jueves, 4 de diciembre de 2014

¿QUÉ ES SAGRADO?

     He de reconocer que me costó bastante iniciar este artículo, aunque pienso que es necesario tratar el tema que voy a exponer a continuación. Y es que la idea de tratar el tema que hoy nos ocupa surgió de la polvareda mediática que se ha formado en ciertos ámbitos ante un reciente comunicado emitido por el Círculo Odinista de España - Ásatrú, donde se expresaba la decisión de considerar "sagrada" la afamada Saga de Teutoburgo, del alicantino Artur Balder. Desde que dicho comunicado vio la luz, he tenido ocasión de leer numerosas opiniones al respecto. Mi primer impulso fue sumarme a la caterva de ideas sobre el asunto, aunque la descarté de inmediato. ¿Por qué? Simplemente, porque aún no he leído esta obra. No tengo ningún peso moral para emitir juicio alguno al respecto si previamente no he estudiado el objeto de tan agrio enfrentamiento. Sin embargo, no creo que el debate esté en la cuestión de si debemos considerar sagrado un texto concreto. O, por qué no aventurar, cualquier manifestación artística. Y no pienso que el debate esté ahí por un motivo: porque lo realmente interesante, según mi punto de vista, estaría en analizar el concepto odinista de lo que es sagrado. Y en ese debate sí que tengo algunas cosas que decir. De este modo, compartiré ahora con vosotr@s mis nociones de lo que los odinistas consideramos sagrado, y en cuanto me lea la Saga de Teutoburgo, emitiré mi opinión al respecto. Aunque, antes de entrar en materia, voy a apuntar un par de cosas: primero, debo decir, para quien no lo sepa aún, que pertenezco al COE en calidad de godhi, y en segundo lugar, que este blog es exclusivamente de mi propiedad, y por tanto las opiniones que plasme en él son exclusivamente mías, y no son en absoluto comunicados oficiales de la entidad de la que formo parte. Puede que ya estuviese claro, pero pienso que nunca está de más puntualizar este tipo de cosas. Ahora sí, analicemos el concepto de sagrado.
     

La runa Algiz representa lo sagrado para nosotros

     Según la RAE, observamos los siguientes significados para la palabra.
     "Sagrado, da.
     (Del latín sacratus)
     1.- adj. Digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad.
     2.- adj. Que es objeto de culto por su relación con fuerzas sobrenaturales de carácter apartado o desconocido.
     3.- adj. Perteneciente o relativo al culto divino.
     4.- adj. Digno de veneración y respeto.
     (...)"
     Aunque hay tres significados más, tomaremos los cuatro primeros como verdaderamente relevantes para ilustrar lo que nos ocupa. Y es que, aunque parezca una perogrullada, este tipo de conceptos están muy ligados a su lengua natal, y no quiero que olvidemos lo que significa la palabra sagrado para un hispanohablante. Lo tenemos claro, ¿verdad? Bien, continuemos.
     Entiendo, pues, que la palabra sagrado viene a significar algo bendito o santo en un sentido religioso. Sin embargo, dicho así, parece no encajar del todo con nuestra visión pagana y odinista. Esto se debe, indudablemente, a una cuestión semántica. Nuestra palabra deriva del latín, lengua que la iglesia católica viene utilizando en su ritualística desde hace siglos por una cuestión histórica (y puede que estética, aunque no nos detendremos en esa cuestión por el momento), de tal modo que, la inmensa mayoría de términos referentes a la fe en nuestra castellana lengua, suelen derivar del latín, de manera más acusada que en otros campos semánticos, habida cuenta que el castellano es una lengua romance. 
     Sin embargo, no sucede esto con lenguas más asociadas a nuestra fe. En inglés, por ejemplo, se utiliza la palabra holy. Ésta tiene cierta conexión con el término en nórdico antiguo heilagr. Sin embargo, aún no entraremos en comparaciones idiomáticas: simplemente quería señalarlo, para abundar en ello más adelante. 
     Pero ¿cómo definimos los paganos el término "sagrado"? Hay muchos autores que ya han expuesto sus ideas al respecto, como Edred Thorsson o Erik Wodening, pero debemos entender que son autores de ascendencia nórdica, anglosajona o germánica, sociedades todas que han estado influidas durante siglos por el protestantismo. Y aunque os pueda sorprender, tal vez deberíamos atender a la visión protestante del concepto de lo sagrado. Rudolf Otto, teólogo protestante y experto en el estudio comparativo de las religiones, escribió un tratado llamado La idea de lo sagrado. En él, Otto denomina a lo sagrado como mysterium tremendum et fascinans ("misterio tremendo y fascinante"); el misterio, para Otto, es "lo que está más allá de la esfera de lo inteligible y lo familiar", es "algo que cautiva, (...) es el elemento dionisíaco en el numen." Una prosa rebuscada, sí, lo reconozco, pero creo que se entiende bien lo que pretende decir: lo sagrado genera intensos sentimientos en nuestro interior, una especie de intoxicación, a la par que un cierto grado de adicción a ello. 
     Ahora sí, volvemos a la palabra holy, que significa sagrado en inglés moderno. Este término tiene antecesores en otras lenguas emparentadas entre sí, términos como hál o haelu en inglés antiguo, heilagr en nórdico antiguo, heill en alto alemán o hél en gótico antiguo, y todas significan lo mismo: "con suerte", "sano" o "completo". 
     No es difícil, pues, colegir que para el mundo odinista, decir "sagrado" es exactamente igual que decir "saludable", "con suerte" o "pleno". Para que algo sea sagrado, debe ser sano, pleno, lleno de suerte. Muchos clanes y/o kindreds de la actualidad han estandarizado el antiguo saludo Heil! o Heilsa! para empoderar a sus respectivos círculos a la vez que intentan limpiar el viejo estigma del nazismo, pues lejos de ser una invocación fascista, como algunos pretenden, se trata de saludar con propiedad, pues no sólo significa "¡Hola!", sino también "¡Sé saludable!", o "¡Sé completo!"
     Así que ahí lo tenéis. Es ahora cuando deberían aflorar cuestiones como ¿puede un libro ser sagrado? Tal vez, la respuesta sea que dependerá de lo que cada cual sienta ante él. Por eso, al declarar algo sagrado lo que se hace es manifestar la sensación de plenitud que nos provoca, la percepción de su poder numinoso. Ir más allá en la definición, desde mi modesta opinión, es tratar de rizar el rizo. 
     Bueno, pues hasta aquí llegamos hoy. Como ya he dicho un poco más arriba, en cuanto lea la Saga de Teutoburgo me aventuraré a opinar. Mientras tanto, seguiré estudiando sobre mi fe, y saludaré a los míos con un saludo que, confío en que no me lo neguéis, es indudablemente SAGRADO.
     HEIL!
     ¡Os veo en el próximo artículo!
 

martes, 4 de noviembre de 2014

No todos iremos a Valhalla

     Han pasado pocos días desde que festejamos el blót anual en honor a los ancestros y a los álfar. Durante el almuerzo que el clan Fauces de Tormenta celebró antes de la ceremonia, tuve ocasión de mantener una animada charla con mis hermanos y hermanas al respecto, como no podía ser menos, de la otra vida. ¿Qué sucede cuando fallecemos? Al profesar una fe eminentemente vitalista, en ocasiones perdemos el interés por tales cuestiones: nos centramos en vivir esta vida conforme a nuestra escala de valores. Sin embargo, nunca está de más dedicar un instante a estas cuestiones, aunque sólo sea a causa de la festividad que acabamos de dejar atrás. Y es que podemos olvidar que, por desgracia, muchos de nuestros más jóvenes hermanos y hermanas están muy confundidos al respecto de este tema, pues piensan que, como si de cristianos se tratase, tienen dos destinos posibles: un Valhalla idealizado, similar a un concierto de viking metal, y un Helheim infernalizado. A través de semejante equivocación, algunos de nuestros miembros más veteranos han partido hacia el más allá por vejez o enfermedad creyendo que su destino era terrible e injusto, mientras su familia, en un intento de cubrir la supuesta deshonra de una muerte natural, justificaban al finado diciendo que morir luchando contra la enfermedad era una forma de proclamarse como uno de los Einherjar. Siento disentir. No podemos simplificar los términos de ese modo. No todos iremos al Salón Dorado. La inmensa mayoría no iremos. ¿Entonces qué les sucederá a estas almas? No lo sabremos con certeza hasta que no nos llegue la hora, aunque algunos estudiosos del Ásatrú bosquejan algunas ideas interesantes, que creo que son importantes y bien fundamentadas. Expondré aquí algunas, que considero acertadas.
     Por ejemplo, Michael J. Smith, en su obra Amma: Think again! propone los tres destinos principales a los que llegan las almas según nuestra fe: Asgard para los escogidos por los dioses, Helheim para la mayoría de los mortales, y Midgard para el resto, en forma de ancestros y otros seres. No es una mala división, aunque excesivamente simplista. Así que yo propongo la división que expuso Volundr Lars Agnarsson en su obra Old norse religion: A family tradition: a grandes rasgos, sigue la misma línea de la argumentación de Smith, aunque más extendida. Es ahora cuando aplicaremos los conceptos de las partes del alma en los que ya abundé en anteriores artículos. ¿Preparados? Entremos en materia.

