martes, 3 de julio de 2018

UN MISTERIO HISTÓRICO: TRAS LAS HUELLAS DE LOS KYLFINGAR


Hace unos días me hallaba meditando al respecto del posible contenido del siguiente artículo a publicar, y decidí que, debido al deprimente y plúmbeo contenido del anterior, debería probar a escribir algo más ligero, con el propósito de entreteneros y, a la vez, entretenerme. Así que hoy vengo a proponeros un auténtico enigma: la identidad de los Kylfingar.
Curiosa palabra, ¿no es cierto? Sin duda, con reminiscencias nórdicas, como tod@s habréis notado. En efecto, he utilizado deliberadamente una palabra en Norreno por encima de otros idiomas. ¿Por qué? No he encontrado mejor análogo: en inglés se los denomina como The Kylfings, y en castellano... directamente no he encontrado esta palabra. Y me niego a castellanizarla usando algo parecido a “Los Kylfingos”, porque convendréis conmigo que suena rematadamente mal, y porque hay numerosos ejemplos de castellanización de nombres o definiciones nórdico-germánicas que me generan un rechazo total. ¿Acaso suena mal el nombre propio Harald (con la letra “H” aspirada al modo de los idiomas germánicos) para tener que traducirlo como “Haroldo”, así, como suena, con la “H” muda? ¿O acaso era necesario convertir el nombre del primer duque normando, Hrolfr, y mutarlo en un terrible “Rollón”? Y no digamos nada del pobre rey Knutr, ahora conocido como... “Canuto”. Simplemente horroroso. El nombre, no el rey.
En fin, dicho lo cual, entremos en materia y conozcamos algo sobre los Kylfingar (singular Kylfingr), y así entenderéis por qué os los estoy presentando hoy.
Los denominados como Kylfingar fueron un “grupo humano”, probablemente de origen escandinavo, que realizaron actividades de comercio, guerra y saqueo a la manera vikinga desde finales del siglo IX hasta principios del siglo XII. Han sido citados en Sagas islandesas, en crónicas bizantinas, en textos legales de los Kievan Rus, y es posible que también aparezcan en algunas piedras rúnicas. Así pues, sin duda se trata de una figura histórica importante, pero entonces ¿cómo es que se sabe tan poco sobre los Kylfingar? Al poco de comenzar mi estudio sobre ellos, eso fue lo que más me llamó la atención. Voy a compartir con vosotr@s los escasos datos que he logrado encontrar al respecto, y mis propias conclusiones. Espero que os resulte un asunto tan llamativo e interesante como me lo pareció a mí desde que leí ese término por vez primera.

-¿Qué significa Kylfingar?
Comenzaré por el propio término, puesto que es debido a su difícil traducción lo que hace que sea tan complejo identificar a los Kylfingar. Al parecer, la palabra deriva del vocablo norreno Kylfr o Kylfa, que viene a designar una pieza de madera de tamaño variable, generalmente de forma cilíndrica. Muchos lingüistas usan el término para referirse a la palabra “garrote”, lo que llevaría a traducir Kylfingar como “portadores de garrotes” o bien “gente armada con garrotes”, quizás haciendo referencia a un arma usada por ellos y que los identificaba. Pero también encontré que la palabra Kylfa puede hacer referencia a la parte más estrecha de la proa de un barco y que lo recorre longitudinalmente, lo que en castellano se llama quilla, y que podría hacer referencia a su estilo de vida marinero. Asimismo, algunos historiadores de origen islandés afirman que hay una conexión entre el término Kylfa y la palabra Hjúkolfr, que significaría algo similar a “hermandad” o “gremio”. Hoy por hoy, nadie ha podido refutar ninguna de estas hipótesis.

