sábado, 30 de diciembre de 2017

¿Decir "feliz Yule" es decir "feliz Solsticio"? (PARTE II)

            NOTA PRELIMINAR: Para quienes hayáis llegado a este artículo en primer lugar, y en aras de una mínima claridad, os voy a dejar a continuación el enlace a la primera parte: PRIMERA PARTE . Dicho lo cual, podemos proseguir.

Fuente: Cominidad Odinista de España - Ásatrú

CUESTIÓN 2ª.- ¿ES YULE UNA CELEBRACIÓN SOLSTICIAL?
A estas alturas, puede que ya no veáis tan clara la asociación de esta fiesta y el Solsticio. Aún así, sigue dándose la concomitancia de las fechas: Yule coincide con el Solsticio de Invierno, ¿verdad? Bueno, preguntemos a quienes escribieron sobre nuestro Pueblo y su modo de vida, para saber cuándo se celebraba:
·         La pista más antigua sobre una gran fiesta germánica invernal nos la da en el siglo VI el cronista bizantino Procopio, que cuenta que los habitantes de Thule (Escandinavia) celebran una fiesta para que el sol regrese, algún tiempo después del Solsticio de Invierno.
·         La primera referencia que tenemos al respecto de la festividad de Yule propiamente dicha se encuentra en el poema del siglo IX Haraldskvæði, compuesta en honor de Harald Hárfagri y su victoria en la batalla de Hafrsfjord y la posterior unificación de Noruega: para ensalzar el talante llano del monarca y su desprecio por las comodidades, el escaldo narra la intención del rey de “festejar Yule bebiendo en el mar”, en lugar de hacerlo en la comodidad de un hogar seco y tibio; aún así, no se menciona explícitamente que Yule se celebrase en invierno (también averiguamos en ese texto que, al parecer, muchas de las celebraciones religiosas de nuestros antepasados giraban en torno al consumo de alcohol de un modo más o menos compulsivo).
·         En la Saga de Olaf Haraldsson, Snorri menciona un blót realizado en mitad del invierno (en nórdico antiguo miðsvétrarblót), al que llama Jólaveizla y Jólaboð, y ambas palabras vienen a significar “Festín de Yule” o “Fiesta de Yule”.
·         El cronista sajón Tietmaro, a la sazón obispo de Meserburgo, afirmó en una de sus crónicas que el blót más importante que se celebraba en Lejre (Dinamarca) se realizaba en enero, pasada la Epifanía (6 de enero).
·         En la Saga de Haakon inn Góði, se cuenta que Yule es un evento que dura tres días, a partir de una noche llamada Hökunott, ubicada en pleno invierno.


Pues me da la sensación de que no hay consenso... Sin embargo, parece que se intuye el fallo, y es pensar que el solsticio de invierno y el solsticio astrológico de invierno sean lo mismo. Las características de cada estación varían en función de la latitud, y nuestras tribus se expandieron a lo largo de todo el continente europeo. Las festividades del moderno Odinismo suelen tomar como referente las fechas de las celebraciones estacionales escandinavas, las cuales (atención), debido a su situación geográfica y sus condiciones climáticas, se llevaban a cabo un mes después de los solsticios y los equinoccios. De acuerdo con el calendario juliano (y tomando como base los textos de Snorri, naturalmente), tendríamos una fecha para los festejos de Yule rondando el 14 de enero, y si lo extrapolamos al moderno calendario gregoriano (el que usamos habitualmente), nos da una fecha cercana al 20 de enero. Así pues, tenemos un solsticio que ocurre el 21 de diciembre en nuestro calendario, pero que en el calendario juliano correspondía al 14 de diciembre, que coincide con la fiesta de santa Lucía (patrona cristiana de la vista), y es por esto que, en el folklore escandinavo, aún se considera esa noche como la más larga y oscura, a pesar de que, al cambiar el calendario, ya no coincida con el solsticio. Es un poco complicado, lo sé, pero espero haberlo explicado con un mínimo de claridad. 

En la última parte del presente artículo, por fin, trataremos de desenmarañar este nudo gordiano de fechas y calendarios. Hasta entonces, ¡os agradezco la paciencia!

viernes, 29 de diciembre de 2017

¿Decir “feliz Yule” es decir “feliz Solsticio”? (PARTE I)

Heðinn partió desde su casa solo y a través de los bosques en el anochecer de Yule, y encontró una troll; cabalgaba sobre un huargo y sus riendas eran sierpes, y se ofreció a guiar a Heðinn. “No”, dijo él. Ella replicó: “pagarás por esto en la Copa de Bragar”.
Al anochecer sucedió la toma de juramentos. Trajeron al sonargöltr (verraco de sacrificio), y la gente ponía sus manos sobre él, y pronunciaban sus juramentos en la Copa de Bragar...”
 (Fragmento del “Helgakviða Hjörvarðssonar”)

Nos hallamos inmersos en las celebraciones de Yule, la festividad estacional más importante para el Odinismo a nivel mundial. Y repasando mis antiguas publicaciones, me he percatado de que no he escrito aún nada al respecto de tan entrañables fechas. Sin embargo, ya sabéis que no me gusta redactar lo obvio: así pues, no hallaba inspiración para escribir si lo único que iba a contar es cómo se celebra esta festividad, o alguna curiosidad al respecto. No, quería elaborar un artículo que enriqueciese a quien lo leyese, y, como siempre os digo, que diese material sobre el que reflexionar. La chispa de la inspiración prendió en mi mente la semana pasada, ojeando las redes sociales: observé que, al llevar Yule, mucha gente gusta de compartir mensajes del tipo “el cristianismo llama Navidad a lo que realmente es Solsticio de Invierno”, o simplemente felicitaciones que vienen a decir “Feliz Solsticio”. Por ello, me gustaría plantearos hoy la cuestión con la que he titulado el presente artículo: ¿festejar Yule es realmente celebrar el Solsticio? Puede que mi punto de vista al respecto y las argumentaciones que voy a plantear a continuación sorprendan a muchos.

¡Espero que Jólnir os colme de bendiciones y regalos este Yule!
Ilustración cortesía de Kráka Gúnnarsdóttir (Intagram: #fiskrart)

Antes de profundizar, es conveniente aclarar, para quien no lo sepa, que me considero uno de los llamados “reconstruccionistas de la Antigua Fe”: pretendo vivir mi fe Odinista inspirándome básicamente en las prácticas de nuestros ancestros del modo más fiel posible. Naturalmente no estoy a favor de aprovechar estas fechas para sacrificar esclavos a Odín..., es decir, que comparto la idea de que vivimos en una sociedad del siglo XXI y nuestra Fe no puede (ni debe) ser practicada del modo en que se hacía hace quince siglos, pero trato de recrear de un modo fidedigno aquellas tradiciones y ceremonias que pueden encajar sin problemas en nuestro modo de vida.
Dicho lo cual, me sorprende la fijación que muchos Odinistas muestran con el asunto de convertir Yule en sinónimo de Solsticio de Invierno. ¿Por qué? Vamos a ir paso a paso para no perdernos: debido a la enorme cantidad de información, este artículo va a ser publicado en tres partes, así que espero que os resulte más didáctico que tedioso,…