En caso de morir en batalla, la Valkiria sustituye a la Fylgja

     El proceso de la muerte, desde el punto de vista espiritual, sería del modo siguiente: en el momento de la muerte, el Sálfr (la personalidad espiritual) pasa a habitar el Hamr (el cuerpo espiritual), abandonando el Lík (el cuerpo físico). Es entonces cuando su Fylgja (animal espiritual) lo guiará hasta su destino, volviendo después a Midgard, junto a su familia/clan. Por ende, se deduce que, tras la muerte de un individuo, su clan queda sin Fylgja hasta que el finado alcance su último destino, a excepción, claro está, de que el muerto haya caído en batalla, en cuyo caso la Fylgja se queda con la familia, siendo sustituida por una valkiria. De este modo, vemos que, del individuo, lo que se queda en Midgard, en principio, son el Lík, la Hamingja (que, como ya se apuntó en el anterior artículo, se puede ceder o heredar), y la Fylgja una vez haya cumplido su misión con el difunto. Pero ¿y si la Hamingja no es heredada?Pues se queda en el Lík, y eso es lo que genera un Draugr (un espectro). Por ejemplo, el poder de augurio que tienen las völvas reside en su Hamingja, y por eso es importante que escojan una aprendiz o que tengan una primogénita que la herede, puesto que en draugr de una völva es un ser muy poderoso y peligroso. Puede pasar, como ya dijimos hace unos días, que la Fylgja no esté sintonizada con su elegido, o dicho de otro modo, que decida no guiarlo por un comportamiento deshonroso reiterado, en cuyo caso el alma vagará sin guía, lo que puede dar lugar a un draugr o un svartálfr (literalmente elfo oscuro, o fantasma -nótese que distingo entre espectros, osea fantasmas agresivos, y fantasmas a secas, que no sienten necesariamente animosidad contra los vivos-). Por último, deseo reseñar que hay casos muy especiales y para nada comunes, en los que el Sálfr se reencarna en el seno familiar propio, y cuando se reúne con su propia Fylgja y su propia Hamingja, dan lugar a un individuo de gran capacidad y entendimiento, con una enorme memoria inconsciente, que suele estar destinado a ser un líder y/o un gran héroe.
     Ya hemos hablado del proceso, pero ¿y el destino del alma, y el camino que debe tomar para llegar a él? Bien, pues de acuerdo con Agnarsson, todas las almas deben pasar por el oscuro reino de Svartálfheim antes de alcanzar el destino que les espere, y es en este lugar donde el alma corre el riesgo de perderse y donde necesita la ayuda de su Fylgja, como guía y como protectora frente a otros elfos oscuros y draugar que consideren al sujeto como un intruso o una amenaza. 
     Una vez atravesado el oscuro reino de los muertos sin reposo, y atendiendo a las circunstancias de la muerte y a las condiciones del alma del individuo, hay diversos destinos posibles. El más común es Helgard, dominio de la diosa Hel. Y ya es hora de que nos quitemos esa idea de que Helgard es un reino oscuro, de niebla y frío eternos: es un lugar apacible, con estaciones, muy similar a Midgard, donde van a parar las almas de casi todos los humanos, plantas y animales, en sus cuerpos espirituales, de modo que en este reino no se puede envejecer, enfermar, morir o deteriorase, lo que se denomina estado de estasis. Un lugar donde reencontrarse con los familiares y amigos caídos, donde poder dedicarse a las aficiones personales, donde hallar paz, si es eso lo que se desea.
     En el caso de los escogidos, su destino será Asgard, aunque puede ser, como ya es de sobra sabido, que vayan a Valhalla bajo el mando de Odín, o a Volkvángr, bajo el mando de Freya. Los más marciales irán con el primero, mientras que aquellos guerreros con vocación artística irán con la segunda.
     Siempre hay extrañas excepciones a estos lugares, como es el caso de los ahogados en el mar o en los ríos: entrarán a servir a Ran, la diosa del mar embravecido y las olas, convirtiéndose en una suerte de draugar marinos. Tal destino se puede evitar llevando siempre algo de oro en el momento de la muerte: si se puede pagar el tributo en oro que demanda Ran, ella buscará la Fylgja del ahogado para que vaya donde le corresponda.
     También se da el caso, menos extraño y específico que el de los ahogados, en el que el alma se queda en Midgard debido a su conexión con su familia o su clan, convirtiéndose en un espíritu ancestral que acompaña a su clan y lo proteje, junto con la Fylgja.
     También hay otros destinos, mucho más difíciles de entender para los mortales, como es el caso de aquellos espíritus que se transforman en álfar y moran en Ljosálfheim, bajo el auspicio de Frey, descendiendo a la floresta y cuidando la fertilidad de Midgard; o aquellos espíritus que moran en el interior de la tierra, horadándola en busca de metales y gemas, conocidos como Dökkalfar o Dvergar (los tan conocidos "enanos"), los mejores artesanos de los Nueve Mundos; o los oscuros e iracundos elfos oscuros de los que ya hemos hablado. 
     Como veis, el tema es denso e interesante, y no abarca sólo estas cuestiones, sino que, a poco que uno investiga, surgen nuevos interrogantes: ¿qué sucede con las mujeres guerreras, se convierten en Valkirias o Dísir? ¿Por qué un alma, ya estéril e inmortal, es escogida para dar vida como es el caso de los elfos de luz? ¿Son peligrosos los Svartálfar para su descendencia en Midgard? ¿Existe comunicación entre Midgard y Helheim? Son muchos interrogantes, y no tengo las respuestas. Nunca tendré todas las respuestas, y no es esa mi intención. Yo disfruto con la investigación y el conocimiento.
     Espero haber resuelto dudas tanto como espero haber generado otras. Al menos, con lo aquí expuesto, creo que se habrá generado una nueva perspectiva del más allá para algunos. Y la próxima vez que algún ardoroso ásatrúar os grite aquello de "¡Victoria o Valhalla!", sonreíd y susurrad "Puede... o puede que no...". 

jueves, 23 de octubre de 2014

TERMINOLOGÍA ESCABROSA, PARTE II: Fylgja y Hamingja

     Antes de que nos adentremos más en las nociones básicas de lo que es el "otro mundo" para los odinistas, necesitamos entender un par de conceptos relacionados íntimamente con el alma humana. Por eso, antes de entrar en las cuestiones del más allá, creí conveniente escribir este breve artículo, que, unido a su predecesor (titulado El alma odinista: una visión personal, para aquellos que no lo hayáis leído), os proveerá de la información necesaria para poder comprender otros conceptos más enrevesados. Os prometo que el presente será breve, pero he considerado que, cuando me metiese de lleno en la cuestión de la muerte y el destino del alma, era más que necesario aclarar el par de términos que habéis leído en el título y que, sin duda, os sonarán bastante: me refiero a los conceptos de Fylgja y de Hamingja. Pasemos a ello.
     
FYLGJA
     La fylgja es un ente complejo que, aunque unido al alma humana, es independiente del individuo. Según la visión ásatrúar del orden cósmico, la fylgja se presenta ante nosotros como una especie de animal espiritual. Cada persona tiene su propia fylgja, y su forma puede variar: podría ser un lobo, o un águila, una serpiente o un zorro, etc.. Un núcleo familiar comparte la misma fylgja: por eso he comenzado diciendo que la fylgja es independiente del individuo aunque esté unida a él. Podemos deducir, pues, que cada familia tiene su propia fylgja, aunque su identidad pueda variar debido a diversos motivos. Por poner un ejemplo, un clan odinista cuyos lazos entre sus miembros sean extremadamente fuertes dará lugar a que todos compartan una misma fylgja.
     Pero ¿cuál es la función de la fylgja con respecto al ser humano? La fylgja cumple con la función de guía para el alma de un difunto reciente: se encarga de que dicha alma llegue a su destino en el más allá, sea éste cual sea; por ello, nuestros ancestros consideraban que ver o percibir a la fylgja propia era señal de una pronta muerte. 
     La fylgja está íntimamente relacionada con nuestro modo de proceder en esta vida. Se cree que adquiere una determinada forma animal por una serie de rasgos de comportamiento con los que impregna a aquellos bajo su tutela. Por ello, solemos compartir esos rasgos de personalidad entre los miembros de una misma familia, o entre los hermanos de un mismo kindred, en función de la fylgja que nos influencie en un momento dado.
     Podemos (y de hecho, yo diría que debemos) cuidar de nuestra fylgja. Hay un modo de "alimentar" a nuestro animal espiritual, o espíritu guía: al igual que él nos influencia, imprimiendo en nosotros ciertos comportamientos y dotándonos de algunos rasgos de personalidad, también nosotros influimos en nuestra fylgja con nuestros actos. Cuanto más honorable nuestra conducta, más fuerte nuestra fylgja. Y a la inversa, cuanto más nos alejemos de la rectitud moral, más débil se volverá ésta, hasta el punto de poder perderla. Y un alma sin fylgja que la guíe, estará condenada a vagar sin rumbo, un destino bastante terrible según mi opinión...
Una fylgja cuervo (fuente: Deviantart)

HAMINGJA
     Para definir la hamingja, debemos hablar también de su término hermano: el megin. Juntos, megin y hamingja, podrían ser considerados como "depósitos" de la sacralidad de un individuo, de su plenitud.
-Megin. Entendemos el megin como un almacén de espiritualidad interior y de potencia metafísica. Todas las criaturas en el multiverso contienen cierta cantidad de megin. 
-Hamingja. La hamingja podría ser entendida, en líneas generales, como una reserva de "suerte". El individuo está bajo la influencia de varios tipos de hamingja: no sólo la propia, sino la hamingja familiar, la tribal, la del kindred propio, etc.. La hamingja, en tanto que parte innata de una persona, se puede prestar, o incluso heredar... aunque también se puede robar o anular.
     Tanto el megin como la hamingja están conectados, y deberíamos ser cuidadosos con cuidar ambos. Naturalmente, se pueden incrementar a voluntad. ¿Cómo hacerlo? Pueden nutrirse a través de un modo de vida saludable, y a través del intercambio con los dioses (en las ceremonias y blóts), pero también mediante el ejercicio físico en el caso del megin, y del ejercicio metafísico en el caso de la hamingja (meditación, trabajo de runas, galdr, sejdr, etc.).