-¿Tribu o hermandad?
Así las cosas, no se puede afirmar con rotundidad que fuesen un gremio guerrero, al estilo de los Jomsvikingos (sobre quienes hablaré en un futuro artículo, porque me resultan tan interesantes como los Kylfingar aunque por diferentes motivos), siguiendo el esquema indoeuropeo de las “hermandades de guerreros” o männerbunde si utilizamos el término germánico. Pero entonces ¿eran un grupo étnico diferenciado? Y si lo eran, ¿de dónde provenían? Explorar esta teoría es complicado, ya que los Kylfingar tuvieron un radio de acción a nivel geográfico bastante extenso, y tuvieron contacto con numerosos Pueblos y culturas, como veremos a continuación.
Ahora bien, si damos por válida la teoría del grupo étnico, podríamos afirmar que sus orígenes pudieron ser Fineses o Nórdicos, tal vez de Suecia o del Báltico Oriental.
Tanto si eran una tribu como si fueron una hermandad guerrera, lo cierto es que encontramos un término para ellos en las lenguas de los pueblos con quienes tuvieron contacto, por ejemplo:
                     En norreno se les conocía como Kylfingar, como ya hemos visto;
                     En finlandés se les llamaba Kylfingid;
                     En eslavo oriental antiguo se usaba el término Κолбяґн (fonéticamente Kolbiagi);
                     En griego bizantino, eran los Κουλπιγγοι (fonéticamente Koulpingoi).

-Escandinavia: ¿mercenarios o vikingos?
Los Kylfingar son mencionados en alguna Saga islandesa, para situarlos como opositores a la pretendida aspiración del rey Haraldr Hárfagri de unificar toda Noruega bajo su mando. Es casi seguro que participaron en la famosa Batalla de Hafrsfjord, considerada como el combate decisivo en la que Noruega queda unificada según los deseos del rey Haraldr, entre los años 872 y 900 (la fecha exacta no se conoce ya que el calendario gregoriano no había sido implantado en Noruega en aquella época y los cálculos que se hicieron eran bastante vagos). ¿Por qué participaron los Kylfingar en dicha batalla? Por lo que sabemos de ellos, no tenían un reino propio, por lo que probablemente lucharan como mercenarios a sueldo de alguno de los reyes y caudillos implicados en la resistencia contra Haraldr, como el rey Eirikr de Hordaland, o Kjotve el Rico, rey de Agder, o su hijo, el bersérker Þórr Haklang. Lo único que podemos hacer al respecto son suposiciones.

Este monumento se llama "Sverd I Fjell": a las afueras de Stavanger (Noruega), conmemora la batalla  de Hafrsfjord. Cada espada mide 10 metros de altura. (Fuente: Ronel Reyes)

Lo que sí es seguro es que, tras ser derrotado su bando en la Batalla de Hafrsfjord, los Kylfingar continuaron atacando los dominios del rey Haraldr en el Norte de Noruega, mediante incursiones relámpago, como era tradicional en la zona. Dicho de otra forma, salían a vikingo o hacían el vikingo, pues, para quien no lo sepa aún, el Vikingo no define un Pueblo, ni una tribu o una nación, sino que describe un comportamiento, una actividad de saqueo y de ataque de guerrilla usando el mar y los cursos fluviales para desplazarse.
En la famosa Saga de Egil Skallagrimmsson nos encontramos un pasaje en el que se menciona a nuestros Kylfingar siendo enfrentados por un recaudador de impuestos al servicio de Haraldr Hárfagri en las tierras de Laponia:

“Ese invierno, Þórólf viajó hacia las montañas con una gran hueste, de no menos de noventa hombres; hasta entonces, la costumbre había sido que los gobernadores de la provincia llevaran treinta hombres, y a veces menos; llevaba muchas mercancías. Llegó pronto a un acuerdo con los lapones, y les cobró el tributo y comerció con ellos; trabó amistad con todos ellos, aunque algunos se mostraron desconfiados. Þórólf viajó mucho por los bosques; cuando visitó la zona oriental de las montañas, se enteró de que habían llegado desde el este los Kylfingar, que negociaban con los fineses y robaban por todas partes.
Þórólf vigiló primero la marcha de los Kylfingar y luego se lanzó en su persecución, y encontró en un poblado a treinta hombres y los mató a todos, ninguno escapó, y más tarde encontró otros quince o veinte juntos. En total mataron a cerca de cien hombres, y se apoderaron de muchísimas riquezas.”
Snorri Sturlusson, “Saga de Egil Skallagrimmsson”


También son mencionados en el poema Haraldskvæði, de Þorbjörn Hornklófi, que relata la Batalla de Hafrsfjord, aunque en este caso a los Kylfingar se les llama Austkylfur, probablemente traducido como “orientales portadores de garrotes”. Sinceramente, tras comprobar este dato, me incliné a pensar que, en efecto, el nombre de Kylfingar tenía que ver con el uso que daban a un arma concreta, del mismo modo que a los Sajones se les llama así por su maestría con el cuchillo llamado Sæx.

