Tras un
año y medio de silencio, vuelvo al fin a saludaros, feliz de poder volver a
escribir, aunque con un profundo malestar por haber desatendido este rinconcito
durante tanto tiempo. Han sido para mí meses de reflexión y vivencias en los
que, honestamente, ni me sentía inspirado ni con ánimo de escribir. Sin
embargo, he continuado estudiando, aprehendiendo y meditando sobre la Antigua
Fe, y he logrado reunir un puñado de ideas sobre las que escribir, así como
unos buenos pellizcos de ilusión y ánimo. Mi intención es proseguir publicando
artículos en la medida de mis posibilidades, y aunque otras obligaciones me roben
algo más de tiempo que antes, confío en poder retomar una cierta periodicidad.
Lo dicho: os pido nuevamente disculpas por este período de inactividad. Y
ahora, es momento de desempolvar el escritorio: hay trabajo que hacer.
Hoy
deseo escribir sobre un tema que genera, como tantos otros, cierta disensión en
el Odinismo actual, y es la asunción del término "Chamanismo" para
hacer referencia a la práctica de la Magia Germánica, y denominar
"chamanes" o "chamanas" a sus practicantes. Y es que, hace
unos días, revisaba antiguos artículos de este blog, pues andaba buscando uno
concreto, que redacté hace unos cinco años, en el que trataba el tema de la
magia Odinista. Por si queréis ojearlo, os dejó el enlace a continuación: [Hablemos de magia]. En él, escribo sobre las diferentes
vertientes de la práctica mágica tradicional Germánica, Y me percaté de que, al
llegar a la definición del Sejđr, había escrito lo siguiente: "(...), no
se trata más que de nuestro chamanismo, ni más ni menos." Al leer esa
frase, tuve que reconocer que semejante aseveración pecaba de simplista.
Obviamente, hace cinco años no había estudiado tanto como ahora, y al releer
este artículo, esa frase me llamó la atención, y pensé que, en efecto, much@s
Odinistas establecen paralelismos entre nuestras prácticas mágicas, ya sea
Sejđr o cualquier otra, y el "Chamanismo". Sin embargo, antes de
estar en posición de establecer o acaso rebatir dichos paralelismos, deberíamos
ser capaces de definir aquello que llamamos "Chamanismo".
Durante
la elaboración de este artículo, me he centrado en dos fuentes principales: por
un lado, la investigación de Neil S. Price, un autor inclinado al uso de la
Arqueología que busca similitudes entre la Magia Germánica y el chamanismo Sami
y el de otras culturas circumpolares (1);
por otro, los estudios de Clive Tolley, un autor más inclinado a las fuentes
literarias, y que minimiza el cruce cultural Sami-Nórdico y postula que las
raíces de la Magia Germánica
(principalmente del Sejđr), si bien comparten elementos con las
prácticas chamánicas "genéricas", son más Germánicas continentales
que circumpolares (2).
Para
poder valorar la cercanía de la Magia Odinista con ese conjunto de prácticas
que denominamos "Chamanismo", definiré previamente los rasgos del
chamán arquetípico: por norma general, el chamán suele ser responsable de
enfrentarse a fuerzas que causan problemas a su comunidad, como, por ejemplo,
la escasez de comida, la mala salud de un individuo o del grupo, o la eventual
ruptura de relaciones sociales o sentimentales. Por lo tanto, entendemos que se
encarga de restaurar el equilibrio cósmico, que por culpa de esas fuerzas se
había desnivelado, y que, mediante su intervención, se mantiene ordenado y
saludable. Dicha intervención se lleva a cabo de diversas formas: interpretando
visiones, buscando espíritus e interactuando con ellos, etc. Pero el chamán
también está facultado para realizar un cierto tipo de magia, y quizá sea un
buen momento para recordar la definición de "magia" que yo suelo
utilizar, citando a los antropólogos Victor Turner y Pascal Boyer: "la
Magia es un poder de control trans-humano, ya sea personal o impersonal".
En otras palabras, el chamán no sólo actúa de "receptor sobrenatural",
sino que también está facultado para interactuar con las entidades con las que
contacta, y a esta interacción se la puede considerar como una clase de magia.