     Bueno, pues hasta aquí llegamos hoy. Espero haber aclarado ambos términos con la suficiente nitidez, porque serán cruciales a la hora de comprender el próximo artículo, en el que expondré el paso de esta vida a la siguiente. Y para cualquier duda o aclaración, como siempre os digo: aquí me tenéis.
     ¡Nos vemos en el próximo artículo!
     

domingo, 19 de octubre de 2014

El alma odinista (una visión personal)

     Mucho se ha escrito sobre la concepción que los odinistas tenemos del alma humana. Muchas personas han especulado sobre ello, debido a la importancia que tiene el asunto cuando se trata de definir una fe, tal y como estamos intentando los modernos ásatrúars desde hace más de medio siglo. Pero, como en tantas otras cuestiones, cada comunidad, cada rama del odinismo, y me atrevería a decir que cada individuo, tienen su propia visión al respecto. Por ello, he especificado en el título que la siguiente explicación no se trata más que de una visión propia, basada en mis reflexiones personales y en el estudio de varios textos, tanto históricos como referentes a las distintas tradiciones de nuestra religión. Quiero decir con ésto que no trato de sentar cátedra, ni pretendo ilustrar una verdad con ínfulas de universal, sino simplemente mostraros el resultado de mis averiguaciones, y mis conclusiones sobre este asunto, las mismas que trato de transmitir a mi clan. Pero si curioseáis un tanto por la red, descubriréis numerosos artículos con las mismas pretensiones que éste. Por eso, fiel al espíritu de nuestra fe, os recomiendo que, tras su lectura, busquéis más información para poder formaros una opinión sólida al respecto. Vamos allá.

Odín montado en Sleipnir, en una piedra rúnica del siglo VII hallada en Gotland (Suecia)

     Aunque tantas formas distintas de dividir el alma humana puede despistar bastante a la hora de estudiar, también nos aporta el dato que quizá sea el más esclarecedor de todos: absolutamente todos los odinistas de Midgard saben que nuestra concepción del alma se basa en la división de la misma en diversas partes según su función, alejándonos de la visión simplista del alma humana que tiene el judeocristianismo. Es precisamente nuestra visión, digamos, holística, sobre el alma, lo que nos lleva a diferir en cuanto al número de partes de la misma y su función. He leído divisiones de todo tipo, aunque la terminología usada es bastante similar. Por ejemplo, el Círculo Odinista de España divide el alma en tres partes: Hugr, Hamr y Fylgja; por contra, algunos odinistas de tradición sajona (Teodish) han llegado a dividirla en ¡catorce partes distintas! Aquellos de vosotros que me leéis regularmente ya sabéis que mi intención es hacer una exposición amena y concisa de los elementos de nuestra fe, pero manteniendo un nivel mínimo de rigor. Por ello, dividirla en tres partes me parece algo un tanto vago, mientras que lo contrario, dividirla en catorce partes, es un suplicio conceptual. Atención, no digo que estas concepciones sean erróneas: simplemente quiero hallar el punto intermedio entre ambas divisiones. Por eso, yo propongo una división en nueve partes, por ser el nueve un número tan odinista y cargado de significación. Son las siguientes:
     -Lík. No es ni más ni menos que el cuerpo físico del individuo. Es tan necesario como el resto de partes, y la prueba es que, sin Lík, el ser humano no existe; y al contrario, un Lík sin el resto de partes espirituales tan solo es un cadáver, simple materia.
     -Hamr. El cuerpo espiritual del individuo. Algunos odinistas creen que tiene un aspecto adulto desde el nacimiento, y que el Lík crece siguiendo las directrices del Hamr. Asimismo, se cree que puede moldearse con nuestra fuerza de voluntad (v. gr.: un niño de constitución endeble se propone convertirse en un atleta, y se obliga a ejercitar su cuerpo, a llevar una dieta específica y a disciplinar su mente, con lo que cambia su Hamr, tras lo que su Lík va transformándose también).
     -Önd. El aliento vital del individuo, su motor, lo que hace que el resto de partes puedan cumplir con su cometido. El Önd es concedido por el propio Odín a todos los seres humanos. Algunos estudiosos odinistas rechazan este término por encontrarse en numerosos textos cristianos altomedievales, que lo usaban para referirse a su propio concepto de alma o ánima. 
     -Odhr. Se trata de la parte del alma encargada de los sentidos y de la comunicación humana. Se la supone auspiciada por Hoenir, y situada entre la cabeza y el pecho.
     -Lá. Con este término designo algo tan difuso como es la vitalidad del individuo, parecida a la "sangre" del espíritu. Es el conducto de poder usado por todas las partes del individuo, y debido a esa cualidad "cinética" y cambiante se le atribuye el auspicio de Lóki.
     -Hugr. Así definimos el pensamiento, y con él la parte consciente del alma, que trabaja en correlación con otra parte a la que denominaremos Minni.
     -Minni. La parte encargada de la memoria y de los recuerdos del individuo.
     -Sálfr. Más que una parte, es una cualidad de cada alma, y que abarca al resto de partes para que el individuo sea único, aunque su alma sea igual al resto de almas humanas. Esta parte del alma es la que viaja al otro mundo tras la muerte, pues retiene el Hugr, el Minni, el Önd, el Odhr y el Lá.
     -Sál. Con este nombre, que en islandés moderno significa "alma" o "bolsa", se define como el contenedor espiritual que mantiene cada parte del alma en su lugar y trabajando en sincronía. 

     Creo que se trata de una división sencilla a la par que completa. Aún así, es posible que haya personas que se pregunten ¿dónde se ha dejado la Fylgja o la Hammingja? En absoluto he olvidado estos términos, pero no los he incluido en la lista con considerarlos externos al alma en sí. En cualquier caso, ambos términos merecen una atención especial, y les dedicaré un artículo dentro de poco. Permaneced atentos si os interesa el tema.
     Sea como fuere, el presente listado de partes del alma nos será de utilidad cuando trate otro de los grandes enigmas de la vida: qué ocurre cuando acaba. Sed pacientes, y visitad este blog de cuando en cuando, y trataremos el tema con la mayor de las claridades, porque pienso que es muy interesante y es necesario tener claro este tipo de aspectos de nuestra fe. En fin, espero que os haya resultado esclarecedor, pues tal era mi intención.
     ¡Os espero en el próximo artículo!

martes, 7 de octubre de 2014

TERMINOLOGÍA ESCABROSA, PARTE I: Innangard y Útangard

   Tengo la costumbre de ojear cuantos blogs de odinismo encuentro por la red. Creo que uno nunca debe dejar de estudiar e investigar, y es importante conocer las inquietudes e intereses que tienen los odinistas en todo el mundo. El caso es que, hace unos días, alguien planteó en un blog las dificultades que hallaba a la hora de tratar de entender ciertos conceptos del Ásatrú, digamos que un tanto oscurantistas. Utilizo esta palabra porque pienso que cualquier concepto de nuestra fe debería ser accesible a cualquier persona que se acercase a él, y si no es así, entonces debemos esforzarnos en lograr que nuestra terminología sea lo más clara y transparente posible. Es muy difícil, máxime para los odinistas de habla hispana, pues muchos de estos términos son tomados del idioma nórdico antiguo, una lengua que es complicada si tu idioma natal no es de origen germánico o escandinavo. Por ello, es responsabilidad de los que tengan tales conocimientos el compartirlos de una manera directa y lo más simple posible. Si bien es cierto que el odinismo a nivel mundial está buscando la homogeneidad en su terminología básica, no lo es menos que son demasiadas palabras y conceptos expresados en un idioma incomprensible para la mayoría de hispanohablantes. Bien, pues con esta serie de artículos pretendo aportar mi granito de arena a esta titánica tarea. Y he decidido comenzar por los términos Innangard y Útangard por una razón: en el blog al que me he referido anteriormente, una persona que hacía gala de vastos conocimientos en lo referente a Ásatrú hizo un comentario que me resultó chocante: venía a decir que prefería ignorar este tipo de términos, porque se trataba de conceptos actuales, y dudaba que los antiguos paganos nórdicos los hubiesen utilizado. Y mi opinión al respecto es ésta: naturalmente que no los usaron, naturalmente que son de acuñación moderna. De igual modo, tampoco conocían las Nueve Nobles Virtudes, al igual que carecían de Internet. El mundo avanza, y nuestra fe, como el ente vivo que es, crece, evoluciona, se adapta a los nuevos tiempos procurando mantener su esencia, su identidad, pero sin anquilosarse. Estamos recordando nuestra antigua fe, no copiándola. Creamos términos para que nos ayuden a comprender nuestras creencias  desde el prisma de la época que nos ha tocado vivir. Tenemos en nuestro interior ese espíritu ancestral de investigación y descubrimiento: no tratemos de encorsetarlo poniéndole puertas al campo, y si hay que recrear conceptos, pues adelante, sin miedo. Dicho esto, vayamos a las palabras de hoy.

INNANGARD-ÚTANGARD
   Aunque estas dos palabras son las más conocidas, no son las únicas que usamos para englobar una serie de conceptos referidos a aquello que resulta sagrado para nuestro pueblo. En realidad, son cuatro:
-Innangard
-Útangard
-Gridgard
-Vé
   Y para que la explicación sea más visual, voy a incluir un gráfico, que considero muy útil y esclarecedor. Id observándolo mientras desgranamos conceptos, y lo pillaréis en seguida.