CUESTIÓN 1ª.- ¿ES YULE UNA FESTIVIDAD SOLAR?
Inevitablemente, debido a mi labor como Góði, me interesa mucho el calendario de celebraciones, para poder celebrar cada festividad cuando toca, pero no sólo por eso: también para tener conciencia de lo que estoy celebrando en cada momento. A veces, da la sensación de que nuestras fiestas coinciden con los solsticios y los equinoccios, que marcan el paso de las estaciones, y este hecho puede llevar a creer que nuestros antepasados Germánico-Escandinavos basaban sus fiestas religiosas en los ciclos del Sol, pero ¿es esto cierto? De hecho, en la mayor parte de direcciones web en las que busquéis información al respecto de Yule leeréis algo que os dará la impresión de que esta fiesta es una especie de adoración solar. Si a eso le añadimos la idea preconcebida de que en Escandinavia tienen pocos períodos de sol en invierno, y que esta fecha era el momento propicio para invocar su poder y así devolver la fertilidad a la tierra, estaremos simplificando en exceso algo que, como ya habréis intuido, es más complejo. Y, claro está, siempre está presente esa idea de que “apenas quedan registros de aquella época”... Pues debo decir que, hasta donde yo he indagado, creo que Yule es la festividad de la que nos ha llegado más información. Así que ¿por qué no investigar un poco? Veremos si la idea de “festividad solar” se sustenta, o se trata de otro mero error conceptual. Tomaremos datos no sólo de fuentes históricas, sino también de trabajos contemporáneos: mención especial a la gran obra que sobre la materia escribió el arqueólogo sueco Andreas Nordberg en su publicación titulada (aproximadamente, perdón por mi sueco) “Festividades y calendario prehistóricos”.
Vamos, en primer lugar, a tomar como cierta la idea de Yule como festividad solar. Si esto es así, ¿a qué deidad deberíamos honrar en Yule, principalmente? Aquí hallamos el primer foco de debate: la mayoría de Odinistas de la corriente Ásatrú mantienen que es Balder el Brillante por ser él un dios eminentemente solar, mientras que los que se adscriben a la corriente Vanatrú hablan de Freyr, argumentando como una prueba lo que Snorri nos legó en su Gylfaginning, estrofa 24:

“Freyr es el más excelente de los dioses: rige la lluvia y el brillo del Sol, y también la fertilidad de la tierra, y es bueno invocarle para conseguir paz y buenas cosechas.”

Sea cual sea la postura, a nadie se le debería escapar el hecho de que el propio Sol ya es una entidad con propia personalidad y funciones dentro de nuestro panteón. Quiere esto decir que Balder no es el “dios del sol”, ni tampoco Freyr... aunque, ciertamente, da la sensación de que ni el propio Sol (nuestra amada Súnna) ni la Luna (Máni, su contrapartida masculina) son dioses por derecho propio, sino que más bien dan una imagen de ser “ayudantes de los dioses”. Os doy una prueba: en el Völuspá, estrofas de la 4 a la 6, podemos leer lo siguiente:

“Pero los hijos de Bur formaron la tierra,
aquellos que crearon el famoso Midgarð;
brilló el sol desde el sur sobre el palacio
y surgió en la tierra la verde hierba.

“Desde el sur alzó el sol, compañero de la luna,
su mano derecha al confín del cielo;
no sabía el sol dónde estaban sus salas,
no sabían las estrellas dónde tenían su lugar,
no sabía la luna cuál era su poder.

“Se reunieron los dioses, todos, en asamblea,
y tomaron consejo los sagrados dioses;
la luna llena y la nueva ellos designaron,
nombraron la mañana, también el mediodía,
la tarde y la noche, para contar los años.”

No es una traducción correcta, puesto que para nuestro Pueblo la luna es un ser masculino y el sol uno femenino, pero lo importante es lo que el texto dice, y no cómo lo dice. En el fragmento, se puede ver que los cuerpos celestes parecen desconocer su propósito en una fase temprana de la creación de nuestro Universo, y los dioses les dieron un uso: sirvieron para dividir los días. En otras palabras: para contar los años. ¿Veis por dónde voy? Aún os daré otra pista más: la hallamos en el Álvissmál, en la conversación entre Þórr y el enano Alvis:

ÞÓRR:
“Dime, Alvis, pues creo, enano,
que sabes los destinos de todos,
cómo llaman la luna que ven los Hombres
en todos los mundos.”

ALVIS:
“Luna, dicen los Hombres; los Dioses, rojiza;
en Hel, rueda girante;
rápida, los Trolls; brillo, los Enanos;
los Elfos, la que cuenta el tiempo.”


¿Os habéis percatado del nombre que le dan los Elfos? “La que cuenta el tiempo” (en nórdico antiguo: Ártali). Así pues, parece ser que la luna era importante para medir el tiempo, aunque sin duda, el paso de las estaciones, las épocas de cosecha y los ciclos de la ganadería vendrían dados por el sol. Con esta idea en mente, nuestros ancestros parecían considerar, usando conceptos modernos, que el sol y la luna no eran objetos de adoración (como los dioses), sino más bien “características cósmicas”, instrumentos al servicio de los designios divinos. 


(CONTINUARÁ)

martes, 29 de agosto de 2017

Staðagaldr, ¿magia rúnica o Galðr? Percepciones, aciertos y confusiones

     Hablaba hace unos días con un buen amigo sobre la cuestión mágica existente dentro del corpus de creencias de nuestra Fe, y la conversación desembocó en el asunto de una actividad muy extendida en el mundo Odinista, conocida con el nombre de Staðagaldr, o "yoga rúnico": seguro que os suena bastante. Mi interlocutor deseaba documentarse al respecto del tema, porque, según me comentó, estaba investigando sobre la rama mágica que conocemos como Galðr. Me sorprendió mucho ver cómo se han mezclado tantos términos y conceptos hasta el punto de considerar que hacer meditación o yoga (sea éste "rúnico" o su versión original hindú) sea una especie de actividad "mágica". Al explicarle mi punto de vista sobre el tema, quedó muy extrañado de que yo ni lo practicase ni tampoco le atribuyese cualidades mágicas a dicha actividad. Aquella conversación me llevó a redactar este artículo, para tratar de explicar claramente lo que opino sobre este asunto, que creo que en los últimos tiempos se ha enturbiado, llevando a la gente a encontrar por la red verdaderos despropósitos, derivados de una determinada actitud ante la Fe Odinista. Y, antes de entrar en materia, ¡ya aviso de que éste será otro de esos artículos que no me ayudarán a hacer amigos!
     Antes de comenzar, voy a recordar a quienes deseen ampliar su conocimiento sobre el asunto mágico que hace algo más de dos años ya publiqué un artículo hablando de un modo general sobre los diferentes tipos de prácticas mágicas que existen en nuestra Fe. Os dejo el enlace justo aquí .
     Bueno, vamos a ver por dónde empiezo. Pretendo explicar mi punto de vista sobre las siguientes cuestiones: 

  • ¿Qué es el Staðagaldr?
  • ¿Cuáles son sus atribuciones mágicas?
  • ¿Pertenece a la rama mágica del Galðr o a la rama del trabajo rúnico?
  • Y sobre el trabajo rúnico, ¿se engloba dentro de la videncia rúnica, o es Galðr?
     Una vez haya podido explicar lo que yo conozco sobre el tema y mis opiniones al respecto, podré finalmente exponer una reflexión a modo de conclusión. 