Representación de una Sejdkóna como defensora de su comunidad ante lo sobrenatural, por Kráka Gúnnarsdöttir (Instagram: Design_fiskrart)
Tenemos
más elementos fundamentales en la definición del chamán, y tal vez lo más
importante y obvio es la respuesta a la pregunta ¿qué significa la palabra "chamán"? Este término, tal y
como lo usamos los hispanohablantes, proviene del turco, y parece haberse
originado en Siberia, derivando de la palabra Evenki Šaman, que significa "excitado, elevado o revelado por
éxtasis". Por tanto, en la propia palabra ya nos encontramos con el
elemento del "trance" o "éxtasis místico", que tan
reconocible es en la práctica chamánica.
Sin
embargo, este elemento del trance podría llevarnos a pensar que, si todos los
chamanes buscan ese trance, entonces nos hallaríamos ante una especie de sistematización de la práctica
chamánica: creer que la palabra "Chamanismo" engloba un conjunto
ordenado de prácticas es un error. Hay autores, como el antropólogo Piers
Vitebsky, que definen el chamanismo como la forma más antigua de religión,
aunque, en mi opinión, dicha afirmación es muy simplista. Para mí, hablar de
chamanismo es referirse a un tipo de habilidad o disposición que se manifiesta
en varias culturas y Pueblos. Abundemos, ahora sí, en esta habilidad del chamán
de entrar en estados alterados de consciencia, conocidos como
"trances". Estos trances, similares a la hipnosis, pueden variar de
intensidad en función del individuo y las circunstancias que lo rodean.
Antigua ilustación de un tambor chamánico Sami, del libro The
history of Lapland : wherein are shewed the original, manners, habits,
marriages, conjurations, etc. of that people por Johannes Schefferus (1674)
Teniendo
en cuenta todo lo anterior, podemos inferir que el término
"Chamanismo" es muy ambiguo todavía, y resulta complicado definir lo
que es, ya que dicho término no es más que un constructo moderno que trata de
definir un fenómeno arcaico. Ahora bien, el historiador Edward Bever crea una
definición bastante precisa desde mi punto de vista, que divide el concepto de
"chamanismo" en estructuras basadas en el proceso neuro-cognitivo que
implica:
Específicamente, el término Chamán puede reservarse a la persona que se dedica a prácticas que involucren la alteración de la consciencia para percibir e interactuar con espíritus, para ganar conocimiento o poder inaccesible para la consciencia despierta, (...) En contraste, puede usarse "chamanista" para alguien que se dedica a otras manipulaciones deliberadas de la consciencia para acceder a información o habilidades desconocidas e inaccesibles para la consciencia despierta, prácticas que requieren la manipulación deliberada de la consciencia, la propia o la ajena, pero no genera la experiencia de percibir espíritus. Ambas variantes del Chamanismo implican acciones deliberadas, (...) (3)
Ahora,
habiendo ya definido el Chamanismo, a los Chamanes y a los Chamanistas, podemos
volver la vista a nuestr@s practicantes de Magia, para determinar si sus Dones
y sus prácticas son propios del Chamanismo.
Gran
parte de la documentación que ha llegado a nuestros días sobre prácticas
mágicas Germánico-Escandinavas proviene de las Sagas islandesas, pero hay
división de opiniones sobre la fiabilidad de dichas fuentes. Con todo,
encontramos algunos pasajes que suscitan un consenso más amplio que otros. Uno de estos pasajes, por ejemplo, lo hallamos en la Saga de Erik el Rojo (Éiriks Saga Rauđa en Norreno), en la
descripción del ritual llevado a cabo por la Sejđkóna Þórbjörg para ver el
futuro y apaciguar a los espíritus circundantes: muchos antropólogos consideran
objetivo el retrato de los atributos de Þórbjörg, con su bastón, sus guantes de
piel de gato, gemas, bolsas y demás parafernalia.