   ¿Qué significa este gráfico? Bien, imaginadlo como si fuese la representación de un antiguo poblado vikingo. El círculo más grande de todos representa el pueblo, rodeado de una empalizada; en su interior veréis un círculo más pequeño, que podéis imaginar como una colina elevada con una arboleda sagrada o un círculo de menhires donde se celebran las ceremonias; fuera del poblado, se observan una serie de pequeños círculos y óvalos, que representarían las granjas desperdigadas a las afueras del núcleo poblacional. 
   ¿Vamos bien? Espero que sí. Ya lo tenemos en mente. Bueno, pues este esquema podría representar numerosas realidades, pero para nosotros ilustra el "recinto sagrado" donde enmarcar cualquier otro concepto de Ásatrú. En seguida veréis de lo que hablo. Vamos a definir los términos.
   Vamos a comenzar por el ámbito externo, el Útangard. El Útangard, siguiendo nuestra analogía con el poblado vikingo, sería el páramo que rodea a la población, un lugar desapacible donde sólo moran los proscritos. Es decir, aquello que nos es ajeno conformaría el Útangard, todos los elementos, prácticas y creencias que no son netamente paganos o Ásatrú. En nuestra mitología, el Útangard es el lugar donde moran los Jötnar (gigantes) y los enemigos e los dioses, Muspelheim y Jötunheim, así como los desiertos helados y brumosos de Niflheim.
   Dispersos por el Útangard, hallamos pequeños corpúsculos a los que denominaremos como Gridgard. Este término proviene de la palabra grid, del nórdico antiguo, y que podríamos traducir como "santuario" o "tregua temporal". Se trata de zonas dentro del Útangard que podemos usar como santuarios temporales, zonas relativamente amigables rodeadas de influencias no paganas. El ejemplo mitológico que propongo es el salón de Aegir, Thrymheim, la morada de Skadi: a pesar de estar en Jötunheim, es un refugio seguro para los dioses. 
   El Innangard, el tercer término a analizar, está representado por el pueblo. Aquí es donde nuestro pueblo defiende la ley y la tradición, sonde se siente seguro. Tras la empalizada, bajo la autoridad del Jarl, el pueblo crece; fuera de la empalizada, se encuentra el Útangard, y desperdigadas por él, las fincas de los aliados del Jarl, o como lo hemos definido, núcleos de Gridgard. 
   Por último, en el interior del Innangard, nos encontramos con el último término a explicar: el Vé. El Vé es el recinto más sagrado, donde se ubicaría el hof de la congregación. Allí se realizan los rituales, los blóts y las ofrendas. En nuestra mitología, el Vé estaría representado por Asgard, el "recinto de los dioses". 
   Bueno, una vez explicados los conceptos, puede surgir una cuestión: ¿de qué me vale toda esa terminología en mi vida cotidiana como odinista? Bien, esta estructura nos ayuda a visualizar mejor las influencias que recibimos a diario en relación a su poder numinoso o espiritual. Los cuatro términos, como todo en esta vida, están interconectados, y nos enfrentamos a ellos a diario: nuestro Útangard está representado por aquellas influencias que no son paganas ni odinistas; el Innangard lo conformaría nuestro clan, o nuestros compañeros odinistas; hallaríamos un Gridgard en aquellos de nuestro entorno que, sin ser ásatrúar, son eminentemente paganos, con quienes compartimos una visión del universo y de la vida en general; nuestro Vé estaría representado en el altar doméstico, o en el hof de nuestro clan. 
   Antes de acabar este artículo, quiero hacer una aclaración para aquellas personas (que sé que las hay) que puedan entrever en mis palabras matices xenófobos. Nada más lejos de la realidad. No pretendo decir que el Útangard sea "malo" o sea algo que rechazar, sino simplemente un entorno que nos es ajeno y en el que debemos estar alerta ante su influencia en nosotr@s. Nuestro pueblo no era xenófobo, a pesar de lo que algunos creen hoy día. Comerciaron y se relacionaron con todo el mundo conocido, y en ocasiones más allá. Nunca temieron adentrarse en el Útangard, pero cuando lo hacían, iban preparados, y sólo tomaban de allí lo que les interesaba para enriquecer a su comunidad y a ellos mismos; de igual modo, como pueblo hospitalario que eramos (y aún somos), nunca negarían la entrada de extraños a su Innangard... siempre que siguiesen las leyes y las normas de la comunidad (el historiador del siglo X Ahmad Ibn Fadlan podría corroborar mis palabras). 
   Para terminar, os daré algunos ejemplos cotidianos en los que reconocer los términos que hemos aprendido hoy:
-La casa de tu madre: Gridgard (ella es cristiana, pero te acepta, te quiere y te respeta)
-Tu lugar de trabajo: Útangard (nadie sabe de tus creencias, y si lo saben no les importa)
-Un templo odinista: Vé (aunque no pertenezca a tu clan, su carga espiritual es muy potente)
-Tu propia casa: Innangard (ya lo dice el Hávamál, en casa se es el rey...)
-Un templo Shintô: Útangard (no hay amenaza en él, pero no pertenece a nuestra cultura)
-La casa de un hermano de tu clan: Innangard (es como tu casa, aunque aquí no seas el Jarl)
-La casa de tu amigo de la infancia: Gridgard (él no es pagano, pero su afecto es sincero)
   Probad vosotr@s con elementos de vuestro entorno, y así interiorizaréis estos cuatro conceptos. Espero haber servido para aclararlos, aunque ya sabéis que estoy a vuestra disposición para cualquier duda que aún tengáis. Y si tenéis por ahí más términos que os resulten farragosos, será un placer hacer más secciones de terminología.
   ¡Espero veros en el próximo artículo!
   

viernes, 26 de septiembre de 2014

¿POR QUÉ ARRODILLARSE? ¿POR QUÉ NO ARRODILLARSE?

Hoy traigo un tema que, a nivel personal, siempre me ha generado interés. Porque, para aquellos que ya tenemos una cierta edad, y que hemos dedicado algunos años a investigar en las cuestiones de la fe, hay una frase que estamos más que acostumbrados a escuchar, y sería algo así como “los odinistas no nos arrodillamos ante nuestros dioses”, o “yo no me arrodillo ante ningún hombre o dios, porque no soy siervo de nadie”. Puedo garantizar que hay personas que han convertido estas aseveraciones en verdaderos estandartes de su fe. De hecho, para muchos el odinismo es inconcebible sin ese matiz de orgullo, y lo han incorporado a sus ceremonias, sin mayor extrañeza por parte de los asistentes. De hecho, creo que casi ningún odinista de cuantos conozco pensaría tan siquiera en postrarse durante una ceremonia. Yo mismo no soy partidario de hacerlo. Pero, naturalmente, esa postura debería sustentarse en unas opiniones bien argumentadas y alejadas de conceptos como que el acto de arrodillarse es un acto servil o que denota vasallaje. ¿Y si estuviésemos equivocados? ¿Y si pudiese demostrar que los antiguos pueblos que compartían la fe odinista se postraban ante sus dioses sin mayor complejo? ¿Qué opinaríais, entonces?

                                 La Swedish Ásatrú Society celebrando un blót (fuente: Wikipedia) 


Bueno, vayamos a los fríos datos, antes de opinar al respecto, si os parece:
-En el Flateyjarbók, Hakon se postra ante una dís llamada Þorgerdr.
-En la Saga de Hörd, se observa una escena similar, donde Þórstein se arrodilla ante un ídolo y habla con él.
-En el Germania de Tácito, se cuenta que los semnones (un pueblo germánico perteneciente al grupo suevo) tenían una arboleda sagrada donde nadie podía entrar si no era de rodillas, y si caían, debían salir rodando, evitando así levantarse.
-En el Poema Rúnico Islandés, en los versos dedicados a la runa Sól se puede leer lo siguiente: Sol er landa ljome; lúti ek helgum dome, cuya traducción a nuestra lengua sería algo así como “El sol es la luz de la tierra, me arrodillo a la perdición del cielo” (me disculpen los entendidos en nórdico antiguo por mi traducción si no fuese muy correcta, pero es que estoy empezando en el Donsk Tunga); el verbo lúta que se usa en este verso se traduciría como “postrarse, arrodillarse”, lo que a mi entender puede indicar que el acto de arrodillarse formaba parte de los rituales de adoración al sol. Además, en inglés antiguo, el sinónimo de lúta es lútan, que aparte de significar “inclinarse” también se traduciría como “arrodillarse, hacer una reverencia”.
Bueno, tras lo anteriormente expuesto, me da la impresión de que nuestros ancestros sí que se inclinaban ante nuestros dioses. Los textos llevan siglos diciéndonos que lo hacían. Pero entonces, ¿por qué nosotros hemos dejado de hacerlo? De hecho, no sólo hemos dejado de hacerlo, sino que lo vemos como algo negativo, una actitud a erradicar de nuestra mente. Personalmente creo que hay varios motivos, pero son dos los que han tenido más peso en los ásatrúars del siglo XXI: primero, la visión que, desde el Romanticismo hasta hoy día hemos ido forjando al respecto de los pueblos de origen nórdico/germánico, como tribus y clanes indómitos y belicosos, que preferirían morir luchando antes que subyugarse a un poder superior; y segundo, el rechazo mayoritario que nos generan las religiones abrahámicas, sobre todo el cristianismo, y la actitud servil y humillante de la que hacen gala los fieles de Jehová, actitud que identificamos con el hecho de arrodillarse o postrarse.
Y si ésto es así, me surge otra duda: ¿por qué lo hacían nuestros ancestros, entonces? Somos una religión reconstruccionista, por lo que esta cuestión debería haber generado mucho más debate del que hay realmente. Creo que hay que analizar y tratar de comprender las dos posturas, teniendo en cuenta varios aspectos. Puede que tengamos una actitud arrogante y un tanto cínica, después de todo. Quiero decir que nosotros contactamos con nuestros dioses y diosas con un trato muy distinto del que otras religiones dispensan a sus divinidades, y sé que algun@s añadirían en pie de igualdad, pero vamos a ser sinceros: yo no aguantaría nueve días atravesado en una lanza con el objeto de entregar conocimiento a mi pueblo, y tampoco provoco rayos que pueden devastar zonas enteras del planeta. No sé vosotros, pero yo no soy igual que los dioses. Yo respeto su poder, y en la antigüedad, una forma de mostrar respeto era arrodillarse. Podría ir más allá: el acto de postrarse está arraigado en el pueblo indoeuropeo, porque los actuales hinduístas también se arrodillan ante los ídolos que representan a sus dioses. Lo hacen por RESPETO, no por SERVILISMO.
Así pues, mi punto de vista en todo este asunto es claro: aunque somos familia de nuestros dioses, aunque tengamos su sangre, nosotros somos mortales. Tal vez excepcionales, puede que bendecidos por haber podido abrir los ojos y el alma a nuestras auténticas raíces. Pero no nos engañemos: meros mortales. Nos herimos, enfermamos, morimos y se nos puede matar. Cuando celebramos un ritual, todos comprendemos que la solemnidad del momento es crucial, y tratamos de presentar nuestros respetos a los Aesir y a los Vanir del modo más fervoroso y adecuado que sea posible. Y puede que, para algunos, no sea suficiente estar de pie frente al altar, decir unas palabras y compartir una libación.
A fuer de ser sincero, no recuerdo la última vez que me arrodillé ante un altar. Puede que fuese durante las postrimerías de mi vida como cristiano, hace casi dos décadas. Y puede que no vaya a hacerlo más, por motivos que son exclusivamente míos. Pero el estudio me ha aportado conocimiento, y no criticaré a quien desee hacerlo, no creeré que es inadecuado que alguien lo haga, si con ello se siente más cómodo, o piensa que arrodillándose ante sus dioses muestra mayor respeto y los honra como se merecen. No hay deshonor en tal acto. Pensadlo, y si estáis de acuerdo conmigo, comentadlo con vuestro clan o vuestro kindred, porque puede que, en un futuro no muy lejano, arrodillarse ante los dioses no sea sinónimo de servilismo, sino de libertad.

¡Os espero en el próximo artículo!

domingo, 21 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 9: Nuestro ejemplo debe perdurar

    Comencé un treinta de junio enumerando una serie de elementos que, según considero, deben ser tenidos en cuenta a la hora de crear un clan odinista, mantenerlo y perpetuarlo. Pues bien, casi tres meses después, voy a tratar el último de esos elementos. Aunque me cuesta escribir un enunciado que lo condense, creo que lo definiré del siguiente modo: tenemos la responsabilidad de enseñar a las nuevas generaciones de ásatrúars por nosotros mismos. Será mejor que me extienda un poco al respecto.
   ¿A qué me refiero cuando hablo de enseñar? No debemos ceñirnos estrictamente al matiz "académico" del término, aunque sin duda es muy importante. Me consta que, en Norteamérica, hay comunidades odinistas que propugnan actitudes como la escolarización doméstica o la prohibición de la televisión o los videojuegos en los menores de edad. No creo que haya que ser tan drástico aquí, en España, aunque puede comprenderse el motivo que lleva a estas comunidades a tomar ese tipo de medidas: no deseamos que las mentes de nuestros descendientes puedan ser moldeadas por aquellos que no comparten nuestra visión del mundo. Aún estamos en un estadio muy temprano de consolidación de nuestra fe en la sociedad actual, por lo que aún no se puede hablar de escuelas paganas, ni de programas educativos de materias específicas para odinistas, aunque debemos tenerlo presente para llevarlo a cabo cuando llegue el momento adecuado. Y que conste que no hablo de adoctrinar a la juventud, sino de educarlos en los valores ancestrales de nuestro pueblo por un equipo de personas preparado para ello. ¿Y qué hacer mientras tanto? Pues muy fácil: debemos hacerlo nosotros mismos. 
   Hay que involucrarse con los menores de nuestra comunidad odinista. No sólo sus padres, madres, hermanos y el resto de relaciones de consanguineidad, sino también sus hermanos y hermanas en la fe, que conforman el entorno en su clan. No hacerlo, no transmitir estos valores, hará que aquello que nació con nosotros se muera con nosotros, y no podemos permitirlo. Todo nuestro trabajo, nuestros esfuerzos, deben tener recompensa, y ese premio debería ser la perdurabilidad. Así que hay que mostrar a nuestros niños y niñas el camino de sus ancestros, a través de  nuestras palabras y nuestros actos. Hay que intentar que nos tomen como su modelo de conducta, siendo su ejemplo vital y sintiéndonos orgullosos por ello. 
   Pues bien, hasta aquí mi exposición. Para acabar, voy a resumir los nueve puntos, para que no los olvidemos:
1.- La aceptación y enseñanza de los ancestros y su linaje.
2.- La recreación y la creación contemporánea de tradiciones paganas.
3.- El rechazo a la cultura de masas y a sus elementos.
4.- El impulso y refuerzo del arte y los artistas paganos.
5.- El rechazo al comercialismo.
6.- La inclusión de conceptos paganos en la vida diaria.
7.- Rigurosidad en la aceptación de influencias externas.
8.- Preferencia de actuación ante compañer@s pagan@s.
9.- Tomar la responsabilidad de enseñar a nuestros descendientes.
   El pueblo Ásatrú puede, y debe, emerger como una unidad cultural definida, fuerte y perdurable. Debemos ser más orgánicos, más holísticos, frente a la cultura de masas que pretende engullirnos en la homogeneidad y la vacuidad cultural y espiritual. NOSOTROS podemos hacer una comunidad fuerte y unida, porque es beneficioso para nosotros mismos y, lo que es más importante, para las generaciones que vendrán detrás de nosotros. Ya sabemos que todo conforma un ciclo, del que formamos parte y que nos es beneficioso. Es nuestra responsabilidad, porque hacerlo es nuestra misión en Midgard, en una época convulsa en la que nos ha tocado vivir. Porque es nuestro destino. Y haremos que nuestros dioses y diosas se sientan orgullosos de su pueblo, abrazando nuestro destino con vehemencia y pasión, hasta que nos llegue la hora y más allá.
   ¡Os espero en el próximo post!
   

jueves, 18 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 8: Hermandad, hermandad y hermandad

   Antes de iniciar este artículo, desearía agradeceros a tod@s el interés que mostráis por este modesto blog, que ha logrado que superemos las mil visitas (y me incluyo porque seguro que más de la mitad son mías, jejeje). Os prometo seguir esforzándome para hacer estas lecturas lo más interesantes y amenas que pueda, y, naturalmente, estoy más que abierto a cualquier sugerencia. Bueno, ¡vamos a por las dos mil!
   Tras haber dejado atrás los puntos verdaderamente escabrosos y controvertidos de esta exposición que vengo haciendo desde hace semanas, por fin toca escribir sobre algo luminoso y agradable. Tal vez un punto que, por obvio, en ocasiones pasa desapercibido. Me refiero, claro está, al sentimiento de hermandad y sus implicaciones.
   Pero ¿hermandad con quién, o por qué? ¿Cómo entender tal sentimiento, o por qué fomentarlo? Cuando haya finalizado el artículo, confío en haber resuelto estas cuestiones, y, por qué no, haber generado algunas preguntas. 
   Entremos en materia. Lo que yo propongo desde aquí es actuar en nuestro día a día con preferencia a nuestros hermanos y hermanas paganos. Sí, en este caso no utilizo el término odinistas, sino paganos en general. Creo que ya hemos perfilado en demasía aquello que nos diferencia, así que ¿por qué no poner hoy el acento en algo que nos une? Es algo que he tenido claro desde que me consideré Ásatrúar por vez primera, y esta idiosincrasia se puede observar en mi clan, Fauces de Tormenta, compuesto por un kindred odinista y un groove celta. Naturalmente que tenemos claras las líneas divisorias, al igual que somos conscientes de pertenecer a un mismo colectivo. Y pensamos que tal actitud no es contraproducente, ni mucho menos. Antes al contrario, fomentando valores de mutuo respeto y aceptación, hemos creado un núcleo social estable y enriquecedor, algo de lo que sentirnos orgullosos. Cuando uno de nosotros prospera, la comunidad lo hace. Así mejoramos la hamingja colectiva, y eso es un beneficio para todos los miembros del clan. De igual modo, ayudar a las comunidades paganas externas al clan, profesen la fe que profesen (siempre dentro del tema que nos ocupa) nos ayuda a todos por igual. 
   Cada pagano, de modo individual, debería esforzarse en conseguir cualquier cosa que necesite de otro pagano. Tal vez debas pagar más por esa silla hecha por un orfebre celta, que si fueses a una gran superficie y la comprases allí, pero ¿qué resulta más beneficioso? Como veis, el beneficio es recíproco, para el artesano y el usuario por igual. El resultado: se refuerza el alma-pueblo. Otro ejemplo: ¿has montado un negocio? Deberías contratar a paganos para ayudar a la comunidad. Yo trato de hacerlo así, en la medida de mis posibilidades. Antes de ir a otro sitio, suelo frecuentar bares y pubs regentados o atendidos por celtas. Las camisetas y complementos de moda se los compro a una tienda regentada por una amiga wiccana. Dentro de mi clan, contamos con artesanos, maestros, cocineros,... El renacer del paganismo es un hecho, es constatable, por lo que deberíamos preocuparnos de mantener viva la llama mediante este tipo de comportamientos. 
   Este comportamiento ha ayudado a diversas culturas a lo largo de la Historia de la humanidad: no estoy inventando nada. Por ejemplo, pensemos en los descendientes de inmigrantes irlandeses de Boston y Nueva York: una comunidad hermanada, estable y fuerte, con sus raíces claramente definidas. ¿Y por qué no mencionar a los Amish? Su concepto de comunidad, y su entrega y abnegación por mantener sus creencias y su modo de vida debería servirnos de inspiración. 
   En conclusión, deberíamos fomentar ese tipo de lazos entre comunidades paganas, porque es algo saludable y beneficioso para todos, y porque normalizar este tipo de comportamientos es parte de la normalización general de las religiones paganas que tod@s buscamos, fomentamos y deseamos. Y para lograrlo, sólo veo un camino: hermandad, hermandad y hermandad ¿Qué opináis vosotr@s?
   ¡Nos vemos en el próximo post!

martes, 9 de septiembre de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 7: "¿Qué pasa con las influencias externas?"

   Bueno, pues tras el paréntesis estival, ya hemos vuelto a la carga. Para no perder el hilo del asunto que nos ocupaba a finales de Julio, continuaré por donde lo dejé entonces, así que hoy, como ya habéis visto en el título de esta entrada, vamos a analizar, siquiera someramente, otro de los puntos a tener en cuenta para fomentar y preservar nuestra cultura ancestral. Éste es también un tema peliagudo: os pido que antes de juzgar, lo leáis con detenimiento. 
   Vaya por delante que no pretendo ni alentar ni dar cobijo a ideas xenófobas. Jamás lo he hecho ni está en mi mente hacerlo en el futuro. Dicho lo cual, comenzaré con el siguiente enunciado: debemos ser rigurosos a la hora de analizar las influencias externas que recibimos como cultura. Siempre he reconocido y alentado la diversidad: supongo que cualquier odinista compartirá conmigo ese pensamiento. Recuerdo el eslogan de la camiseta que un buen amigo me regaló hace muchos años: rezaba en euskera Ezberdinak gara, berdinak gara ("somos diferentes, somos iguales"). Mantener las tradiciones del propio pueblo no hace que reniegues de las demás. Al contrario, debería servir para poner en valor lo enriquecedor que resulta mantener las identidades culturales bien definidas. No es cuestión de quién es mejor, sino de quién es quién. Como en su momento propugnase un zapatista, "queremos un mundo en el que haya muchos mundos". 
   Así pues, podemos entender que la gente es diferente, y eso está bien. No todo vale para todos. Al contrario que la cultura de masas, nosotros vemos en la diversidad algo positivo. Como seres racionales que somos, nos negamos a tragar con que haya algo en este mundo que sea válido para todos los pueblos de igual modo. Ni idioma, ni moda, ni arte, ni ideología. Ni muchísimo menos, religión. 
   Sin embargo, no podemos pretender aislarnos en este mundo hiperconectado, porque tal actitud inmovilista nos dejaría fuera del mundo, anquilosándonos en un reducto irreal creado por nosotros mismos. Lo que pretendo decir es que no vamos a dejar de comer arroz porque sea oriental, ¿verdad? Realmente ridículo. ¿O debo prohibir a mi hijo que lea manga porque es un producto japonés? Muy errada, esa actitud. Sin embargo, sí que hay productos en cualquier medio de comunicación que están destinados a imponernos ciertos cánones estéticos, a dictar normas de comportamiento, a guiar a la masa descerebrada. Fulanita es la más moderna porque lleva el moño que ayer lucía la estrellita de turno. Mengano debe comprar el disco de ese "artista" que ganó el concurso de voz, porque de no hacerlo se condenará al ostracismo y será tachado de "raro" y "antisocial". Tu manera de vestir, actuar y pensar no debería venir dada desde otro lugar que no sea tu propia mente. Piensas lo que quieres, votas a quien deseas y consumes lo que necesitas o te apetece, ni más ni menos. Recordad: la libertad individual es uno de los mayores valores del Ásatrú. 
   En ocasiones, parece que asumimos que lo exótico siempre es lo mejor. Ya hablé más extensamente sobre esto en el artículo anterior a éste, por lo que no voy a repetirme en exceso, pero sí quiero recalcar que ciertas ideas externas a un pueblo pueden entrar en conflicto con las propias de dicho pueblo, y tal confrontación desemboca indefectiblemente en el debilitamiento del citado pueblo. 
   Así pues, cuando os reunáis con vuestro clan, no temáis fomentar los debates internos al respecto del tema, porque comprobaréis que cada individuo tiene una opinión distinta, y ese debate puede enriqueceros de muchas formas. 
   Disfrutad de todo, pero sin menospreciar lo propio. Eso sería el epílogo.
   ¡Nos vemos en el próximo post!

martes, 29 de julio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 6: "Recordad nuestro espíritu ancestral"

     Aquí estoy de nuevo, para proseguir nuestro listado de elementos a tener en cuenta a la hora de crear, mantener y desarrollar una comunidad odinista. Y van seis... ¿Alguien puede intuir cuántos puntos enumeraré en total? Ya queda poco, no os angustiéis... 
     Venga, nos ponemos serios. Este sexto punto es crucial: se trata de la inclusión de elementos paganos en nuestro día a día, y no sólo en nuestra faceta religiosa cotidiana (de la que ya hablamos hace un tiempo en un artículo anterior), sino en la faceta más mundana. 
     Debemos estudiar estos conceptos, tratar de comprenderlos, de dominarlos, o lo que, en cierto sentido, sería recordarlos, porque resulta bastante obvio que nuestro pueblo ha olvidado ciertos patrones de comportamiento. Estos procesos de pensamiento primigenios han de ser analizados y debemos hacer el esfuerzo por reintegrarlos en nuestra cotidianidad, por reconectarnos a ellos. 
     Con el paso de las generaciones, hemos ido olvidando ciertos elementos culturales, que han sido sustituidos por otros que nos resultan alienígenas y extraños. Sin embargo, no somos del todo inconscientes ante estas carencias. En otros casos, la dicotomía resultante de la confrontación interna entre el "¿Qué debo hacer?" y el "¿Qué quiero hacer?" destroza al individuo por dentro y lo aboca a la infelicidad y la autodestrucción. Voy a plantear algunos ejemplos para hacer algo más clara mi exposición:
     -¿Os imagináis lo que debieron pensar aquellos germanos del siglo V, a quienes los misioneros cristianos de origen celta les decían que no respondiesen ante una agresión o afrenta, a no ser que "Dios" lo aprobase? Ojo, no pretendo hacer apología de la violencia; entiéndaseme cuando pretendo ilustrar el choque de concepciones vitales con el citado ejemplo gráfico.
     -El niño quiere la última consola que ha salido al mercado, pero su madre le explica que es muy cara y no pueden permitirse un gasto tan notable en un objeto tan innecesario; pero para el niño la consola es cuestión de vida o muerte, y en pleno berrinche le dice a su madre que es mala por no darle el capricho cuando todos sus amigos lo tienen, lo que lo convierte en un niño infeliz, al tiempo que hace infeliz a sus padres, que desearían poder ofrecer a su hijo cualquier cosa que necesitase.
     -El ecologista está cansado de la mecánica consumista de la sociedad occidental, de esta forma de vida derrochadora y contaminante, y busca un modo de vida alternativo que lo enfrente al sistema, que lo haga sentirse útil a una causa mayor de un modo no violento. Por ello, y tras investigar mucho, se hace budista, practicante de yoga y vegano, puesto que la filosofía oriental resulta más acorde con su modo de ver y entender el mundo.
     Como veis, en todos los casos nos encontramos la misma problemática: el germano medieval debe tragar con un supuesto pacifismo que no es tal (pues debe seguir yendo a la guerra), el niño cree que que la consola es una necesidad y se predispone a convertirse en un consumista, y el ecologista busca su conexión con lo sagrado en culturas ajenas a la suya propia, a la que demoniza. ¿Es todo esto malo? Pues no necesariamente. Pero, desde luego, no es Ásatrú. 
     Nosotros, los primeros conversos odinistas, somos los pioneros que tendremos que lidiar con estas cuestiones: si lo hacemos bien, las primeras generaciones "nacidas paganas" conseguirán recordar los patrones de pensamiento tradicionales de nuestro pueblo, y crecerán sin impedimentos con una mentalidad plenamente ásatrúar. 
     Y hasta aquí llego hoy. ¡Nos vemos en el próximo post!

domingo, 20 de julio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 5: No al comercialismo

     Aquí estoy nuevamente para continuar este particular listado de elementos que llevo un tiempo confeccionando. He decidido que el quinto artículo haga referencia a la cuestión del comercialismo, y a ese concepto que nos es tan cercano como es la ideología del "usar y tirar". Puede que no parezca una cuestión que tenga mucho que ver con el odinismo, pero yo pienso que sí. Voy a explicar mi punto de vista.
     El actual ritmo de consumo global obedece a las directrices capitalistas, por lo que forma parte del "sistema", y como tal se protege, se alienta y se difunde. Sin embargo, todo lo creado así es completamente efímero: no tiene vocación de perdurabilidad. Obedeciendo al consumismo, malgastamos recursos, destruyendo así a nuestra Madre Tierra y, en consecuencia, destruyéndonos a nosotros mismos en el proceso, en tanto que somos parte de la misma tierra a la que dañamos. 
     ¿Y por qué esto es así? Pues sencillamente porque hace ya muchas décadas que la civilización occidental sustituyó la calidad y la utilidad por la cantidad. Tanto tienes, tanto vales, sin importar demasiado si lo que tienes es lo que verdaderamente necesitas. Y, si lo pensamos bien, esto no es simple ecologismo. Va mucho más allá.
     El comercialismo nos ha enseñado a no cuidar de nuestras posesiones materiales, a desprestigiar a aquellos que sí lo hacen, tachándolos de anticuados. ¿Por qué tratar de conservar algo si, a fin de cuentas, va a durar X años, y cuando se rompa podré comprar otro? Hemos asimilado la obsolescencia programada como un mal menor. 
     En definitiva, se suceden las generaciones con el concepto interiorizado de que no es necesario el cuidado de los bienes materiales. ¿Y son solo los bienes materiales, o tal vez este modo de actuar lo hayamos trasladado también a las personas? ¿Cuidamos de los nuestros por responsabilidad, o sólo lo hacemos mientras nos sean útiles?
     Como veis, el comercialismo es radicalmente opuesto al concepto vital pagano y odinista. Si bien es cierto que forma parte de nuestras vidas, y no voy a proponer que nos tiremos al monte, no es menos cierto que podemos poner nuestro granito de arena en la lucha contra este comportamiento. Meditadlo porque merece la pena el esfuerzo.