     QUÉ ES EL STAÐAGALDR? Bueno, a grandes rasgos podemos definir esta actividad como un sistema de magia "activo" (es decir, que requiere de la participación física de quien lo practica), con el objeto de dominar la mente propia mediante meditación dirigida por la asunción de varias posturas corporales que representan las diferentes runas del alfabeto conocido como Fuþark Armanen (y alguna adición posterior). 

Las diferentes posturas del cuerpo emulando runas

     Pero ¿qué es el Fuþark Armanen? Para quien no lo sepa, este alfabeto rúnico fue recopilado por el eminente Guido von List (Viena, 5 de octubre de 1848 – Berlín, 17 de mayo de 1919) , famoso ocultista y regeneracionista del paganismo germánico y gran impulsor la visión Folkish del Odinismo, quien sentó las bases de los actuales métodos de videncia rúnica. Desgraciadamente, su brillante trabajo en este campo quedó enturbiado por sus ideas antisemitas y sus trabajos sobre la raza aria, que fueron ampliamente promocionados por el Tercer Reich. En lo que respecta al campo de la magia rúnica, von List declaró que las 18 runas del Fuþark Armanen eran las verdaderas runas con un contenido mágico demostrable, y las usó para desarrollar un sistema propio de magia basado en nuestra Fe.

Runas Armanen

     Sin embargo, la creación del Staðagaldr se la debemos al alemán Friedrich Bernhard Marby, otro regeneracionista del Odinismo (quien, al contrario que von List, no sentía ningún afecto por el movimiento nazi -y, de hecho, pasó unos ocho años confinado en varios campos de concentración, como el de Dachau-) que, durante la década de los años veinte, desarrolló este sistema postural. Décadas después, Edred Thorsson renovó el sistema y lo dotó de estructura, así como de una base histórica al afirmar que había evidencias de su práctica en algunos tesoros arqueológicos, como el famoso "cuerno de Gallehus". 

     CUÁLES SON SUS ATRIBUCIONES MÁGICAS?
"Los objetivos generales del stádhagaldr son:

1. Control del cuerpo a través de la postura (stadha)
2. Control del pensamiento a través de encantamientos (galdr)
3. Control de la respiración
4. Control de las emociones
5. Hacerse consciente de los reinos rúnicos del ser y el/los mundo(s)
6. Control y dirección de la voluntad.
...Stadhagaldr se usa como un modo de integración psicológica y transmutación personal, y también se emplea en todos los otros tipos de operaciones mágicas."
Edred Thorsson, Futhark: A Handbook of Rune Magick
     Está bastante claro, ¿no? ¿No lo está? 

     ¿PERTENECE A LA RAMA MÁGICA DEL GALÐR O A LA RAMA DEL TRABAJO RÚNICO? Si nos ceñimos a la división tradicional entre las diferentes corrientes mágicas, puede parecer que esta práctica se halla entre el Galðr, debido a que se basa en la adopción de posturas y en unos movimientos predeterminados, y el trabajo rúnico, ya que se basa en el poder de las runas. Es más: si seguimos la línea de pensamiento del señor Thorsson, casi que da igual a qué línea pertenece, puesto que la magia está ahí para todos, sea la práctica que sea. Es así, ¿verdad?

     Y SOBRE EL TRABAJO RÚNICO, ¿SE ENGLOBA DENTRO DE LA VIDENCIA RÚNICA, O ES GALÐR? La pregunta correcta sería "todo el que conoce el poder de las runas, ¿puede usarlas para interpretar el Destino?" Según Thorsson todo el mundo puede hacerlo, por lo que, si seguimos ese razonamiento, cualquiera puede practicar Staðagaldr, Galðr, videncia rúnica o cualquier otra disciplina, puesto que, a fin de cuentas, la magia sólo es manipulación energética. ¿Todos de acuerdo?

     Pues no. Yo, al menos, no. El hecho de que no practique esa disciplina y de que no la tome en consideración se debe a que, naturalmente, en su momento estudié sobre el tema, y estudié mucho, investigué todo lo a fondo que pude... y encontré muchas inconsistencias. Pero también aspectos positivos. 
     Para empezar, lo que Friedrich Marby inventó no se llamaba Staðagaldr. Ni siquiera "yoga rúnico", o "meditación rúnica": Marby lo bautizó como GIMNASIA RÚNICA (en alemán: Runengymnastik). Lo creó como una forma de mantener sano el cuerpo mediante una serie de rutinas inspiradas en las runas, en el convencimiento de que si se forma una runa con el cuerpo se pueden obtener beneficios a nivel orgánico y espiritual. Y ESO me parece correcto y beneficioso. Sin mayores pretensiones. ¿Es eso magia? En absoluto.
     Décadas después, el señor Edred Thorsson (cuyo nombre real es Stephen Flowers -conocido en fechas más recientes como Darban-i-Den-) publica numerosos escritos dándole al asunto ese matiz mágico. Tras una lectura concienzuda del trabajo de Thorsson, llegué a la conclusión de que considera al Staðagaldr una disciplina mágica porque aprovecha el poder mágico inherente a las runas. A mí, personalmente, no me convence tal argumento, pero respeto a quien sí le convenza. Lo que verdaderamente me disgustó fue la supuesta justificación histórica del Staðagaldr mediante la mención de un hallazgo arqueológico. Mucha gente se limita a asumir que, si lo dice el señor Thorsson, será porque ha trabajado en el tema concienzudamente. Pero ¿alguien se ha molestado en examinar el grabado del "Cuerno de Gallehus"? Yo sí. Esto es lo que puede verse:


     Ahí lo tenéis, en la parte superior. Para Thorsson es la prueba irrefutable de que nuestros ancestros Germánicos practicaban Staðagaldr. Yo veo un texto rúnico, casi con toda probabilidad con una finalidad mágica, en el que las runas que lo componen han sido grabadas con la forma de seres humanos. No hay más. Y no hay más porque no hay ninguna otra supuesta prueba de que nuestros ancestros hiciesen este tipo de actividad. Tenemos muchísimas pruebas arqueológicas de otras prácticas mágicas: sabemos que las Sejðkónur usaban cuentas de ámbar como catalizador mágico; asimismo, sabemos que las Völur portaban varitas de metal o dagas ceremoniales para realizar sus ceremonias de videncia rúnica o como símbolo de su estatus. Pero el más documentado es sin duda el tema del trabajo rúnico: por poner un ejemplo, todos conocemos la fórmula mágica "ALU", que se suele grabar en objetos ceremoniales o en objetos que deben servir de amuleto o que deben tener una carga mágica potente. ¿Hay pruebas de su uso en el pasado pagano de nuestras tribus? Veamos:

Bracteato de Djupbrunns; hallado en Gotland (Suecia), data de la Era de las Migraciones. Observamos el ALU en la parte superior izquierda, escrito de modo invertido. Nótese también la presencia de una rueda solar en la parte inferior del bracteato.

Bracteato de Funen (Dinamarca), dedicado a Odín; la fórmula ALU puede leerse en la parte superior derecha del grabado.

Piedra rúnica de Elgesem. Datada en torno al siglol IV-V E.C., lo único que tiene grabado es la fórmula ALU escrita verticalmente y de modo invertido. Se presupone que esta piedra formaba parte de un conjunto de varias piedras rúnicas con finalidades mágicas.