Asimismo,
en las Sagas Islandesas (o Islendingasögur en su idioma nativo) hay muchas referencias a videntes, hechiceras
y "profetas", que podrían mostrar ciertos elementos chamánicos: sea cual sea su rama mágica (videncia rúnica, conjuros de voz -Galđr-, o magia en trance -Sejđr-), estos individuos tienen la
función de atraer la fortuna o la desgracia a través de su magia, que, además,
tiene un fuerte componente de género, como ya expliqué en aquel antiguo
artículo del que hablé al inicio del presente texto. Y si ponemos el acento en
el trance que practican los usuarios de Sejđr, se puede entender por qué es tan
fácil identificar Chamanismo con Sejđr. Ahora bien, tal y como nos dice Bever,
hablar simplemente de Chamanismo es una generalidad que induce a error. La
siguiente cuestión sería: ¿se adecúa, entonces, la definición de Bever a las
prácticas mágicas descritas en nuestras fuentes literarias?
Pues,
sorprendentemente, así lo parece. Y para ejemplificar esto, creo que las dos
mejores figuras de los textos medievales islandeses sobre la "práctica
chamánica" y la "práctica chamanística" son la anteriormente
citada Spåkóna Þórbjörg y... el propio Odín. Analicemos ambos personajes:
- En el Hávamál,
Odín se adueña de las runas como fuente de la videncia rúnica: se cuelga de un árbol, se hiere con su lanza y
ayuna nueve jornadas hasta encontrar el secreto de las runas; por otro lado, en
el Baldrs Draumar, Odín recita un
hechizo (Gálđr) para resucitar a una
völva.
- En la Saga de Erik el Rojo, se llama a
Þórbjörg para que averigüe si la enfermedad que asola a los colonos remitirá o
no: durante la sesión, hay canciones que preceden al trance y ella se reúne con
los espíritus (Sejđr).
De este
modo, observamos que Odín manipula su propio subconsciente a través de un
ritual para obtener conocimiento (es
decir, observamos una "práctica chamanística"), mientras que Þórbjörg
actúa mediante una "práctica chamánica", comunicándose con los
espíritus mediante un ritual que incluye cánticos para adivinar el futuro.
Pues
bien, ahí lo tenéis. Antes de pasar a las conclusiones de este artículo,
reiteraré que el término Chamanismo,
utilizado del modo clásico, me parece generalista y vago, por lo que prefiero
adherirme a la definición de Bever. Dicho esto, hemos podido observar que las
diferentes ramas de la práctica mágica Odinista no se adscriben al Chamanismo
en igual grado, siendo el Sejđr la única práctica abiertamente Chamánica,
mientras que el Gálđr y la videncia rúnica serían consideradas prácticas
Chamanísticas, y por ende más separadas del Chamanismo clásico.
Espero,
como siempre, haber ofrecido con este texto algunos elementos de juicio que os
permitan diferenciar nuestras diversas prácticas mágicas y su relación con el
Chamanismo. Eso sí: conviene recordar, antes de finalizar el artículo, que las
prácticas mágicas de cualquier Pueblo siempre se circunscriben al sistema de
creencias de dicho Pueblo. En otras palabras: para ser usuario de Sejđr, Gálđr
o videncia rúnica, el requisito indispensable es conocer la mecánica cósmica
que el Odinismo plantea. Por ello, el Chamanismo no pertenece en exclusiva a
ninguna religión (en todo caso, fue
animista en sus inicios), y con ese término simplemente nos referimos a una
serie de antiguas prácticas mágicas que se pueden encontrar en diversos Pueblos
a lo largo de la Historia y la Prehistoria. No debe entenderse, pues, como una
rama mágica, sino como un conjunto de elementos, comunes en diversos Pueblos y
en diferente grado, enmarcados siempre en el sistema de creencias de cada
Cultura.
¡Hasta
el próximo artículo!
(1) Neil S. Price,
The Viking Way: Religion and war in late Iron Age Scandinavia
(2) C. Tolley,
Shamanism in Norse Myth and Magic
(3) E. Bever, The
Realities of Witchcraft and Popular Magic in Early Modern Europe: Culture,
Cognition and Everyday Life
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