miércoles, 16 de julio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 4: Artistas paganos

El siguiente elemento que desearía destacar, en el marco de esta serie de artículos, tiene que ver, precisamente, con el arte y los artistas, pues no es menor, ni mucho menos, la influencia que éstos pueden ejercer (y, de hecho, así lo hacen desde el inicio de la Humanidad) sobre las distintas culturas, y la nuestra no es una excepción. Desde mi punto de vista, es capital y muy necesario el impulso y el refuerzo de cualquier manifestación artística que esté influenciada por la tradición pagana germánica.
El arte define una cultura, la enmarca en la Historia, le da un corpus, un acervo que nos inspira, nos entronca con nuestros antecesores y nos enlaza con nuestros orígenes. El arte es algo vivo, que fluye, que crece y que muta con el devenir de los siglos, que se reproduce y que, naturalmente, muere y renace en el eterno ciclo en el que está integrado el universo. Es el depósito de nuestra memoria colectiva, y nos es tan necesario como cualquier otro elemento cultural, si no más. Nuestros artistas paganos, sean éstos músicos, pintores, escritores, ebanistas u orfebres, bailarines o actores, crean y canalizan esa cultura material, que se desarrolla a través de todos nosotros. Son ellos los que perfilan y transmiten las diferentes expresiones de nuestros valores, nuestra ética, nuestro concepto de belleza, sueños, fantasías, y hasta nuestro insaciable apetito por la vida.
Gracias a su incansable y muchas veces mal valorado trabajo, nos inspiran, así como nosotros les servimos de inspiración a ellos, en una constante retroalimentación mutua, que sumada al hecho de compartir ciertas formas, temas o estilo, nos sirve a todos de unión. Serán los artífices de nuestro legado a la Historia, la marca que dejaremos para las generaciones venideras. Y así, por nosotros mismos, perpetuaremos nuestra propia evolución.
Debemos, pues, ayudar a nuestros artistas. Es importante apoyar a ese grupo de rock que tiene temática odinista. Hay que compartir con los nuestros esa web dedicada a la bisutería recreacionista, y leer los poemas de tal o cual autor ásatrúar. De un modo tan simple los estaremos ayudando a ellos al tiempo que a nuestro pueblo y a nosotros mismos, reforzando y propagando nuestros conceptos y disciplinas culturales.

Y hasta aquí llega este artículo. ¡Nos vemos en el próximo post!

sábado, 5 de julio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 3: “Combatiendo la anti-cultura”

Bien, prosigo con la enumeración de elementos que pueden ayudarnos a la consolidación de una comunidad pagana en general, y odinista en particular. Sin embargo, este punto bien podría aplicarse a nuestra espiritualidad individual, además de ser uno de los puntos más polémicos de la lista que estoy desglosando en los últimos artículos. Se trata, como el título del post ya adelantaba, del rechazo frontal a la masiva “anti-cultura”. Definamos, pues, a qué me refiero cuando hablo de “anti-cultura” y cómo ésta puede afectar negativamente a nuestra espiritualidad.
En mi experiencia odinista, he estudiado tratados de diversos autores que explican su propia visión de nuestra fe, y he leído obras tan ambiguas y eclécticas que pretenden fundir Ásatrú con otros credos, como el Druidismo o la Wicca, hasta radicales postulados que invitan a una suerte de involución cultural, al estilo del anarco-primitivismo más extremo. Ciertamente hay que estudiar todos los puntos de vista para poder formar la propia opinión, pues de una lectura concienzuda y crítica siempre suelen devenir enseñanzas positivas para las mentes abiertas y receptivas. Hay varios autores que ciertamente han influido en mi modo de ver y sentir el odinismo, y la mayoría parecen apoyar el rechazo a la “cultura pop”. Sin embargo, no estoy de acuerdo con ellos en este punto. No toda la cultura popular es mala, según mi opinión. Yo mismo soy un ávido consumidor de uno de los iconos del arte popular contemporáneo, como es el manga y el anime japoneses; asimismo, disfruto jugando a rol siempre que tengo ocasión, y me desvivo con el heavy metal. Todas estas manifestaciones artísticas se enmarcan dentro de la denominada “cultura pop”, ¿y qué hay de malo en ello? ¿Afectan a mis criterios espirituales mis preferencias artísticas? Lo pongo en duda. Sin embargo, sí reconozco que la “cultura pop” tiene una vertiente oscura, y es contra ella que realizo mi lucha. Esa es la “anti-cultura”.
¿Cómo reconoceremos a la “anti-cultura”? No es difícil, pues convivimos a diario con ella y siempre trata de hacerse ver y sentir con un insano afán proselitista. Este remedo de cultura ha sido creada por conglomerados corporativos, y les sirve como eficaz herramienta de marketing. Su objetivo es dirigir a la masa para que consuma un determinado producto, aumentando exponencialmente su índice de ventas, mientras desarrollan el siguiente producto estrella y pergeñan el modo de educar al aborregado rebaño en la creencia de que lo van a necesitar. ¿Alguien recuerda cuando, para poder quedar con un amigo, había que ir a su casa? Hoy, los niños que quieren un móvil se escudan en una supuesta necesidad. ¿Y aquel momento, no tan lejano, en que si no tenías un tamagotchi no eras nadie? ¿Y qué decir de esas niñas que no escuchan a la boy-band del momento y son inmediatamente rechazadas por sus compañeras de clase? Así funciona la “anti-cultura”. No expresa la cultura de un pueblo o de un lugar concreto, y ni siquiera genera una propia, sino que trata de sustituir la cultura existente con un consumismo salvaje y sumiso. De igual modo, no contiene tradiciones, puesto que cualquier tradición lastra esta “anti-cultura”. ¿Por qué? La explicación es sencilla: porque el pan de esa gran superficie de cuyo nombre no quiero acordarme, y que es tan barato y está recién horneado, no puede competir con el pan de mi pueblo, esa hogaza de a kilo que aguanta casi una semana y que está delicioso, ¡incluso estando duro! Otro ejemplo: ¿usaríais patatas fritas de marca en un blót? Suena surrealista, ¿no es así?
Además, otro elemento característico de esta “anti-cultura” es que se encuentra en una continua reinvención. No está pensada para perdurar. Lo nuevo siempre es lo mejor, debes adquirir lo nuevo. Por consiguiente, es acérrima enemiga de la Tradición: no desea tender las manos a conceptos tan antagónicos para ella como la tradición o la familia. Sí, también contra la familia carga la horrenda cultura de masas, y deseo demostrarlo con esta alegoría: imaginad un hogar en el que Padre, Madre, Hermana y Hermano conviven; sin embargo, Padre ve la televisión en la sala, Madre tiene su programa favorito en su tablet, mientras que Hermano ve la cadena de su elección en el ordenador de su cuarto y Hermana lo hace desde su móvil, acostada en su cama. Y todos viven bajo el mismo techo, pero cada uno recibe un mensaje diferente, recibe una publicidad distinta, es adiestrado por la “anti-cultura” y adoctrinado para que la persona sepa cuáles van a ser sus necesidades y metas de esta temporada, para que desprecie las de la temporada pasada y para que sus anhelos y sueños se basen en los productos de la temporada que viene, utilizando el antiquísimo proverbio belicista que reza divide y vencerás, pues dividida está la familia de mi ejemplo, y de este modo es imposible que sus miembros debatan y comenten, decidan si algo es o no necesario o conveniente, y, en definitiva, tengan la posibilidad de influenciarse mutuamente, de hacer un muro de escudos contra las influencias externas, porque separados consumen más (cuatro receptores de TV consumen más que uno, cuatro teléfonos móviles con cuatro conexiones a Internet consumen más electricidad y recursos que uno o dos, y así sucede con todo), y por tanto son más dóciles a la “anti-cultura”, menos propensos a la rebeldía y menos abocados a ese veneno llamado pensamiento.
Amig@s, la verdadera cultura no pasa de moda, y sea cual sea su forma, siempre enriquece. Consumir auténtica CULTURA (así, en mayúsculas) es ir en contra de la masa, informe y voraz. Es responder a los embates de la “anti-cultura” con el filo de nuestras armas, que son la libertad de elección, la capacidad de discernir y el orgullo por la tradición.

