miércoles, 24 de agosto de 2016

EL BARCO, EL TIMÓN,… Y ALGO MÁS: LAS SEIS METAS

“Goberné los barcos,
Y estando en proa,
Fui el señor único de todo el pueblo.”
Völsa Þáttr, estrofa 12

Hoy, para ilustrar la cuestión que deseo tratar, me serviré de un símil marinero. Se me ocurrió hace algunas semanas, cuando mantuve una animada charla con un veterano Odinista, llamado Jean-Pierre, que me aconsejó redactar y publicar esta entrada en mi blog.
Imaginad por un momento el océano. Inmenso y fascinante, fuente de alimento y de muerte. El océano es una metáfora perfecta para representar nuestras vidas. Al principio, en la playa de nuestra niñez, nos sentimos seguros, acompañados y siempre curiosos. Cuanto más avanzamos, más fría se vuelve el agua, y cuando dejamos de hacer pie, nos damos cuenta de que es muy difícil avanzar: las corrientes pueden arrastrarnos, la hipotermia es un peligro constante, y casi de modo instintivo, buscamos algo a lo que aferrarnos, una tabla que nos impida hundirnos. Y, en el caso de los Odinistas, contamos con algo mejor que una tabla: todo un barco. Nuestra fe.
Así que tenemos el soporte perfecto para mantenernos a flote, un majestuoso långskip, con una tripulación leal. Nuestro barco es sólido, tanto como nuestra fe lo sea, y no es fácil hundirlo. Pero el océano sigue siendo poderoso e indómito, y sin una guía, nuestros remeros pueden hacer que nuestra bella embarcación navegue en círculos. Todo långskip necesita un styri, un timón, que nos permita gobernar el barco a voluntad. ¿Qué podríamos considerar como nuestro timón en la fe? Para muchos Odinistas, la respuesta es clara: las Nueve Nobles Virtudes. Nos posibilitan darle una dirección a nuestro barco en el proceloso mar, pues actúan como un auténtico timón. No son obligaciones, sino guías, y eso es lo que permite enmarcar la ruta que deseamos tomar. Si no conocéis las Nueve Nobles Virtudes, hallaréis mucha información en la red: no voy a hablar sobre ellas hoy, aunque de momento nos baste con saber que tienen una función de guía recomendada.

Nuestro metafórico barco espiritual. Autora: Kráka Gúnnarrsdóttir (Instagram: Fiskrart)

Así pues, nos hallamos en este punto de nuestra metáfora: nosotros tomamos el rol de capitán (o Styrimaðr en nórdico antiguo) de nuestro hermoso långskip, nuestra fe, surcando el inclemente océano que es la vida y sorteando tormentas gracias a nuestra pericia con el timón (styri), que son las Nueve Nobles Virtudes. Estamos listos, sin duda. Pero ¿listos para qué? Aquí es adonde pretendía llegar. Muchos Odinistas se quedan en este punto, y si uno de sus marineros les preguntan “¿hacia dónde vamos, capitán?”, se quedan en blanco, o tienen respuestas genéricas, del tipo “¡pues a Valhalla!”, respuestas que no han meditado, que no se han planteado realmente. ¿Cuál es el objetivo en la vida de un/a Odinista? ¿Dónde está nuestro puerto?
Es por esto que hoy os hablaré de las Seis Metas. En un primer momento, fue Edred Þorsson quien las enunció en una de sus obras, aunque hoy día han tomado gran relevancia entre varios autores. ¿Y qué son las Seis Metas? Las podríamos entender como reflejos de las cualidades representadas en los dioses y diosas de nuestro Pueblo, cualidades por las que verdaderamente merece la pena luchar y morir. Nuestra fe, sus valores y principios, están enfocados sin duda a mantener y fomentar éstas. Ahora pasaré a enunciarlas y explicarlas, siquiera someramente, puesto que sólo adquirirán la profundidad en vuestra alma que vosotros queráis darle.

·         DERECHO. Meta auspiciada y alentada por Tyr. Se refiere al juicio de la tradición de nuestro Pueblo, enriquecido con nuestra propia inteligencia y sentido común. Es una meta racional: buscamos el gobierno de la racionalidad y la iluminación. Es el deseo de ver a nuestro Pueblo gobernado racionalmente.
·         SABIDURÍA. Meta guardada por Odín. Se refiere a la búsqueda del conocimiento, la curiosidad por saber qué se oculta en nuestra alma, en lo desconocido, aquello con la habilidad de mantener unidas todas las cosas, y que debe ser preservado a toda costa. Si la Sabiduría sobrevive, el resto del conjunto puede regenerarse. Es nuestro sentido de la aventura y nuestra curiosidad.
·         PODER. Meta promovida por Þor. Es una Meta “pivote” por así decirlo, pues sustenta dos metas unidas: la Victoria y la Defensa. El Poder siempre debe ser gobernado por la meta del Derecho y dirigido por la meta de la Sabiduría. No hay un beneficio en el Poder por sí mismo. Aquí se enmarca la alegría de la victoria, nuestra ansia de conquista y nuestro deseo de poder.
·         COSECHA. Meta auspiciada por toda la tribu Vanir. Es la recolección de los frutos de cualquier ciclo natural, aquello que mantiene saludable a la gente. También incluye los frutos de los ciclos económicos, la riqueza, el bienestar físico.
·         FRIÞ. Dominado por Frey y Freya. Es el estado de “calma” o “paz” que se alcanza al perseguir las Seis Metas y completar algunos ciclos. Es la esencia de la libertad, el crecimiento personal autogestionado y desarrollado de modo voluntario. El Friþ usualmente implica ausencia de guerra, pero no de conflicto, pues el crecimiento siempre requiere algún tipo de lucha.
·         AMOR. Ley vital vigilada por Odín y Freya. Es el amor completo, la lujuria y el erotismo. Es nuestro sentido del placer. Todo en esta meta es, por sí mismo, natural y bueno, pero sin su aspecto espiritual pierde su sentido. Aquí experimentamos el gusto por la vida, ese pozo de deseo desenfrenado que, si lo meditamos, descubriremos que se halla íntimamente ligado a la meta de la Sabiduría.

Ya veis que las Seis Metas están muy ligadas unas con otras, y no son más que los indicadores que deben sustentar los valores de nuestra fe.

Jean-Pierre (a la derecha), durante una agradable charla en el Templo de Gaut (Albacete)

Y así, de repente, cobra sentido el barco, su timón, su capitán y la lucha que mantiene contra el océano, que no es sino la senda que debe seguir… para llegar al puerto que son las Seis Metas.
Espero no haberme extendido en exceso. Comprendo que el tema es denso y puede ser un tanto críptico, y como siempre hago, me pongo a vuestra disposición para solventar cuantas dudas os surjan al respecto de las Seis Metas.Y, para acabar este artículo, me gustaría finalizar como empecé: con un fragmento de inspiración vikinga, y que creo que tiene mucho que ver con lo que hoy os he contado:

“Íbamos cabalgando,
Cada uno en nuestro barco,
Tomando el curso que quería el Destino,
Hasta que el Este alcanzamos.”

Atlakvída, estrofa 99