viernes, 21 de mayo de 2021

ESPECIAL ANIVERSARIO: Algunos pensamientos sobre el sacerdocio Odinista

 

A finales del presente mes de mayo, este humilde rincón Odinista cumple siete años. Cómo pasa el tiempo,... Y tras este tiempo transcurrido, y después de más de 55.000 visitas (las cuales os agradezco encarecidamente), creo que es bueno detenerse siquiera un instante, echar la vista atrás con el orgullo de ver cómo ha crecido lo que, allá por el 2.014, dio su primer paso vacilante, sin saber si a alguien le podría ser de ayuda lo que tenía la pulsión de compartir; muchos artículos, algunos más exitosos y otros algo menos, pero sobre todo lo que más me animó a continuar fueron las muestras de ánimo y apoyo que me habéis brindado a lo largo de todo este periplo. Las palabras se quedan cortas para poder expresar toda mi gratitud, así que creo que el mejor modo de hacerlo es continuar escribiendo y publicando, con la misma ilusión del primer día.

Pero no es esta la única efeméride que quiero celebrar con el presente artículo, ya que hace poco caí en la cuenta de que llevo ya 20 años ejerciendo de Góði, y eso sí que es un aniversario redondo. Y, precisamente por eso, he creído conveniente hablaros un poquito sobre lo que es la labor sacerdotal en el Odinismo, habida cuenta del interés que suscita la figura del sacerdote entre las nuevas generaciones de Odinistas: saber lo que significa ser Góði, de dónde viene esta figura y cuál es mi visión personal del sacerdocio enmarcado en nuestra Fe. Tal vez, este artículo sea un poco más denso que de costumbre, pero creo que os gustará. Vamos a ello.


Seis años ha de esta foto, en otros lugares, en otro contexto, pero con la misma ilusión entonces que ahora  


El término Góði, en la obra A Concise Dictionary of Old Icelancic, es definido como “sacerdote pagano, jefe”. Podemos encontrar esta palabra en textos tan antiguos como una piedra rúnica hallada en Northuglen (Noruega) y datada en el siglo V de la Era Común, donde puede leerse la palabra GUDIJA, que es la transcripción fonética del término Gótico Gudja, palabra de la que proviene el término Góði, y que también se traduce como “sacerdote”. La palabra Nórdica, que es la que más se ha extendido, tiene el plural Goðar, y el femenino Gyðja (que, a su vez, tiene el plural Gýdjur). Os comento todo esto porque estoy bastante cansado de escuchar a hispanohablantes referirse al plural de la palabra como “godis”, o referirse a una sacerdotisa como “la godi”, y creo que deberíamos usar el lenguaje con propiedad. No quiero decir con esto que todo el mundo debiera saber hablar Norreno, pero al menos sí que deberíamos intentar utilizar bien la terminología cotidiana en la que usemos estas palabras: por ello siempre abogo por castellanizar la terminología Odinista en la medida en que sea posible, y así evitar actitudes pedantes.

Así pues, hablar del Góði actual, o de la figura histórica, es hablar de un sacerdote pagano Germánico-Escandinavo, pero, como siempre sucede, no podemos generalizar un asunto tan complejo, puesto que no todas las tribus Germánicas tenían el mismo concepto del sacerdocio, y sus propios conceptos van evolucionando con el discurrir de los siglos y las circunstancias geográfico-históricas de cada tribu concreta. Por ejemplo, durante la Edad Media, en Islandia y en Noruega los Goðar eran líderes religiosos pero también políticos, aunque en Dinamarca y Suecia parecieron delimitarse al ámbito religioso en exclusiva.