-El enigma de las piedras rúnicas: ¿nombre propio o denominación?
Como escribí al inicio del artículo, hallé un par de piedras rúnicas con inscripciones curiosas, en las que encontramos referencia a los Kylfingar.
                     PIEDRA RÚNICA U-419: La inscripción rúnica de esta piedra reza lo siguiente: “Kylfingr y Steinfriðr y Sigfastr, hicieron levantar esta piedra en memoria de Eysteinn, el hijo de Gúnnarr...”

U-419 (Fuente: Wikipedia)

                     PIEDRA RÚNICA Sö-318: La inscripción rúnica dice: “Kylfingr y Holmgeirr levantaron esta piedra en memoria de Vreiðr,...”

Grabado que representa la piedra rúnica Sö 318  (Fuente: Wikipedia)

De este modo, averigüé que el nombre propio Kylfingr existía, y si a esto le sumamos el hecho de que numerosos nombres escandinavos hacen referencia a una región concreta, podría tratarse de un indicio de que los Kylfingar proviniesen de una región geográfica determinada, lo que desbarataría mi recién adquirida certeza de que recibían ese nombre por su afición a los garrotes.

-Bizancio: ¿Guardia Varega... o algo distinto?
También en Bizancio hallamos el rastro de este fascinante grupo de vikingos. Ahora bien, el texto que os presentaré nos va a generar más dudas de las que ya teníamos a estas alturas de la investigación. El texto en cuestión es un edicto promulgado por Alexios I Komnenos en el año 1.088. Copiaré a continuación una traducción del mismo y luego lo comentaré:

“A la anteriormente mencionada isla (de Patmos), así como a su monasterio y todas sus propiedades, se les exime de la obligación de conceder alojamiento a todos los comandantes, tanto a los bizantinos como a sus aliados extranjeros, que son los Rus, Varegos, Kylfingar (en el texto original aparecen como Koulpingoi), Anglosajones, Normandos, Germanos, Búlgaros, Sarracenos, Alanos, Abasgoi, Inmortales, y todos los otros Romanos y extranjeros.”

Como ya imaginaréis, los motivos del citado edicto me traen sin cuidado. Lo que sí me parece reseñable es el hecho de que Alexios haga una clara diferencia entre los Varegos y los Kylfingar. ¿Por qué? Sencillo: hasta el momento en que realicé estas pesquisas, siempre había creído que los bizantinos usaban el término “Varego” para referirse a los Nórdicos, pero aquí se les diferencia de ellos, del mismo modo que se diferencia a los Rus de Kiev. Entonces ¿puede ser que el mandatario bizantino entendiese que sus aliados Koulpingoi eran otro Pueblo, otra tribu ajena a los Escandinavos? Debemos tener en cuenta, además, que este texto se redacta a finales del siglo XI, donde los Rus, a pesar de tener la misma ascendencia que los Nórdicos, ya son un Pueblo con marcadas diferencias sobre sus antecesores. ¿Sucedía lo mismo con los Kylfingar?
Y aún me asalta otra duda. Hasta donde yo sé, cuando un Nórdico decidía iniciar su viaje hasta Miklagarð (nombre que daban a la ciudad de Constantinopla), para lograr fama y fortuna sirviendo al “rey de los griegos” (apelativo que usaban para referirse al emperador bizantino), normalmente acababa su viaje entrando al servicio de la denominada “Guardia Varega”, que no era sino la unidad de infantería pesada que actuaba como un cuerpo de guardaespaldas del propio emperador, y que estaba formada exclusivamente por guerreros (incluyendo bersérkers) de origen nórdico. Pero entonces, si los Kylfingar eran escandinavos, ¿no formaban parte de la Guardia Varega? La posibilidad de que perteneciesen a otra etnia cada vez cobraba más peso en mi mente.

