patrona, puede que te estés preguntando: ¿cuál podría ser?" . Esto puede parecer una perogrullada, pero no lo es tanto: hay gente que lo tiene muy claro desde un primer momento, en cuyo caso no hay que investigar más, pero ¿y si no es así? ¿Qué hacer? Bueno, aquí os presento unos consejos que espero os sean de utilidad:

  • Busca señales y augurios en tu entorno. Los dioses nos hablan más de lo que en ocasiones creemos. Por eso hablaba antes de la importancia de la meditación: una mente en calma y alerta puede percibir los mensajes con claridad.
  • Apóyate en tu clan, si perteneces a uno. Comenta tus inquietudes con tu goði/gydja: estarán encantados de aconsejarte y guiarte. Si además tenéis völva/vitki, expón tu caso y que hablen las Nornas. O, quién sabe, puede que tengas acceso a una spåkona. Aprovecho para reiterar lo que siempre digo: un clan es sinónimo de fuerza.
  • Infórmate y estudia mucho sobre los dioses y diosas, sus leyendas, sus esferas de influencia, y todo lo relativo a los Æsir y Vanir. Tal vez, la solución provenga de la comprensión.
     Y si es el caso de que ya tengáis una deidad Patrona, también voy a permitirme daros un par de consejos: es bueno tener en el hogar un altar particular para el dios o diosa Patrones, al margen, naturalmente, de nuestro altar doméstico, para realizar ofrendas cotidianas menos formales aunque más personales. ¡Y no os avergoncéis de vuestros votos! Lucidlos con orgullo, pues a buen seguro que es algo que complace a nuestros dioses.
     ¡Os espero en el próximo artículo!

lunes, 6 de julio de 2015

Mi primera ceremonia nupcial

     Una de las obligaciones que comporta el cargo de goði es la de personalizar y oficiar ceremonias y rituales, sean estacionales o ritos de paso. En el caso que hoy nos ocupa, debo decir que tal responsabilidad se convirtió en un verdadero placer, un orgullo y una alegría. Y es que aún hay muchas ceremonias que no he tenido ocasión de oficiar, sobre todo en lo que respecta a ritos de paso, habida cuenta que mi clan tiene una media de edad de unos veinticinco años, y por tanto aún no ha habido ocasión de oficiar ningún rito de paso. Ahora bien, mis responsabilidades como goði no acaban en mi clan, como casi tod@s sabéis ya, sino que, desde hace un tiempo, se amplían al ámbito de Andalucía, como goði afiliado al COE que soy. Por ello, en cuanto se me pidió hacerme cargo, junto con mi völva Virginia, de la confección de la ceremonia nupcial de una pareja odinista afincada en Cádiz, nos pusimos manos a la obra con enorme ilusión. Pasamos semanas recabando información, documentándonos y preparando la ceremonia con seriedad y cariño, al tiempo que manteníamos un contacto permanente con la pareja, para atender a su idea de cómo querían la ceremonia, de sus gustos y sus preferencias. Todo ese tiempo de nervios, de preocupaciones y de dudas, dieron al final sus frutos. El trabajo duro y la dedicación siempre tienen recompensa, y en este caso, el resultado fue más que satisfactorio. Sería inútil intentar reflejar con palabras los sentimientos que afloraron antes, durante y después de la ceremonia, y como tengo un bonito reportaje fotográfico, quiero compartir con vosotr@s algunas imágenes de lo que fue el evento. ¡Disfrutadlas!

Este era el aspecto que presentaba el altar. Debajo del escudo, sobre la hierba, se observan dos falcatas, que también cumplirían su papel en la ceremonia.

Una vista más cercana de la parte central del altar. En primer término, el Mjölnir con el que se sacraliza el lugar, y sobre él, los anillos de juramentos.

Aquí se observa el atuendo ceremonial que lucí, inspirado en la vestimenta de los varegos de Kiev, con predominancia del color azul en honor a Freya, patrona de mi clan.

Esta instantánea se sacó mientras explicaba a los asistentes los elementos del altar, momentos antes de la ceremonia. A la derecha, Virginia, völva de mi clan y que me asistió como gydja, y Ernesto García, presidente del COE, que presidió la ceremonia.

El aspecto de la novia era verdaderamente encantador.

Los novios son presentados ante el altar por los padrinos.

Momento en que se solicita la protección de los dioses sobre la pareja.

Después, se realizó un intercambio simbólico de armas entre los novios. Al no tener armas propias, utilizamos las dos falcatas de entrenamiento que Ernesto nos prestó amablemente.

Momento de la preparación de las ofrendas a los dioses y los ancestros.

Bendiciendo la libación de hidromiel (obsérvese la posición que adopto, denominada "postura Algiz" por su semejanza con la runa homónima).

Ernesto derrama en la tierra la ofrenda, ante la atenta mirada de los niños.

Los novios realizan sus votos asiendo con la mano derecha un anillo de juramentos. Es el momento más solemne de la ceremonia, aunque nada podía borrarles la sonrisa del rostro. Un momento muy emotivo.

Sus manos se entrelazan con una tira de tela azul, representando el entrelazado de sus destinos.

A sus pies, la völva había formado un círculo con piedras blancas inscritas con runas, invocando la benevolencia de las Nornas.

Momento final del ritual, en el que los declaro formalmente marido y mujer.

     Tras la ceremonia, un opíparo banquete nos reconfortó, y la cerveza logró atemperar el calor que reinaba en el paraje. Pero aún no habían acabado las emociones: los recién casados habían contratado los servicios de un grupo recreacionista, la Guardia del Cuervo, que con su saber hacer nos entretuvieron del modo que más nos gusta a todos: ¡luchando!

Aquí el grupo al completo, brindando con los novios. Las armas eran de entrenamiento, todo acolchado, pero las armaduras eran reales, como puede observarse.

Una simpática instantánea de estas dos guerreras (la de la izquierda es Sofía, hermana de mi clan, fotógrafa del evento -¡gracias por las fotos!- y poderosa skjaldmö), que ofrecieron un espectáculo soberbio.

     Como puede suponerse, el evento ha tenido cierta repercusión en odinismo español: por desgracia, no celebramos tantos matrimonios como sería deseable, así que cuando se celebra uno, siempre es un motivo para alegrarse. Seguimos avanzando, lentos pero seguros. 
     ¡Hasta el próximo post!