Amuleto de Lindholm, hallado en Escania (Suecia), datado entre los siglos II y IV de la Era Común, representado en un dibujo de 1.884. Bajo la representación del amuleto se adjunta un grabado con las runas inscritas en él, y se aprecia con claridad la fórmula ALU de modo invertido en la parte izquierda del texto.

Fíbula de plata hallada en Zealand (Dinamarca). En la foto se lee claramente la palabra "ALUGOD" en runas, seguida de un símbolo solar.

     Existen muchos más hallazgos documentados que contienen la palabra ALU o alguna de sus variantes, aunque no pretendía cargar el artículo excesivamente. Pero creo que es ASÍ como se justifica una afirmación al respecto de la base histórica de cualquier faceta del Odinismo. O, al menos, así lo hacemos aquellos que sentimos esta Fe en lo más hondo de nuestro espíritu. El señor Thorsson, como él mismo reconoció cuando fue expulsado en 1.989 del Odinic Rite, se siente más interesado por el culto "neo-satánico" que profesa el Templo de Set, lo que casaba más que el Odinismo con su filosofía de "todo es energía y da igual cómo lo hagas, mientras lo hagas", actitud que ha sido criticada en más de una ocasión por personalidades como la dama Freya Aswynn. Si este "neo-satánico" se inventó esa disciplina mágica, basándose en una actividad física ya inventada por alguien antes que él, y buscando el respaldo histórico mediante la interpretación sui generis de un hallazgo arqueológico, no seré yo quien le respalde ni quien difunda esa falsa disciplina.
     Y es por esto por lo que no practico el Staðagaldr. Ni tampoco lo difundo. Ahora bien, respeto a quien así lo hace. Yo mismo lo practiqué, hace ya más de una década. La base de nuestras creencias es la libertad individual, así que ¿quién soy yo para decirle a nadie lo que debe o no debe hacer? Y en este asunto en concreto me resulta fácil ser tolerante, porque nadie, absolutamente nadie de cuantos conozco y que practiquen esta disciplina, ha podido confirmar el resultado "magico" de sus ejercicios. Y a este hecho yo lo valoro como la prueba de que el Staðagaldr NO es una disciplina mágica, al contrario de aquéllas que sí pueden demostrar su fiabilidad, como la videncia rúnica o el trance mágico. 
     El verdadero problema ante este tipo de facetas de nuestra Fe es que hay much@s Odinistas (en algunos casos supuest@s Odinistas) que simplemente NO CREEN en nuestro concepto de la magia, por lo que practican estas disciplinas como un modo de participar de la Fe Odinista pero sin creer realmente en lo que hacen, y gran parte de la culpa la tienen aquellos que han tratado de homogeneizar nuestras prácticas mágicas ("todo el mundo puede hacerlo todo porque todos tenemos los mismos poderes y las mismas capacidades mágicas"), o de buscar una equiparación con otras disciplinas que no pertenecen a nuestro Pueblo, generando así extrañas fusiones, tan exóticas como ineficaces: el tarot rúnico, las ceremonias incluyendo invocaciones a los cuatro elementos (¿cuatro? ¿de verdad?), supuestos trances para sanar nuestros chakras (sí, sí, totalmente cierto, he sido testigo de quien afirmaba hacer este tipo de... cosas), y, naturalmente,... el Staðagaldr. 
     Dicho lo cual, y para no acabar este artículo de un modo tan negativo, quiero aclarar algo: incluso en lo más perverso, en el centro de lo peor, siempre podemos hallar algo bueno o positivo: no olvidéis que no creemos en el bien absoluto ni en el mal absoluto, pues no hay para nosotros ni un sólo Camino ni una sola Verdad. De este modo, yo siempre recomiendo estudiar los trabajos de Guido von List en lo concerniente al poder rúnico (hay que ser capaces de separar su actitud racista de su genio e inspiración); soy un admirador de Friedrich Marby y lo respeto enormemente por su creación de la Runengymnastik, por lo que es: un sistema de gimnasia que sigue las formas de las runas y que ayuda al cuerpo y la mente (PERO NO TIENE NADA DE MÁGICO); y aunque considere a Edred Thorsson un advenedizo que lo único que buscaba en nuestra Fe era notoriedad, reconozco que su estudio de los diversos sistemas de videncia rúnica son brillantes, y recomiendo sus textos al respecto a quienes creen tener el Don de las Nornas y desean experimentar al respecto. Lo único que os estoy pidiendo con todo esto es que penséis por vosotr@s mism@s, que estudiéis buscando varias fuentes, que separéis lo valioso de lo que no nos interesa, que busquéis contrastar lo que sabéis con otras personas. Porque estamos recuperando un sistema de creencias milenario, estamos re-creando una Fe orgullosa y real, y no debemos, en mi opinión, adornarla con aditivos ajenos a nuestra cultura, por muy exóticos o atrayentes que nos parezcan. La Fe puede llegar a ser una materia muy simple, y hermosa en su simpleza. Nuestro poder reside en nuestro interior, en nuestro pasado, en nuestro entorno y nuestros Dioses. Y no en poner acrobáticas posturas creyendo que tienen efectos mágicos. ¿Qué somos, Power Rangers?
     ¡Os veo en el próximo artículo (si aún seguís queriendo leerme)!
     


     

martes, 1 de agosto de 2017

Elaboración de la hidromiel: parte II

     Aquí estamos nuevamente, y creo que ya estamos listos para finalizar el proceso de elaboración de nuestra riquísima hidromiel.
     Antes de manipular nuestro mosto fermentado, necesitamos adquirir algo que posee una importancia crucial en todo este proceso: el recipiente de envasado. Parece algo sencillo, ¿verdad? "Pues una botella", pensareis muchos. Claro que sí, pero ¿vale cualquiera? Mi experiencia me dice que no, que requerimos un envase que esté pensado específicamente para un líquido de las características de nuestra bebida, y es que, aunque la levadura haya ralentizado el proceso químico de fermentación alcohólica, aún sigue activa, y lo seguirá estando mientras la hidromiel esté embotellada. ¡Mis primeros experimentos de envasado me llevaron a presenciar pequeñas explosiones, estallido de botellas y observación de corchos voladores!
     Es por ello que mi consejo es que os hagáis con una botella de este estilo:


     Aquí, en mi tierra, a este tipo de botellas las conocemos como botellas "con tapón de gaseosa", y fueron muy populares en las décadas de los setenta y los ochenta. Y en su nombre encontramos su particularidad: el curioso sistema de cierre. A pesar de que estoy seguro de que la inmensa mayoría sabéis a lo que me refiero, a continuación os ofrezco una imagen detallada de este cierre:


     Este tipo de recipientes están diseñados para poder soportar la presión que ejerce un líquido gaseoso, y nunca he tenido problemas con estas botellas. Además, son relativamente sencillas de adquirir, al menos por estas latitudes: encontrareis diversos modelos en bazares chinos, en tiendas de menaje, etc. Asimismo, numerosas marcas de cerveza se presentan en este tipo de envases que, obviamente, se pueden reutilizar. Haceos, pues, con una provisión de botellas de este tipo, y cuando las tengáis limpias y hayáis comprobado que la gomita del tapón está en perfecto estado, podemos empezar el proceso de envasado, también conocido como "trasiego".