 

ANTES DEL GÓÐI: EL SACERDOCIO GERMÁNICO PRECRISTIANO

Pero antes de hablar del  Góði que tod@s tenemos en mente, debemos remontarnos al antiguo sacerdocio Germánico, para lo cual hemos de remitirnos a textos escritos por los Pueblos que cohabitaron con nuestras tribus, como el famoso Germania de Tácito, donde se nos cuenta que los sacerdotes Germánicos tenían la misión de reunir a la Asamblea, imponer castigos, guardar los símbolos sagrados y los lugares de culto (tales como arboledas sagradas) y, aunque Tácito no lo mencione expresamente, podemos leer entre líneas su conexión con los sacrificios públicos, ya fueran estos de animales o humanos.

El soldado Romano Ammianus Marcellinus, quien vivió en el siglo IV de nuestra Era, escribe en su obra Rerum Gestarum que los Burgundios tenían un “sacerdote jefe”, cuyo cargo era vitalicio. Jordanes, historiador del siglo VI, nos cuenta que los Godos elegían a sus sacerdotes de acuerdo con su nobleza, y el monje Beda el Venerable explica que los sacerdotes de los Anglos no podían llevar armas o montar a lomos de caballos, sino sólo yeguas.

El propio César nos hace ver que el sacerdocio Germánico no estaba tan eficientemente organizado como sí lo estaban los Druidas Celtas: si bien, parece que había cierto grado de organización, bajo la presidencia de un sacerdote “jefe” (de nuevo este término, que no me gusta: Tácito lo escribía como sacerdos civitatis), aunque las dos mayores diferencias con los Druidas serían:

                     Mientras que, en los Germanos, el sacerdote sólo ejecutaba las decisiones de la Asamblea de su tribu, los Druidas tenían en sus manos la administración de justicia.

                     Los sacerdotes Germánicos tenían responsabilidades públicas y estaban atados a su tribu; los Druidas, no.

 

EL GÓÐI  ESCANDINAVO

Los Goðar Nórdicos tenían asignadas unas zonas de influencia, llamadas goðorð, en las cuales desarrollaban sus funciones sacerdotales y sociales. Dichas zonas eran consideradas como posesiones materiales, así que se podían heredar, regalar o compartir. En su propio  goðorð, ya fuese exclusivo o compartido con otros  Goðar, el sacerdote generaba y fomentaba fuertes lazos con la comunidad adscrita a dicha zona, y no sólo oficiando ceremonias, sino también organizando banquetes y concediendo regalos a su gente, porque de esta manera se aseguraba de compartir la riqueza de su  goðorð. Además, el  Góði presidía el Þing, el sagrado Consejo, intermediaba en disputas entre sus seguidores a modo de árbitro o juez, oficiaba ceremonias y realizaba sacrificios para honrar a los Dioses. A cambio, los integrantes de su  goðorð acudían a él buscando protección, consejo o beneficios materiales. Esta preeminente posición se hacía patente en que el  Góði era el guardián del Anillo de los Juramentos, que solía guardarse en un templo y que el  Góði portaba en las Asambleas y ante el que, cualquiera que quisiera intervenir, debía realizar un juramento ritual invocando a Freyr y a Njörðr.

Representación de una ceremonia pagana Nórdica, por J. L. Lund (Fuente: Wikipedia)


Con la llegada del cristianismo en el período de la conversión Islandesa, los  Goðar pudieron retener su poder político y sus funciones de jueces y protectores de sus comunidades, pero perdieron el poder religioso, que les fue arrebatado por los curas cristianos. Pero antes de que Islandia sucumbiera a dicha fe, podemos ver que este rol dual del sacerdote (político y religioso a la vez) venía de muy lejos, ya que, para las antiguas tribus Germánicas, la ley, la sociedad y la religión estaban íntimamente relacionadas y no se podía concebir una sin las otras.

En cualquier caso, es obvio que una de las principales atribuciones del  Góði era mantener su propio templo “privado”, en torno al cual se celebraban las ceremonias religiosas en beneficio de su comunidad. Un ejemplo de esto lo encontramos en la piedra rúnica Glavendrup, en Dinamarca: este monumento, datado en torno al 900-950 de la Era Común, recuerda a un  Góði llamado Alli, “respetado jefe del templo”, y pide a Þórr que santifique estas runas, enfatizando el vínculo entre el dios y dicho sacerdote.