Bien, es probable que este tema haya generado disensiones, o dudas cuanto menos. El debate siempre es enriquecedor, y estoy abierto a él, si es vuestro deseo. Y si no es así, ¡espero veros en el próximo post!

viernes, 4 de julio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 2: “Re-creación”

Voy a proseguir desarrollando el concepto de algunos elementos útiles a la hora de forjar un clan/comunidad odinista, y hoy deseo centrarme en este término: Recreación. ¿Qué significa, por qué nos importa, cómo puede aplicarse al día a día?
Al mencionar el término “recreación”, los más veteranos en el mundo del paganismo nórdico habrán evocado en sus mentes, de forma inmediata, un muro de escudos formado por varios valientes, ataviados con cota de mallas, sudando bajo un sol de justicia en la feria medieval de algún pueblo. Efectivamente, los amantes del recreacionismo alto medieval (entre los que me cuento) desarrollan una labor divulgativa encomiable y muy necesaria, y con su esfuerzo y dedicación, la mayor parte de las veces completamente desinteresado, ayudan a mostrar, de forma gráfica y más que amena, el modo de vida, la música, el entretenimiento y las técnicas de combate de nuestros ancestros. Pero al hablar de recreación, pretendo aplicar el concepto del “recreacionismo” a nuestra vida cotidiana. Y es que también nosotros podemos recrear en muchos casos, o directamente crear en otros, tradiciones germánicas paganas.
La recreación es la base de las tradiciones,  y éstas tienen un incalculable valor para cualquier comunidad pagana, al tratarse de excelentes vehículos de colaboración interpersonal, y generadoras de vínculos y sentimientos de camaradería y armonía. Por ello, considero la recreación tradicional un elemento básico a la hora de afianzar una hermandad.
Tal vez, esta recreación se inicie en nuestra casa, decidiendo hornear nuestro propio pan o preparar hidromiel casera. O, tal vez, en un sentido más amplio de comunidad externa al clan, participar en las festividades locales que tengan un eminente carácter pagano (y estoy seguro de que tod@s podríais darme más de un ejemplo de este tipo de festejos). Hay, pues, que infundir estas tradiciones en nuestra vida diaria y en la de los nuestros.
En el seno del clan, esta idea no debería faltar. Por ejemplo, considero afortunado al clan que disponga de un escaldo, que se preocupe de guardar y fomentar la tradición oral, recitando en las reuniones algún poema, o escenificando para sus hermanos el pasaje de una saga, o planteando a los más jóvenes algún acertijo que ponga a prueba sus mentes, o embelesándolos con alguna leyenda local. Creo que sería preferible que un par de miembros de la hermandad representase un pasaje de Beowulf con un fondo musical de Wardruna ante un auditorio de niños durante Yule, que sentar a los jóvenes frente a la caja tonta mientras sus mayores se dedican a beber. ¿A alguien se le ha ocurrido hacer un teatro de marionetas de calcetines representando el Skírnirsmál durante las celebraciones de la primavera? Indudablemente esto no se hacía en la Suecia del siglo V, pero ahí reside la magia de este término: que puede ser “recreación”, o puede ser “RE-CREACIÓN”, es decir, crear algo basándonos en lo que conocemos y en los medios de los que dispongamos, con la intencionalidad adecuada. Y sería tan sencillo como, si este teatro de marionetas tuviese éxito, repetirlo anualmente para haber creado una tradición. Puede que los puristas estén clamando por mi cabeza, llegados a este punto, pero mi personal visión del odinismo hace que procure fundir mi vida diaria y actual, como currante de clase media-baja en la España del siglo XXI, con mi faceta de Godhi ásatrúar, puesto que no debería haber división, como no la hubo nunca en nuestra cultura hasta la llegada de las religiones abrahámicas.
Y lo cierto es que estas tradiciones nos unen. Ponedlo en práctica y me daréis la razón. Sorprended a vuestros hermanos de clan con una hornada de galletas en la próxima celebración o reunión. Honrad a los miembros de ese clan que os visita con una intrincada danza de espadas. En cuanto iniciéis la vía tradicional, sentiréis cómo se fortalecen esos lazos entre individuos, o entre familias, o entre clanes o comunidades. Y tendréis, os lo garantizo, toneladas de recuerdos maravillosos que ayudarán a cimentar y fomentar la convivencia dentro de vuestra comunidad.
¿Os he dado alguna idea para ponerla en práctica? ¡Maravilloso! ¿Tenéis alguna que queráis compartir, o vuestro clan ha creado alguna tradición de la que estéis particularmente orgullosos? Será un verdadero placer leerlas: estoy ansioso por hacerlo.

¡Nos vemos en el próximo blog!

lunes, 30 de junio de 2014

REFORZANDO NUESTRA CULTURA, CAPÍTULO 1: Los ancestros importan

Con este artículo, inauguro una serie de posts en los que deseo tratar varios elementos que pueden ser de utilidad en la creación de un clan/comunidad odinista. ¿Por qué enfatizar algo como la creación de una estructura social jerarquizada? ¿Es acaso necesario para practicar nuestra fe? Voy a tratar de resumir mi punto de vista a este respecto, antes de entrar en materia con el artículo propiamente dicho.
Es un hecho la proliferación por toda la geografía peninsular de varias hermandades odinistas, a las que comúnmente nos referimos como clanes (o kindreds, para aquellos que se sienten más cómodos con la nomenclatura anglosajona). Por lo general, se trata de comunidades de individuos más o menos cercanos a nivel territorial, que se reúnen para celebrar las distintas festividades anuales, o para realizar en comunidad ritos de paso, o blóts en honor de algún dios o diosa, o de algún ancestro. Es algo hermoso el hecho de que, de manera tan espontánea, estas comunidades hayan venido apareciendo a lo largo y ancho de nuestra vieja piel de toro, en la mayoría de los casos sin tener contacto con las que surgen a su alrededor. Sin duda, es un buen síntoma, amén de constatar el buen trabajo que nuestros mayores han venido haciendo desde hace varias décadas en la difusión y estudio de nuestra fe.
Sin embargo, la anterior definición de lo que es un clan se nos queda bastante corta, pues apenas explora la superficie de lo que realmente implica pertenecer a uno. La principal tarea de un clan no es sino el redescubrimiento de nuestra cultura tradicional. No deseo entrar en discusión al respecto de lo que vamos a denominar “cultura”, puesto que ni soy sociólogo, ni antropólogo, y mis conocimientos en la materia son más que exiguos. Sin embargo, voy a tratar de definir este término con ayuda de algunos autores que han estudiado el fenómeno desde una perspectiva pagana, como es el caso del Dr. Edred Thorson. El doctor Thorson entiende la cultura de un pueblo como la interacción entre diversos elementos, como son el elemento étnico (la unión de individuos con determinadas características físicas en familias, clanes y pueblos), el elemento ético (los mitos, folklore y la historia común que comparte un núcleo social determinado), el lingüístico (el vehículo por el que se transmiten ideas y conceptos) y el material (arte, herramientas y creaciones físicas de un grupo humano concreto). Los cuatro elementos se entretejen, dando como resultado eso que llamamos “cultura”. Yendo más lejos, antropólogos de la talla de Kroeber o Leslie White aventuraron que la “cultura” era una especie de ente superorgánico, teoría muy cercana a la del Alma-Pueblo que es eminentemente Ásatrú. Fortalecer cualquier elemento de una cultura, forzosamente fortalece al conjunto. Y, del mismo modo, el debilitamiento de uno de sus elementos afecta de modo negativo a la cultura en cuestión.
Es, pues, prioritario para el odinista, reforzar su propia cultura, amenazada hoy día por una suerte de “anti-cultura”, una corriente que trata de homogeneizarnos, aborregarnos y dividirnos sin otro baremo que el capitalismo más feroz. Y es ahí donde el clan se hace indispensable, donde cobra protagonismo y se hace fuerte. Un lobo solitario es indudablemente un lobo, pero en manada es parte de un todo, al que pertenece y que lo cobija, le ofrece sustento y consuelo. Hay que luchar, pues, por redescubrir y reforzar nuestra cultura tradicional, utilizando la figura del clan como puntal para progresar en nuestra senda de conocimiento.
Bueno, pues tras esta introducción, paso a explicar el primero de una serie de puntos que, sin seguir un orden concreto, tratan de ayudaros en la “reintegración” de nuestra cultura ancestral: los ancestros (valga la redundancia).
Hace poco, leí (no recuerdo dónde) una encendida defensa que un odinista hacía sobre el culto a los ancestros. Y es que, en ocasiones, pudiera suceder que no los tuviésemos suficientemente presentes en nuestras celebraciones. Es importante concederles la preeminencia que merecen.
Cuando, por ejemplo, leemos una saga nórdica, estamos aprendiendo sobre la importancia del linaje y los ancestros. ¿Por qué? Normalmente, el héroe de la saga suele venir precedido por una enumeración de su linaje, y se hace así para que puedan observarse los elementos comunes al citado linaje, tales como ciertos comportamientos ante la vida, o ese temperamento o “presencia” que discurre a lo largo de toda la saga. ¿Qué nos demuestra ésto? Pues el origen y la repercusión de un determinado Örlog, ese estrato primordial del que todos partimos y del que surge la base de todas nuestras decisiones (hablaré más extensamente sobre el concepto del Örlog en sucesivos artículos, lo prometo).
Además, conocer los ancestros y nuestro linaje nos da un lugar en la Historia, una identidad, una sensación de pertenencia. Hoy día, la investigación del linaje es algo bastante farragoso y turbio, por desgracia. Sin embargo, podemos afrontarlo como una aventura de autodescubrimiento. Tenemos la obligación de preguntarnos quiénes eran, dónde y cómo vivieron, por qué hicieron lo que hicieron. No podemos olvidar la importancia de semejante tarea, puesto que, en algún momento, a la mayoría les llega la paternidad/maternidad, y con ella una serie de responsabilidades que tienen que ver con la herencia cultural. Los beneficios recibidos de esta enseñanza aparecerán en l@s niñ@s en forma de autoconfianza, y en sentimientos de identidad y pertenencia, que, combinados con una serie de valores inculcados por sus progenitores, tales como la tolerancia y el respeto, repercutirán en sus vidas de manera muy positiva, al tiempo que reforzarán a su clan.
Así que, para concluir, os recomiendo que visitéis un museo de historia, una excavación arqueológica o una biblioteca pública; os aconsejo leer sagas y gestas, y os pido que os enorgullezcáis de vuestros antepasados, sea cual sea su historia personal, porque, gracias a ellos, estáis vosotr@s hoy aquí. Tenedlo presente cada día de vuestras vidas.

Pues bien, aquí os he dejado -creo- algunas cosas en las que pensar. ¡Nos vemos en el próximo post!