     En primer lugar, vamos a proceder a comprobar que nuestro mosto fermentado está en buenas condiciones. Si seguisteis mis instrucciones al pie de la letra, su aspecto debería ser similar a éste:


     En el fondo se observará el poso, que no es más que la levadura que se ha precipitado a la parte inferior de la garrafa. Al mover la mezcla, es normal que el líquido se enturbie un tanto, a causa del movimiento de este poso. No es nada malo, aunque evitaremos en la medida de lo posible que nuestra hidromiel se enturbie en exceso. Ahora prepararemos una de las botellas para el trasiego. Colocaremos bajo ella un paño (para evitar que los posibles derrames accidentales manchen la mesa, puesto que la hidromiel puede ser difícil de limpiar), y en la boca de la botella pondremos un embudo bien limpio.


     Levantando el recipiente de fermentación, con mucho cuidado, comenzaremos a escanciar la hidromiel en la botella, procurando no remover el fondo en exceso. Pero puede que, por diversos motivos, sea inevitable que el poso se remueva y enturbie la mezcla. ¿Se puede evitar? Bueno, hay una medida que evitará que la mayor parte de ese molesto poso pase a la botella: se trata de un colador de tela, como el que muestro a continuación:


     Mientras escanciáis el precioso líquido en su envase definitivo, veréis cómo burbujea y forma espuma, verificando así que la levadura sigue en plena forma. Las primeras botellas estarán más claras, pero inevitablemente las siguientes se irán enturbiando. Así pues, la parte final de hidromiel será casi en su totalidad levadura en suspensión en un poco de líquido. Yo esa parte no suelo usarla, es decir, que no apuro el recipiente de fermentación hasta el final, y os recomiendo hacer lo mismo. 


     Al final, con las medidas de ingredientes que usé en la primera parte de este artículo, me han quedado unos tres litros de rica hidromiel:


     Pero, si almacenase así las botellas, la levadura aún estaría demasiado activa y, por tanto, seguiría con su proceso de fermentación y por consiguiente generando gas, lo que podría resultar peligroso, así que necesitamos "dormir" un poco la levadura. ¿Cómo hacemos esto? Pues muy fácil: con frío.


     Meted las botellas en el refrigerador, y no las mováis durante, al menos, tres días. A partir de ese momento, la levadura seguirá viva, pero mucho menos activa, y ya no habrá peligro de explosiones indeseables. Es entonces cuando podréis almacenar vuestra hidromiel, con las mismas especificaciones que tendría el almacenaje del vino o la cerveza: usad un lugar fresco y seco, alejado de la luz solar y que no sufra grandes variaciones de temperatura, y si fuese posible, mantened la bebida a unos 17º-19º C. Antes de consumirla, metedla nuevamente en la nevera un día para que se ponga bien fresca, ¡y disfrutadla como gustéis!
     Vuelvo a recordar que la levadura sigue activa, por lo que, cuanto más tiempo pase la hidromiel almacenada, más graduación tendrá (y eso aumentará su sabor fuerte y eliminará el dulzor inicial de la bebida).
     Y no olvidéis que estamos hablando de alcohol: disfrutad con moderación si la bebéis de forma lúdica, con respeto y honor si lo hacéis en ceremonias y rituales, y NUNCA SI SOIS MENORES DE EDAD, ¿de acuerdo? Somos Odinistas: haced honor a nuestro Pueblo y sus tradiciones.
     ¡Os espero en el próximo artículo!


jueves, 20 de julio de 2017

La verosimilitud de la fe: la "Paradoja Freyfaxi"

     Charlando el otro día con mi Jarl, Kráka, me comentó lo complicado que resultaba argumentar con alguien ajeno a nuestra Fe la fiabilidad de las fuentes históricas en las que nos basamos, pues al parecer no existen textos de autores contemporáneos de nuestros ancestros paganos que resulten objetivos y detallados. Medité profundamente sobre ello, concediendo que así era, en realidad. Pero entonces, ¿cómo estar seguros de que avanzamos por un camino que continúe con la Antigua Senda, y no por uno que sea una versión deformada, o simplemente inventada? Y se dio la casualidad de que, en ese momento, me hallaba enfrascado en el estudio de la Saga de Hrafnkel, dado que se acerca la festividad de Freyfaxi y es en esta saga donde se menciona al célebre caballo. Así, se formó en mi mente una explicación a la cuestión, y decidí llamarla la Paradoja Freyfaxi. La expondré aquí, para que la valoréis vosotr@s mism@s.

Versión manuscrita de la Hrafnkels Saga perteneciente al Sögubók

     Todo el mundo sabe que, aparte de las Eddas, la otra fuente histórica escrita de origen islandés más utilizada en el moderno Odinismo son las sagas. Así pues, las usaremos como ejemplo de fuente histórica. ¿Cómo podríamos medir su "fiabilidad", por llamarlo de un modo simple, en aquellos aspectos susceptibles de ser útiles a nuestras prácticas religiosas, o creencias? Porque, de hecho, la festividad de Freyfaxi debe su nombre a una saga, la Saga de Hrafnkel. ¿Es históricamente correcta dicha saga? Veámoslo:
     En el estudio de las sagas, existen dos corrientes o tendencias principales: la antigua (que denominaremos romántica), que predominó desde el siglo XVIII hasta el segundo tercio del siglo XX, y la moderna (a la que nombraremos como pragmática), que se inició en los años setenta y actualmente es la que más fuerza tiene. Analicemos sus argumentos.
  La tendencia romántica nos explica que las sagas islandesas son historias, que en un principio se transmitían oralmente, y que servían como entretenimiento del pueblo islandés, amante de las historias, pero que a su vez servían para recordar hechos históricos. Según esta tendencia, las sagas se creaban así: una familia se convertía en un elemento importante en su región o en el país entero a causa de sus hazañas, y los escaldos comenzaban a narrar sus historias de forma oral, y es por ello que las sagas contienen elementos de la narración oral, como repeticiones o fórmulas fijas, que servían para ayudar a su memorización. Con el tiempo, a causa de la transmisión oral, se olvidaban partes, se añadían otras, y se cambiaban numerosos detalles, aunque el fondo de la historia se mantenía, y así perduraba durante siglos, manteniendo intacta, entre otros elementos, la exactitud histórica. Un ejemplo: en la Saga de Njal se narra la quema de una casa, indicando dónde estaba exactamente; en los años veinte un equipo de arqueólogos descubrió en aquel lugar los restos de una casa quemada. Aunque el ejemplo indudablemente más famoso es la Saga de Erik el Rojo: en ella hallamos descripciones de asentamientos vikingos en Groenlandia (confirmados con hallazgos arqueológicos), e incluso la descripción geográfica de la costa nordeste de Norteamérica y de sus habitantes indígenas y sus costumbres (como la de dormir bajo una canoa volcada), que a posteriori se confirmaron. Todo ello apunta a la fiabilidad histórica de las sagas. Con ello en mente, leemos en la Saga de Hrafnkel
     Hrafnkel tenía, entre los animales que poseía, uno al que apreciaba más que a cualquier otro. Era un caballo castaño con una franja oscura en el lomo, al que llamaba Freyfaxi. Le había regalado la mitad del caballo a su amigo Frey. Tenía tanto cariño a este caballo, que había hecho juramento de matar al que lo montase sin su permiso.
     Así que llegamos a la conclusión de que, según esta teoría, siendo las sagas un género oral, que, aunque puesto por escrito varios siglos después, mantiene una elevada verosimilitud y fiabilidad históricas, por lo que no nos cabe duda de que existió en Islandia un gódi consagrado a Frey, llamado Hrafnkel, que poseía un caballo llamado Freyfaxi (cuyo nombre significa "Crin de Frey"), y en cuyo honor llamamos así a las celebraciones de inicio de la cosecha. Coherente, ¿no es así?
     Pero hoy día predomina la teoría pragmática, que hace unas décadas puso en evidencia a su predecesora. Según esta corriente, la saga sería un género escrito, y sus autores las habrían creado de un modo similar al proceso de creación de una novela actual. Esta corriente sostiene que las sagas se crearon a causa del interés de los islandeses por la literatura en general y por su historia y cultura ancestrales en particular, siempre al servicio del sentimiento nacionalista y separatista que imperaba en la región en aquel momento a causa de las ansias de anexión que dominaban los reinos de Noruega y Dinamarca. Al ser un país de reciente creación en aquel momento, apenas tenían historia escrita, por lo que dependían de fuentes orales; con el paso del tiempo, combinaron ambas fuentes. De este modo, las sagas narraban las vidas de islandeses notables: solían ser redactadas por monjes o personas relacionadas con monasterios (¡oh sorpresa!), usando fuentes orales y escritas para documentarse, por lo que no serían narraciones orales pasadas a pergaminos, sino obras literarias escritas. Al respecto de su fiabilidad histórica, la teoría pragmática dicta que es relativa, porque los autores se basan en hechos y lugares reales, pero introducen elementos y personajes de ficción para desarrollar su historia, puesto que partimos de la base de que la saga tiene fines literarios, y es por ello que en las sagas se pueden hallar temas y argumentos repetidos. El autor puede inventar personajes y aventuras, pero también los toma prestados de otras sagas. En casos extremos, TODA LA OBRA ES FICCIÓN, como es el caso de... la Saga de Hrafnkel, sí, lo habéis adivinado. En esta saga, tal y como ya demostró hace algunos años Sigurdur Nordal, ni los personajes ni los sucesos narrados pudieron tener lugar, si atendemos a las fuentes históricas de las que disponemos hoy día.  Y entonces ¿cuál sería el propósito de una obra enteramente de ficción? Pues por lo que se sabe, la Saga de Hrafnkel fue posiblemente escrita (o al menos encargada) por un obispo islandés, de nombre Brand Jónsson, que vivió en el siglo XIII: la obra muestra un claro sentido cristiano, así que se trata de pura ficción con fines puramente ejemplarizantes. ¿Cómo puede ser, os preguntareis? Veamos algunos pasajes del texto. En el capítulo 2, se ataca al politeísmo original de Islandia con esta frase:
Hrafnkel no amaba a otro dios sino a Frey.
     De igual modo, había que atacar las antiguas creencias y a sus seguidores, pero sin olvidar que se trataba de un supuesto compatriota; lo observamos en esta frase:
Era un hombre muy injusto, aunque noble.
     La guinda del pastel la encontramos en el momento en que Hrafnkel, habiendo perdido todo y luchando por recuperarse, pierde su fe, y este proceso de catarsis se resume en el siguiente pasaje:
Entonces dijo Hrafnkel: "Me parece que es una tontería creer en los dioses", y añadió que nunca volvería a creer en ellos, y lo cumplió,...
     A partir de su renuncia a la antigua fe de sus antepasados, milagrosamente, todo comienza a irle bien, como apreciamos en los siguientes pasajes:
Consiguió una gran reputación en la comarca.


...Era un hombre mucho más amigable que antes.
     Pero entonces, ¿qué está ocurriendo, nos estamos basando en mentiras que nunca tuvieron lugar? ¿En historias cristianas creadas para adoctrinar? No desesperéis tan pronto. Nosotros, al contrario que las "religiones del libro", no nos basamos únicamente en textos antiguos, del mismo modo que no aceptamos lo que nos indica una fuente sin hacer antes un trabajo de estudio y contrastado de la información. 
     Los festejos a los que llamamos Freyfaxi (conocidos como Loaf-mass en territorio anglosajón, o Lammas en su forma céltica) no son más que la fiesta de inicio de la cosecha, una fiesta tradicional bien documentada. En Islandia, incluso tras la introducción del cristianismo, en estas fechas se celebraban carreras de caballos y peleas de sementales. Aquí tenemos la conexión histórica probada: la cosecha suele estar auspiciada por tres dioses, siendo menos importantes para este evento Thor y su esposa Sif, y siendo Frey la deidad principal. Por otra parte, en los festejos que han perdurado hasta nuestros días, es una celebración marcada por dos elementos principales: trigo y caballos. Dicho lo cual, llegamos por fin a la Paradoja Freyfaxi: sea Freyfaxi un animal real o el invento de un sacerdote, personifica ejemplarmente los elementos básicos de esta fecha. Y no hay falsedad en la celebración, ni tampoco deshonra en el nombre.
     Aún podría daros más muestras de la Paradoja Freyfaxi. Por ejemplo, en algunas zonas de Noruega, al llegar el inicio de la cosecha y sus festejos, se engalana a los caballos con unos curiosos tocados. Observad:

Fuente: Google

     Mucha gente podría pensar que no se trata más que de la exageración extrema de un tópico tan manido y rancio como es el tema de los cascos con cuernos que la cultura pop pretende asignar a los pueblos paganos escandinavos. Pues bien, a continuación os voy a mostrar una sección del grabado contenido en una piedra rúnica, datada por los arqueólogos entre los siglos V y VII de la Era Común, conservada en una iglesia de Häggeby (Suecia):


     ¿Es necesario añadir algo más? 
     Si tuviese que reducir la Paradoja Freyfaxi a unas pocas palabras, la enunciaría así: si algo se puede demostrar con la aportación de varias pruebas derivadas de fuentes fiables, se puede incorporar a nuestra Tradición, aunque estas fuentes sean subjetivas o pretendan dañar la imagen del Paganismo Germánico
     Pues ahí tenéis mi teoría. Por eso es tan importante estudiar mucho sobre nuestro Pueblo y nuestras tradiciones, en diversos campos y disciplinas, para poder separar el grano de la paja, y más en una época como la que vivimos, donde, como suele decirse, la sobreinformación genera desinformación. Y NUNCA JAMÁS temáis estudiar fuentes cristianas, o autores que claramente trataron de atacar nuestras creencias, como Saxo Grammaticus o Adam de Bremen, de cuyos textos hemos aprendido tanto, siempre desde el prisma de nuestra Fe. Y es que en sus ataques nuestra Fe se crece, y medra en esa lucha. Y esto se debe a que nuestra Fe y nuestra Tradición portan la luz de la razón.
     ¡Os veo en el próximo artículo!
     