Durante varios siglos, Islandia no fue gobernada por ninguna monarquía, y el mecanismo de gobierno tradicional eran las Asambleas. Durante todo este tiempo, era misión de los  Goðar dirigir las ceremonias estacionales y los ritos de paso de sus comunidades, y también presidir las sagradas Asambleas, adquiriendo así el papel de canal de comunicación entre la comunidad y sus dioses.

Asimismo, también tenemos constancia de la existencia de la versión femenina del sacerdote: la sacerdotisa o Gyðja. Al parecer, ellas enfocaban su labor a realizar ceremonias “privadas”, es decir, en hogares de familias que así lo solicitasen, para llevar a cabo, por ejemplo, ritos de paso familiares o sacrificios puntuales, en oposición al culto público que realizaban sus contrapartidas masculinas.

 

EN RESUMEN...

Tras todo lo expuesto, se puede ver claramente que el sacerdocio, ya fuera el primigenio sacerdocio Germánico o el posterior Escandinavo, era una institución tribal con responsabilidades públicas o comunitarias, como reunir a la Asamblea, mantener los lugares de culto, o impartir justicia.

 

EL GÓÐI HOY

Hasta ahora hemos tratado la figura histórica del sacerdote/sacerdotisa, pero ¿somos lo mismo hoy día que hace mil quinientos años? ¿En que se asemejan nuestras funciones de las de nuestros primigenios predecesores? ¿En qué diferimos? Obviamente, a partir de aquí se perderá la objetividad de lo expuesto, ya que lo que a continuación escribiré es una opinión, y os aseguro que podréis encontrar modos variopintos de ejercer el sacerdocio y, en algunos casos, hasta contradictorios los unos con los otros. Pero ya sabéis que nuestra Fe huye de verdades absolutas, que todo depende de la experiencia vital de cada cual y de sus puntos de vista, y es mi deseo que conozcáis los míos propios.


El sacerdote Hilmar Orn Hilmarsson oficia una ceremonia en Reykjavik (Islandia) en 2.012 (Fuente: El País)


1.                  El Góði / la Gyðja de una comunidad determinada es, por encima de cualquier otra consideración, EL LÍDER ESPIRITUAL de dicha comunidad, con la inmensa responsabilidad que tal tarea conlleva. Pero recordad que el sacerdote o sacerdotisa lo son porque SU COMUNIDAD ASÍ LOS RECONOCEN: sin comunidad, no hay sacerdocio. Si alguien dice ser sacerdote, pero no tiene a su lado individuos que lo respalden, entonces no es nada, y coincidiréis conmigo si atendemos a las diferentes labores sacerdotales (porque esto de ser sacerdote o sacerdotisa es algo dinámico e implica un compromiso, no vale con decir “lo soy” y ya está), labores que ahora explicaré, si acaso de forma superficial.

2.                  El Góði / la Gyðja tienen la sagrada labor de COMPARTIR SUS CONOCIMIENTOS CON SU COMUNIDAD. Esto incluye resolver dudas sobre las Eddas o las Sagas, poder explicar conceptos cotidianos como la muerte o nuestro concepto cíclico del tiempo, aconsejar siempre que alguien lo solicite, etc. Pero no sólo es esto, puesto que hoy día esta labor de compartir conocimientos puede hacerse mediante la música o los podcasts, así como mediante la escritura, ya sea ficción, ensayo,... o un humilde blog.

3.                  Si estamos de acuerdo en que El Góði / la Gyðja son líderes espirituales y deben compartir su saber, entonces es obvio que deben, en primer lugar, TENER LOS CONOCIMIENTOS (el estudio de nuestra Fe nunca acaba), y, en segundo lugar, deben SER CAPACES DE APLICARLOS, y esto se logra con dosis de liderazgo, mucha empatía y y cierta habilidad de comunicación.