-Rus de Kiev: ¿eran Rus los Kylfingar?
Pues, sorprendentemente, la única respuesta que tengo para tal pregunta es: depende de a quién le preguntes.
Por ejemplo, existen algunos manuscritos menores islandeses, dedicados a temas como las matemáticas, donde se utiliza la palabra Kylfingaland (“Tierra de los Kylfingar”) para referirse a la famosa Kievan Rus. Pero es extraño, puesto que en norreno, el topónimo para dicha región es Garðariki, al menos el topónimo más extendido, aunque la persona que usó el otro término se refería sin duda a la Rus de Kiev, por lo que entendía que los Kylfingar provenían de Garðariki.
¿Pero qué opinaban de esto los propios Rus? Pues bien, existe un texto donde se los menciona. Se trata de un código legal del siglo XI, conocido como el Ruskaya Pravda, donde se concede una serie de privilegios a los Kylfingar, además de a los Varegos, lo que nos vuelve a demostrar, en mi opinión, que no se trataba del mismo pueblo, y que a esas alturas, se podría hacer una clara distinción entre nórdicos, Rus y Kylfingar.

Página manuscrita de una copia del Ruskaya Pravda (Fuente: Wikipedia)

Bueno, pues esto es lo que he descubierto hasta el momento. Como veis, hay muchas más preguntas que respuestas en esta breve investigación, pero tras haberla realizado, mi opinión personal sobre los misteriosos Kylfingar es la siguiente:
                     A pesar de vivir en Escandinavia, tenían sangre nórdica y finesa, y por tanto eran físicamente distintos al resto de escandinavos de raíz Germánica;
                     Es muy probable que proviniesen de algún asentamiento cercano al Báltico;
                     Creo firmemente que usaban el garrote como arma preferente;
                     Se dedicaban a la clásica vida vikinga, asaltando localidades costeras, comerciando en ocasiones, y poniendo sus espadas (o garrotes) al servicio de señores poderosos;
                     En Bizancio no se les consideraba Varegos, por lo que no se les trataría como un cuerpo de élite, sino más bien como simples unidades de infantería o de hostigadores.
No es que haya realizado ningún descubrimiento crucial, pero al menos he conocido algo más de la Historia de nuestro Pueblo, y lo he compartido con tod@s vosotr@s. Confío en que os haya resultado ilustrativo. A mí, al menos, me ha divertido mucho escribir este artículo.
¡Hasta el próximo post!

viernes, 25 de mayo de 2018

REFLEXIONES SOBRE WOTANISMO, Y SOBRE UN FRACASO Y UNA LECCIÓN DE TÝR


Cinco meses llevo en silencio, y en parte este artículo va a explicar el porqué, aunque tal vez lo escriba como un desahogo ante acontecimientos recientes que han sucedido en mi vida. Y ya que me he decidido a redactarlo, trataré de paso que mis lectores puedan extraer provechosa enseñanza, como escribió Cervantes en su Rinconete y Cortadillo.
Para empezar sin rodeos, diré que acabo de desvincularme de la Comunidad Odinista de España-Ásatrú. Tras cinco años de membresía, una gran cantidad de experiencias increíbles y tras haber conocido una ingente cantidad de Odinistas y sus puntos de vista sobre la vida y la Fe, con la riqueza espiritual que tal conocimiento comporta, mi camino debe apartarse de dicha comunidad. Estos últimos meses han sido un hervidero de actividad frenética, en los que he debido volcarme al cien por cien en la organización. Mientras más me afanaba en aportar algo beneficioso con mi esfuerzo, más infructuoso y vano parecía el denuedo. Con el paso de las semanas mi ánimo se tornaba más sombrío; mi salud comenzó a verse afectada, mis relaciones personales se tensaron hasta un punto insoportable. Hace un par de días, estallé: sabía que iba a suceder tarde o temprano, y traté de controlarme hasta ese momento, pero era algo que debía pasar, y yo lo sabía. Ahora estoy mucho mejor, y aunque sigo bajo de moral también me siento revitalizado. Y es que, en ocasiones, olvidamos que los fines de ciclo siempre conllevan una gran batalla final, una explosión interna, que devasta nuestro ser en lo que a esa materia respecta. Pero entonces llega el inevitable renacer. Y en ello estoy. Si bien es cierto que parte de mí ha fallecido en este “micro-Ragnarök” individual, era necesario que así fuera para que el ciclo moribundo pudiera concluir y así dar paso a una nueva era, que ha empezado con quietud y calma, resonando aún los ecos del pasado conflicto espiritual.