 

domingo, 9 de julio de 2017

Elaboración de la hidromiel: parte I

     Ya era hora de hablar sobre la hidromiel, ¿verdad? Sé que much@s estáis deseando aprender a elaborar esta bebida, tan sagrada para nuestro Pueblo y con tantas connotaciones religiosas y sociales. Y, por qué no decirlo, ¡tan  deliciosa!
     Al igual que sucede con otras bebidas fermentadas (no destiladas), como el vino, la sidra o la cerveza, hay muchas formas de elaborar una rica hidromiel, tal vez tantas como elaboradores de la misma, puesto que, una vez se dominan los rudimentos de su elaboración, cada persona suele darle su toque personal. Asimismo, hay que tener presente que la hidromiel es una bebida "viva", es decir, que contiene levadura y que, por tanto, puede variar sus propiedades en función de la naturaleza de los ingredientes que utilizamos en el proceso (tipo de agua o de miel, origen de la levadura, o las cantidades de cada ingrediente), y eso nos lleva a que sea complicado saber con exactitud su graduación alcohólica en un momento dado, aunque lo normal es que la cantidad de alcohol de la hidromiel aumente de forma proporcional al tiempo que pasa desde que es envasada, así que es bueno tener presente que una misma tirada de hidromiel tendrá un sabor diferente cuando tiene un mes de maduración al sabor que tendrá seis meses después.
     Estoy fabricando justo ahora una pequeña tirada de hidromiel para la futura festividad de Freyfaxi, así que ilustraré el texto con fotografías que yo mismo he ido tomando del proceso. Quiero reiterar que hay muchísimas formas de hacerla, y yo simplemente voy a contaros mi sistema, así que, una vez  lo dominéis, os animo a experimentar hasta que logréis vuestras recetas favoritas. Al ser un proceso prolongado en el tiempo, he dividido este artículo en varias partes, que iré publicando a la par que elaboro esta tirada de bebida. ¿Estáis list@s? ¡Comencemos!
     AVISO: leed completamente este artículo antes de comenzar la elaboración, para estar seguros de que tenéis listas todas las herramientas y los ingredientes necesarios en la medida adecuada. 
     
     LOS INGREDIENTES
     Para elaborar una sabrosa hidromiel, simplemente necesitamos tres ingredientes, todos muy sencillos de localizar, y que combinaremos de una determinada manera en una proporción dada. Todos los pesos y medidas que os doy son orientativos, así que os recomiendo seguirlos fielmente las primeras veces, y después id probando hasta que deis con la proporción que mejor se amolde a vuestros gustos.
     Como su propio nombre indica, la hidromiel se basa en dos ingredientes principales: agua y miel. ¿Cuál es la proporción adecuada? Para no confundiros al principio usaremos la estándar, que es 1'5 litros de agua por cada 500 gramos de miel


     He comprado un tarro de 1 kg. de miel en una gran superficie. Hay muchos tipos de miel, que varían en función del polen que las abejas utilizaron en la elaboración de la miel, aunque para hacer las primeras pruebas os recomiendo la variedad más común, denominada mil flores. El tipo de miel influirá notablemente en el color, aroma y sabor del producto final, así que cuanto más natural sea la miel, mucho mejor, pero para el primer intento, cualquier miel irá bien, sobre todo si tenemos en cuenta que hablamos de un producto bastante caro (en España, las mieles más baratas rondan los 4'50 euros/kilo). Voy a usar todo el bote, así que, siguiendo la proporción que antes os di, debería usar...


     ...tres litros de agua, en efecto. Si usáis agua embotellada os aseguraréis de la pureza del agua, aunque si disponéis de acceso a un manantial, pues muchísimo mejor.
     Por último, el ingrediente que hace la magia (que aún no vamos a usar pero lo menciono ahora): la levadura.


     Por si nunca habíais visto el aspecto de la levadura, ése es el que tiene. Hay que hacer una precisión muy importante: sólo utilizaremos levadura ORGÁNICA, nunca levadura química (que es la que viene en sobres, en forma de polvo): nuestra levadura orgánica se puede encontrar en muchas grandes superficies, aunque si no conseguís localizarla también podréis pedirla en cualquier obrador de pan, donde suelen tener variedades propias. No necesitamos una gran cantidad: menos de 50 gramos para empezar. Conservadla refrigerada hasta que la utilicéis, ¿de acuerdo?

     ELABORACIÓN DEL MOSTO
     En primer lugar elaboraremos el "mosto", es decir, mezclaremos el agua y la miel en una especie de "sopa". Recordad tener todos los utensilios bien limpios antes de usarlos, por favor: así evitaremos poluciones en el proceso.


     Os presento mi olla, a la que llamo Molly. Sólo la uso para elaborar hidromiel, y ya tiene cerca de ocho años y capacidad para unos 10 litros de mosto, así que es perfecta. Ahora la rellenaremos con el agua.


     Una vez que he vertido en Molly los tres litros de agua, la pondré al fuego y calentaré el agua. Hay que estar pendiente porque el agua debe estar caliente SIN QUE LLEGUE A HERVIR para poder añadir la miel. Dejemos que se caliente.


     Si tapamos el recipiente durante los primeros minutos, ayudaremos a que la temperatura suba más rápidamente, pero no olvidéis ir vigilando el proceso.


     A los pocos minutos, ya empieza a salir vapor y se ven las primeras burbujitas en el fondo de Molly. Aún esperaré un poco más antes de añadir la miel. Recordad: QUE NO HIERVA EL AGUA.


     Cuando la ebullición sea inminente, añadiremos lentamente el contenido del tarro de miel. Tened a mano algo para remover la mezcla, como un cucharón.


     Una vez hayamos vaciado el tarro, comenzaremos a remover de forma constante con el cucharón, hasta lograr una mezcla homogénea. Esto lo haremos SIN APAGAR EL FUEGO, ya que, ahora sí, debemos llevar la mezcla a ebullición. Es importante no parar de remover para evitar que la miel se pegue en el fondo y se queme, así que removed con brío hasta que quede una mezcla uniforme.


     Observaréis que, en el proceso de remover, se formará en la superficie del mosto una película de espuma blanca. Es normal: son las impurezas de la miel, que afloran. No os preocupéis por eso ahora: baste decir que es normal y que es indicativo de que la miel es buena. 


     Como veis en la imagen, por fin el mosto ha comenzado su ebullición. Llegado ese punto, dejad que hierva unos segundos, menos de un minuto, y retirad la olla del fuego. Acto seguido, vamos a retirar la espuma de la superficie. Para ello, podemos utilizar el mismo cucharón con el que antes removimos el mosto.


     Es MUY IMPORTANTE retirar toda la espuma, porque si no, esas impurezas podrían afectar negativamente al posterior proceso de fermentación. Al principio resulta fácil de retirar, pero puede que los últimos restos de espuma resulten algo esquivos. Para solucionar esto, yo uso un pequeño colador metálico con el que es muy sencillo eliminar completamente la espuma restante.


     Una vez hecho esto, el mosto debería quedar como se observa en la siguiente imagen:


     Ahora vamos a dejar reposar un poco el mosto. Para evitar que le entre alguna impureza externa, cubriremos la olla con un trapo de cocina o alguna tela similar (que esté bien limpia), para que permita salir el calor sin generar condensación, motivo por el que no usaremos la tapa de la olla.


     Para el siguiente paso en el proceso de elaboración, necesitamos que nuestro mosto se encuentre a una temperatura aproximada de entre 31ºC y 36ºC, pero debemos dejarlo enfriar a temperatura ambiente, NUNCA aceleraremos el proceso metiendo la olla en el refrigerador, por ejemplo. Paciencia. 

     PREPARACIÓN DEL RECIPIENTE DE FERMENTACIÓN
     Mientras se enfría el mosto, nos aseguraremos de tener un recipiente de fermentación adecuado. ¿Qué quiero decir con lo de adecuado? Pues que no nos basta simplemente con tener un contenedor lo suficientemente grande como para que quepa el líquido, sino que, además, debe contener una válvula que permita escapar del recipiente los gases derivados del proceso de fermentación que va a tener lugar en su interior. Pero no os preocupéis: es muy sencillo elaborar una válvula, y a continuación os voy a mostrar dos maneras de preparar un recipiente de fermentación útil y seguro. Tened presente que la válvula es ABSOLUTAMENTE NECESARIA para evitar la acumulación de gases, que podrían llevar a algún desagradable incidente, que resultaría en un recipiente roto y un montón de hidromiel a medio fermentar ensuciando el suelo...
     Para cantidades pequeñas, como tiradas de unos cuatro litros (que es lo que usualmente elaboro yo), recomiendo comprar una garrafa de agua que tenga una capacidad algo mayor. En el supermercado pueden hallarse garrafas de agua de cinco litros, y hasta de ocho litros en algunos comercios: ambas son ideales.


     Una vez tengamos la garrafa vacía, guardaremos el tapón. Ahora necesitamos un tubo, que saldrá de la garrafa, y por el cual se escapará el gas de la fermentación. En las ferreterías venden un tubo fino y transparente, que se suele usar en el sistema de oxigenación de los acuarios y peceras, y es el que yo uso. Os muestro una fotografía para que os hagáis una idea:


     Una vez tengamos el tubo, que tendrá una longitud aproximada de 50 centímetros, cogeremos el tapón de la garrafa y le practicaremos un agujero, que debe tener una circunferencia igual a la del tubo.


     Ahora pasaremos el tubo por el agujero, y lo sellaremos con algún tipo de pegamento especial para plástico. El adhesivo que usemos debe tener cierta elasticidad para que no se agriete. Aseguraos de sellar perfectamente el agujero con el tubo, ya que esto evitará que entre oxígeno en la mezcla y que ésta se malogre.


     Con esto ya tenemos el sistema de escape de gases. En el otro extremo, la cosa es más sencilla: cogeremos un bote vacío (por ejemplo, el de la miel que hemos usado) con tapa.


     En la tapa haremos otro agujero lo suficientemente ancho como para que pase el tubo, pero en esta ocasión no será necesario sellarlo, ni siquiera que quede ajustado, simplemente es suficiente con que pase.


     Y de este modo, ya tenemos un recipiente para fermentación perfecto. El resultado debería asemejarse a esta imagen:


          Sin embargo, soy consciente de que el proceso de fabricación de este artilugio puede resultar complejo, y que pudiera darse el caso de que no encontraseis alguno de los elementos que lo componen, o que no tengáis tiempo de fabricarlo, o simplemente habilidad para ello. Por ello, os voy a explicar cómo me las ingeniaba yo cuando empecé a elaborar mi propia hidromiel, hará como diez años. En lugar de usar una garrafa, usaremos una botella, ya sea de 1'5 litros o de 2.


     La válvula es una cosa de lo más simple: un globo.


     Una vez llenemos la botella con la mezcla, pondremos el globo en la boca de la botella, del siguiente modo:


          Ahora cogeremos una aguja de coser, y pincharemos el globo por la parte superior, sólo una punzada que atraviese la goma:


     Y listo. Sí, sí, no necesitamos nada más: cuando el proceso de fermentación comience a generar gases, éstos inflarán un poquito el globo, pero al estar pinchado, podrán escaparse de forma continua y evitando así que entre oxígeno. Como veis, bastante más sencillo que el anterior artilugio, pero sólo se puede usar con cantidades muy pequeñas, mientras que la garrafa nos permite elaborar más cantidad. Continuaré la explicación usando, naturalmente, la garrafa, pero deseaba explicar el otro sistema, no por simple menos efectivo.

     ENVASADO Y FERMENTACIÓN
     Bien, daremos por sentado que nuestro mosto ya se encuentra a la temperatura idónea, esto es, entre 31ºC y 36ºC. ¿Por qué esa temperatura? Es la temperatura perfecta para estimular el trabajo de la levadura: si el mosto estuviese más frío, la levadura quedaría "dormida" y no se produciría el proceso químico por el que la levadura transforma los azúcares de la miel en alcohol, echando a perder la mezcla; por otro lado, si estuviese a mayor temperatura de la indicada, la levadura correría el riesgo de "cocerse" y morir, por lo que también se perdería nuestro trabajo.
     Para incorporar la levadura al mosto, la prepararemos del siguiente modo: primero, tomaremos un bol y le añadiremos agua, unos 100 ml..


     Ahora incorporaremos la levadura. ¿Qué cantidad usaremos? Bien, al principio yo solía poner unos 3-4 gramos para una cantidad como la que estamos elaborando, pero me quedaba corto. Ahora suelo poner unos 20-25 gramos: no os preocupéis por la exactitud, pues como ya señalé antes, esto es cuestión de práctica y experimentación. Una vez añadida al agua, procederemos a desleír la levadura en el agua, con ayuda de una cucharilla.


     Procurad que quede bien disuelta, sin grumos, para que haga su trabajo de un modo adecuado. Al final nos quedará una especie de "sopa" blanquecina con olor a moho.


     La levadura, por fin, está preparada para ser incorporada al mosto. Primero, hemos de introducir el mosto en la garrafa. Para ello, podéis ayudaros con un cucharón y con un embudo.


     Y cuando el mosto esté envasado en la garrafa, añadiremos la levadura.


     Listo. Ahora es el momento de nuestra amiga, la levadura. Nosotros intentaremos favorecer su trabajo. Así pues, vamos a tapar la garrafa con nuestro tapón modificado.


     Ahora, cogeremos el otro bote que habíamos reservado, ¿os acordáis? Pues bien, lo llenaremos de agua hasta la mitad, aproximadamente.


     Como se puede apreciar en la imagen, ya sólo nos queda taparlo, y meter el extremo de la goma por el agujero de la tapa. Ya está todo preparado. Ahora es necesario guardar nuestro recipiente de fermentación en algún lugar fresco, seco y alejado de la luz directa del sol. Por ejemplo, yo tengo reservado un rincón en mi alacena.


     Recordad que, mientras dure la fermentación, está desaconsejado mover el recipiente, así que pensad detenidamente dónde lo vais a almacenar, para que no os estorbe.


     Pues listo, ya sólo nos resta esperar a que la levadura haga su trabajo. ¿Cuánto hay que esperar? Yo suelo dejarla fermentar durante 21 días, aunque eso depende de lo activa que se vea. ¿A qué me refiero con eso? Veréis: en cuestión de horas, debería apreciarse en el mosto el inicio del efecto de la levadura, en forma de pequeñas burbujas y en la formación de una película de espuma en la superficie. Asimismo, podréis notar cómo el gas recorre el tubo y sale por el extremo sumergido en el agua en forma de una burbuja que emite un característico sonido de plop. En el momento de mayor actividad de la levadura, como a los diez días de haberla envasado, esos plops pueden llegar a escucharse a intervalos de pocos segundos. Con el paso de los días, los intervalos se espaciarán, hasta que deje de salir gas, momento en que la levadura habrá finalizado su tarea.
     De momento ya no podemos hacer más que esperar. Dentro de 21 días escribiré el siguiente artículo, donde os mostraré el trasiego de la hidromiel a sus recipientes de almacenaje, ¿de acuerdo?
     ¡Os veo en el próximo post!