4.                  Ya que son los transmisores de nuestros valores ancestrales y nuestras creencias, El Góði / la Gyðja tienen la obligación de EDUCAR A SU COMUNIDAD, del modo que consideren más oportuno. El orgullo de quienes ejercemos el sacerdocio es tener a nuestro alrededor gente instruida en materia espiritual que hayan aprendido gracias a nuestra labor. El buen hacer de un sacerdote o sacerdotisa se mide por los conocimientos que posea el individuo más ignorante de su comunidad.

5.                  Parecerá una perogrullada, pero El Góði / la Gyðja deben PROMOVER LA POTENCIA ESPIRITUAL DE SU COMUNIDAD, mediante el oficio de las ceremonias estacionales y los ritos de paso, pero también animando a su gente a tener un altar doméstico cuidado y atendido, y ayudándoles a confeccionar sus ceremonias y ofrendas privadas, o enseñando a los más pequeños oraciones para que aprendan a hablar con los Dioses con respeto y confianza, ya que una comunidad activa espiritualmente es una comunidad con una hamingja poderosa (para saber lo que significa este término, os paso el enlace a un artículo donde lo expliqué: pinchad aquí), y eso repercute en las vidas de todos los individuos de una forma positiva, como un escudo espiritual ante las entidades malvadas.

6.                  Aún se mantienen ciertas atribuciones de juez en el cargo de sacerdote, por lo cual El Góði / la Gyðja tienen el deber de OFRECER GUÍA Y CONSEJO ANTE POSIBLES CONFLICTOS INTERNOS, dando siempre el punto de vista que refleje nuestros valores tradicionales y nuestra concepción vital, y buscando la reconciliación entre l@s implicad@s para evitar la disgregación de su comunidad, siendo (en la medida de sus posibilidades) ecuánimes en sus consejos y evitando tomar partido por uno de los bandos en conflicto.

7.                  Una importante tarea es la de MANTENER LAS ZONAS DE CULTO, ya sea un templo, un local (en el caso de clanes urbanitas) o cualesquiera zonas de culto que sean utilizadas por la comunidad, aunque, en esta tarea, El Góði / la Gyðja deberían ser ayudados por todos los participantes en las ceremonias, y por lo general esto sucede así, pero no veo mal el recordarlo.

8.                  Como ya hemos señalado a lo largo del artículo, el sacerdocio era institución no sólo religiosa, sino también política y económica. Por ello, es bueno señalar que, en el mundo actual, LAS FACETAS POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL SACERDOCIO ESTÁN OBSOLETAS. El Góði / la Gyðja ni pueden ni deben entrometerse en las opiniones políticas de su comunidad, ni tampoco en la administración de las finanzas de cada individuo: lo que prima en la relación del sacerdote o sacerdotisa con su gente es la confianza y la máxima de la libertad individual, que es irrenunciable: si se pierden cualquiera de las dos, la comunidad está abocada al fracaso, y con ella su guía espiritual.

9.                  Naturalmente, una labor que aún se mantiene es el deber de CONVOCAR Y PRESIDIR EL ÞING, sacralizándolo de un modo adecuado, asegurándose de que las personas que intervengan lo hacen de buena fe, sin animosidad entre ellos y tomando los juramentos que se requieran, si fuese preciso.

 

Bueno, espero haberos enseñado algunas cosas sobre nuestro sacerdocio, o al menos sobre cómo lo entiendo y lo vivo yo. Como siempre, espero vuestros comentarios, dudas, o lo que se os ofrezca. ¡Mil gracias por seguir visitando este blog!

 

NOTA: Este artículo está dedicado con cariño para Hrafna Hrafnhófði Gúnnarsson. La gente como tú está forjando el Odinismo que viene: nunca te rindas, Cabeza de Cuervo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario