viernes, 27 de febrero de 2015

Sobre, "Odinismo", "Ásatrú" y otros confusos términos

     En mis habituales paseos por la red global, en una interminable búsqueda de material odinista, suelo encontrarme a menudo con algunos errores conceptuales, debidos sin duda a la escasa calidad de ciertas traducciones. El problema con las definiciones en esta materia es que resulta complicado (por no decir imposible) buscar una suerte de homogeneidad conceptual: la propia idea atenta contra el individualismo de las distintas comunidades odinistas desperdigadas por el mundo. Para un odinista, la libertad es algo irrenunciable. Y a pesar de nuestras diferencias, todos estamos de acuerdo en ese punto: cada comunidad tiene el derecho de autogestionarse sin depender de poderes superiores (aunque, claro está, sin olvidar la base de solidaridad que sustenta cualquier sentir pagano). Ahora bien, ¿qué sucede cuando un término o práctica "erróneos" se cuelan en el seno de una comunidad? Si todos los miembros lo aceptasen, el error podría asumirse y se correría el riesgo de, por así decirlo, "sentar cátedra". En este punto, hay que incidir en la responsabilidad que tienen los gothar a la hora de asimilar los pilares y entresijos de nuestra fe y saber transmitirlos de un modo claro, sin artificios ni oscurantismos propios de otras prácticas religiosas ajenas a la nuestra.
     ¿Y por qué comento todo esto? Pues porque temo que, tal vez, todos aquellos que tenemos la responsabilidad (bien por vocación, por designio o por ambas cosas) de transmitir las bases de esta fe a nuestras respectivas comunidades, nos perdemos en ciertas disquisiciones supuestamente "elevadas", a mi entender totalmente estériles, y nos olvidamos de que, mientras tanto, los miembros de nuestros clanes/ kindreds se ven expuestos a la sobresaturación informativa de Internet, donde, huelga decirlo, no todo es información veraz, contrastada y cierta. Asimismo, es muy complicado digerir y organizar la escasa información susceptible de ser útil. De este modo, si la gente no comprende algo, suele limitarse a "mirar por Internet", donde encuentran conceptos e ideas de toda índole, y donde parece que, cuando algo se repite mucho, es prueba innegable de que es verdad. 
     Y esto, queridos lectores, no es así de ningún modo. Y no estoy hablando sólo de cuestiones sobre la fe: hablo de política, de música, de amor. Hablo de la vida, en general. No puede valernos la teoría del "cinco millones de consumidores no pueden estar equivocados". Pero esto ya lo traté en un artículo anterior y no voy a extenderme en esto (si os interesa y no lo leísteis o no lo recordáis, aquí os dejo el enlace: REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 5: No al comercialismo ). 
     Para ir encarrilando este artículo (que ya está bien de divagar), os comentaré una anécdota. El otro día, husmeando en un foro de cuyo nombre no quiero acordarme, leí una pregunta que lanzó alguien que estaba iniciándose en el odinismo, y era algo así como "Entonces, ¿es lo mismo Odinismo y Ásatrú? ¿O hay diferencias?" La pregunta recibió una miríada de respuestas de toda índole. Naturalmente, las había acertadas, pero poniéndonos en los zapatos de la persona que preguntaba, ¿cómo distinguir lo acertado de lo errado? Sin un poco de guía, creo que es imposible. Y si a esto le añadimos la incapacidad de algunos individuos para debatir o simplemente conversar sin usar el insulto o la descalificación personal, creyéndose en posesión de una supuesta "verdad absoluta" que, sinceramente, no creo que exista, el resultado que imagino es que la persona que preguntaba se quedó exactamente igual (en el mejor de los casos), o directamente, aún más confundido. Sea como fuere, seguro que no se llevó una buena imagen de la comunidad odinista.
     Algun@s ya lo habréis adivinado, pero apuntaré que no quise intervenir en aquel diálogo de besugos, porque era imposible llegar a una suerte de consenso. Así que prefiero aportar mi granito de arena desde éste mi acogedor escritorio, donde la máxima es el respeto, y el diálogo su vehículo. Veamos, pues, mi interpretación al respecto de esas palabras que dan nombre a nuestra fe y a las diversas formas de culto que ésta adopta.
 El templo de Uppsala , según Olaus Magnus ("Historia de gentibus septentrionalibus" -1.555-)

     Cuando utilizo el término Odinismo, englobo con él todas las prácticas de recreación del sistema de creencias precristianas nativas de Germania y Escandinavia, y que se extendieron por toda Europa con el paso de los siglos a causa de las migraciones humanas y los intercambios culturales, desde la edad del Bronce en adelante. Ahora bien, debido a nuestra feroz independencia, existen diversas formas de culto que se diferencian claramente, en función de lo que cada comunidad sienta o crea. 
     Por ejemplo, los diferentes cultos en sí se engloban en dos grandes grupos y un tercer grupúsculo, algo más reducido:
-Ásatrú es el más amplio de los tres, caracterizado por el culto predominante a los Aesir sobre los Vanir (que no son menospreciados sino que también son honrados, pero en menor medida).
-Vánatrú sería el caso a la inversa: predomina el culto a los Vanir sobre los Aesir, y se da mayoritariamente en zonas rurales o en comunidades eminentemente agrícolas (por la conexión de los Vanir con la Naturaleza y sus ciclos).
-El grupo minoritario al que he hecho referencia antes es el Teodismo, que es el Odinismo practicado en tierras anglosajonas y que tiene sus particularidades. 
     Esta división, que parece tan simple a primera vista, se enturbia y complica cuando le añadimos conceptos externos al culto en sí. Por poner un ejemplo, existe una división entre la visión que se tiene del alcance de nuestra fe:
-Existe una vertiente universalista, que sostiene que cualquiera puede profesar nuestra fe, sea cual sea su etnia o procedencia.
-De igual modo, tenemos la vertiente "Folkish", que afirma que el Odinismo es una fe "nativa europea" y que debería ser practicada por europeos o descendientes de ellos (no confundir esta concepción con el "supremacismo ario" o Wotanismo, una pervertida versión de la visión Folkish).
     Estas dos concepciones son visiones distintas, pero ¿son visiones enfrentadas? Pues yo opino que no, aunque es bien sabido que, en el terreno de las ideas, el peligro no deriva de la idea, sino de quien la esgrima. Por ejemplo, yo me considero adscrito a la corriente Folkish (por enésima vez, NO soy nazi), y conozco universalistas muy dignos y capaces. Y como siempre digo, si la gente quiere entenderse, al final se entiende (el problema viene cuando no se quiere...). En fin, los debates siempre son enriquecedores, y absolutamente necesarios, pero hay que mostrar respeto y honor, máxime cuando se habla de las creencias más íntimas de un individuo (por favor, ejercitad vuestra empatía).
     Dicho lo cual, creo que mi personal definición de Odinismo ha quedado bien clara. Y entonces, ¿de dónde proviene la confusión? Parece ser que el problema viene del propio término, "Odinismo", formado con el nombre de Odín, señor supremo de los Aesir y los Vanir, y que ha generado confusión en algunos individuos, que han llegado a pensar que el "odinismo" (con minúsculas) correspondería a una especie de culto exclusivo de Odín. Sin embargo, en castellano se ha popularizado este término frente a su sinónimo (que existe, efectivamente), el Etenismo (derivado del inglés Heathen o "Pagano"), que tiene el mismo significado y valor, pero menor difusión. 
     En conclusión, y teniendo los términos básicos meridianamente claros, podemos hacer uso del término que más se adecúe a nuestras circunstancias y gustos personales. Personalmente, voy a seguir usando el término Odinismo para hablar de mi fe. ¿Podría usar otros? Naturalmente. Por ejemplo: Forn Sed ("senda antigua"), o Norsk Sed ("tradición nórdica"). Los conozco, pero no los uso, porque si existe una palabra en castellano, la prefiero a estos términos. No es por nada: simplemente, es que me gusta mi idioma. Y si nos centramos en el castellano, ¿podría usar la palabra Etenismo? Por supuesto, pero, a fuer de ser sincero, me parece un tanto pedante (aunque no tengo nada en contra de su uso, que conste). Así que continuaré usando el término Odinismo como siempre lo he hecho, por su sonoridad y su claridad, por su potencia conceptual y su concisión. 
     Así que, al margen de ser ásatrúar, que lo soy, y de la vertiente folkish, que también lo soy, ante la pregunta "¿Cómo denominas tu fe?" respondo con un sonoro, alegre y rotundo "¡Soy odinista!". Y os animo a hacer lo mismo si estáis de acuerdo conmigo. 
     ¡Os veo en el próximo post!

jueves, 5 de febrero de 2015

TERMINOLOGÍA ESCABROSA, PARTE III: Wyrd y Orlög

     Bueno, pues aquí estamos nuevamente. Pasó Yule, Thórrablót y el Dísablót, y llevo en silencio desde hace dos meses, por lo que pido disculpas a mis fieles lectores: ha sido un tiempo de reflexión interior, en el que otra serie de deberes me han tenido apartado del blog, aunque creo que ya podré retomar la periodicidad del año pasado en cuanto a artículos. 
     A finales de noviembre, creo recordar, una lectora de este blog, de nombre Tamara, propuso que escribiese un artículo al respecto de los conceptos del Wyrd y el Orlög, por no encontrar material en castellano que hablase sobre ellos. Posteriormente, a principios del presente año, el Jarl de mi clan me sugirió la misma idea: estos conceptos son complejos, y me pidió escribir un artículo en el que los expusiese de modo directo y tan claro como fuese posible. Aquellos que me conocen saben que siempre he apostado por eliminar el oscurantismo de nuestras creencias, oscurantismo que, en ocasiones, se ve alimentado por el abuso de terminología académica por parte de quienes desean compilar el corpus de nuestras creencias: un esfuerzo loable, qué duda cabe, aunque en ocasiones habría que buscar un lenguaje menos florido y más directo. Y eso es lo que pretendo aquí: hablemos, pues sobre el Wyrd y el Orlög.
Representación rúnica del Wyrd

     En primer lugar, deseo remitirme a un artículo que publiqué a mediados del año pasado, en el que hablo sobre las Nornas y el concepto odinista del tiempo: Nornas: las jardineras de Yggdrasil o el concepto temporal cíclico. Es importante que tengamos estas ideas claras a la hora de intentar aprehender los conceptos de Wyrd y del Orlög, los cuales, como resulta obvio, están íntimamente relacionados. ¿Lo habéis leído? Pues continuemos.
     ¿Qué es el Orlög? Podríamos definirlo como el conjunto de leyes o caminos que delimitan las posibilidades para un individuo. Hablamos de una especie de "mecánica cósmica", a la que se supeditan todas las entidades de los Nueve Mundos, sean dioses, humanos, landvaettir o cualquier otro ser. El Orlög es lo que determina las opciones de las que disponemos, y que dependen de diversos factores, conscientes e inconscientes. Así pues, podríamos decir que el Orlög de alguien está definido por las acciones (positivas y negativas) de sus ancestros y de sus progenitores, y al que el individuo aporta sus propias decisiones, deudas y acciones, que serán heredadas por sus descendientes. Lo que no depende de nosotros mismos es aquello que dependa de nuestros ancestros y sus acciones, aunque nos afecta indefeciblemente; aquello que, por el contrario, depende de nosotros de modo directo, son elementos de nuestra propia personalidad, tales como la ambición, la timidez, la valentía, etc.. Son toda esta serie de elementos, en su conjunto, los que conforman el curso de nuestro destino.
     Así pues, tenemos que el Orlög es el marco que enmarca todas nuestras acciones. Ahora bien: ¿qué es el Wyrd? El Wyrd (llamado también Urd) es un concepto algo más complejo y difuso. ¿Recordáis a la Norna Urd? Es la Norna que designa "lo que ha sido", el pasado. Sin embargo, si habéis leído el artículo que antes he mencionado, expliqué que el "pasado" llega siempre antes y después del presente: cuando el presente ocurre, se vuelve pasado, y no tenemos esa noción judeo-cristiana de futuro. Uno sólo puede intentar influir en el momento presente. Y dentro de esa inmediatez se enmarca el Wyrd: de todas las opciones que le da su Orlög personal, el individuo sigue su propio Wyrd a la vez que lo va construyendo, a través de las decisiones que toma. 
     Ahora voy a proponer un ejemplo un tanto atípico, aunque confío en que nos sirva como metáfora. 
Super Mario World (Nintendo)

     Pertenezco a la primera generación que se crió con videojuegos, y, aunque pido disculpas a los puristas, mi objetivo es hacer comprensible estos términos. Tomemos como ejemplo al bueno de Mario, en el preciso instante que retrata la imagen, y meditemos por un momento cómo definiríamos su Orlög y su Wyrd. El Orlög de Mario enmarca exactamente las posibilidades que se ven: puede bajar el escalón, tratar de acabar con los dos Goombas (las setitas marrones) y obtener el premio del ladrillo con el signo de interrogación mientras se salva de la enorme bala de cañón que le pasaría por encima; puede intentar saltar sobre la bala de cañón y acabar con esa amenaza; puede intentar subir por la liana y tomar el camino de nubes, repleto de monedas; o incluso puede retroceder e intentar bajar por la tubería verde de la izquierda. Para llegar a este punto, Mario ha venido por un camino, determinado por las opciones de las que disponía. Se ha visto en varias encrucijadas similares a la de la imagen, y ha ido tomando decisiones en función de que necesitase más monedas, o bien que necesitase un item concreto que lo potenciase, buscando protección contra enemigos o posiciones ventajosas. Todas las opciones que he enumerado al analizar la imagen, y que Mario puede tomar, y que dependían de que Mario llegase hasta donde se encuentra, conformarían su Orlög, que ha dependido de sus anteriores acciones dentro del juego. Ahora bien; ¿qué va a hacer ahora Mario? Tiene varias opciones en este preciso instante, dadas por su Orlög, así que ¿qué hará? No lo sé, pero sea lo que sea lo que elija, ÉSE es el Wyrd de Mario, ése y no otro, y cuando lo haga, esa acción formará parte de su pasado, que a su vez ayudará a forjar el siguiente cúmulo de posibilidades y decisiones. 
     Confío en no haber ofendido a nadie con este inocente ejemplo. En cualquier caso, creo que ha sido suficientemente ilustrativo, aunque como digo siempre, me pongo a disposición de tod@s vosotr@s para comentar cualquier elemento que no os haya quedado lo bastante claro. Antes de despedirme, y para resarcir a aquellos que gustan de ejemplos mas "convencionales", citaré aquí las sabias palabras que Ernesto García me confió en una conversación sobre este asunto, y que fueron aproximadamente algo así:
El Orlög es el telar en el que las Nornas tejen nuestro Wyrd. 
     ¡Nos vemos en el próximo artículo!