La marca que no me permita nunca olvidar este episodio de mi vida

No voy a relatar aquí los pormenores de lo acontecido porque no creo que sean de interés. Baste decir que, hace unas semanas, se me encargó mediar en un conflicto determinado, en el que una de las partes implicadas era un grupo de Odinistas que practican esa rama de nuestra Fe que denominamos Wotanismo: en un viejo artículo ya la mencioné de pasada (y os dejo aquí el enlace por si queréis ojearlo: Éste es el enlace). Sea como fuere, me esforcé al límite en resolver dicha disputa, puesto que todos los implicados eran miembros de la Comunidad,... y fracasé estrepitosamente.
La pregunta más obvia que puede uno hacerse en este punto del relato es: ¿qué es el Wotanismo? Muchos tenemos una visión bastante generalista de esta rama del Odinismo, y, siendo yo consciente de mi ignorancia, decidí documentarme para poder tratar el tema de modo apropiado. Y a la vista está que lo hice rematadamente mal. Aún así, he aprendido algo sobre el Wotanismo, y querría compartirlo con vosotros, para después poder ofreceros mi punto de vista concluyendo el relato de mis desventuras.
En un primer momento, toda aquella persona que indaga un poco en el término puede concluir que el Wotanismo es una rama Odinista centrada en el llamado “supremacismo ario”. Sin necesidad de continuar exponiendo razones, más de un@ pensará “bueno, bastante malo es ya de por sí tener que confraternizar con gente que piensa de este modo”. Dadme unas líneas más para profundizar en la materia.
Me considero una persona poco prejuiciosa en lo que a política se refiere. Respeto mientras me respeten, y creo que cualquier ideología puede ser defendida y argumentada si quien la esgrime es un ser humano dialogante. Además, pensaba yo, esto es Religión, y no política. Se puede separar. Si yo lo he hecho, cualquiera puede hacerlo.
No sabía lo equivocado que estaba.
La fusión entre “fe” y política es completa en el Wotanismo: no se trata simplemente de un grupo de personas que defiendan que el Odinismo sólo es aceptable para miembros de la “raza aria”: se trata de convertir ese “Odinismo excluyente” en una teoría política, y viceversa. La unificación de ambos campos surge junto al propio Wotanismo. Esta corriente “Odinista” (el entrecomillado no es casual, ahora lo veréis) no sólo bebe del esoterismo y misticismo nacionalsocialista en estética y propaganda (usando la esvástica nazi en lugar del Flýtot, o el Sol negro de doce brazos en lugar del tradicional de seis o de ocho brazos, así como la utilización en redes sociales y páginas web de cartelería e imágenes creadas en la Alemania nazi), sino que asienta sus bases filosóficas en varios autores, y si bien beben de algunas fuentes que en un principio no tienen un matiz negativo, como pueden ser ciertos ensayos de Jung, también lo hacen de otros autores que, como mínimo, pueden ser cuestionados, como es el caso de Guido von List, o que son abiertamente contrarios al propio Odinismo: en este caso me refiero principalmente a David E. Lane y a Ron McVan. Hoy voy a centrarme exclusivamente en David Lane, puesto que a él lo he estudiado más a conciencia y pienso que representa de un modo más claro la esencia del Wotanismo.
El señor David Lane fue miembro de Klu Klux Klan (organización racista americana CRISTIANA), y posteriormente llegó a ciertas cotas de poder en una organización considerada TERRORISTA en Estados Unidos llamada Nación Aria, de corte antisemita y de nuevo ABIERTAMENTE CRISTIANA. Fue arrestado y condenado a 190 años de prisión por diversos crímenes, entre los que se hallaban robos y asesinatos. Cumpliendo su pena, escribió varios libros, publicó numerosos artículos y dio algunas conferencias. Murió en 2.007 en una cárcel de Indiana.
Pues bien, el señor Lane compiló una especie de guía moral que los Wotanistas de hoy día siguen, plasmada en lo que se ha dado en llamar los “88 preceptos”. Hay quien considera que se trata de una guía para Nacionalsocialistas, con un componente político en exclusiva. Pero he estudiado estos “88 preceptos” (jamás lo comentaría sin antes documentarme y estudiar sobre ello)... y os doy mi palabra de que acabé horrorizado. No es que todo fuese malo, hay preceptos que son positivos (o mejor dicho obvios, como el respeto por la Naturaleza y el ataque -argumental- a religiones que atenten contra la Naturaleza y contra la comprensión del Ser Humano como parte de ella). Pero hay muchos que, sinceramente, me asquean. Voy a citar algunos ejemplos, para que vosotr@s juzguéis sin más filtro que vuestro entendimiento:

Precepto 26: La naturaleza ha creado una cierta antipatía entre las razas y las especies para preservar sus individuos y su existencia.
Precepto 27: (…) Debemos odiar a aquellos miembros de nuestra raza que nos traicionan, a nosotros y a nuestras naciones.
Precepto 35: La homosexualidad es un crimen contra la naturaleza.
Precepto 37: Una raza en la que los varones no se pelean para acoplarse con una hembra y conservarla, va a perecer.

No voy a seguir, pero quería que vieseis la altura moral de los preceptos. El resto intenta dar explicaciones sobre la religión, la democracia y el concepto de Pueblo. Todo el texto está plagado de reiteraciones del tipo “debemos hacer esto o aquello”, o “el necio hace tal cosa, el listo hace lo contrario”, o “la verdad es así, y lo que no sea esto es mentira”. Y yo me pregunto: ¿qué tiene que ver esto con el paganismo en general, o con el Odinismo en particular?
Pero no se quedó aquí el señor Lane. También redactó lo que se conoce como “los 14 códigos de la ética aria”, algo también muy celebrado por Wotanistas en todo el mundo, y que se trata de una serie de mandamientos para este tipo de personas. Hay uno de ellos que voy a transcribir para poder comentarlo después:

“2.- Las leyes naturales nos dan evidencia del plan divino. El mundo natural es la obra del Todopoderoso.”

Ya sufientemente convencido de lo pernicioso de todo este argumentario y de lo enormemente alejado que estaba respecto de la Antigua Fe, estuve buscando conferencias de David Lane por Internet, y encontré algunas transcripciones. Hallé una en concreto en la que habla principalmente de Wotanismo, que es lo que nos interesa. En un momento de la conferencia, dice:

“El Wotanismo es una religión. Una religión no es un pasatiempo.”

“Es coherente”, pensé yo. Pues bien, un poco después, declama tranquilamente:

“Incluso un ateo confeso puede ser un Wotanista.”

Y ése fue mi límite.

Homenaje Wotanista a David Lane. Dicen que lo verán en Valhalla,...

Pero aún me quedaba una sorpresa más. Al parecer, numerosos “clanes” Wotanistas enmascaran el nombre de su corriente de pensamiento, y tratan de hacerse pasar por Odinistas de tendencia Identitaria o Folkish (tendencia a la que yo siempre me he suscrito), pero denominándola con el vocablo alemán Völkish... de obvias connotaciones supremacistas a causa del uso que se le dio por parte del Tercer Reich. Esto hace que muchos Odinistas neófitos se confundan cuando investigan por la red, y se puedan dar dos casos:
a) que se integren en una comunidad creyendo que son Identitarios y acaben ellos mismos sucumbiendo a la propaganda Supremacista;
b) que se asqueen de lo que lean o vean, y crean que el movimiento Identitario es en realidad un movimiento Supremacista, pensando que Folkish y Völkish son la misma cosa.
Y entonces recordé lo que le sucedió a la propia Else Christenssen, nuestra amada Folkmother, líder intelectual del movimiento Folkish, que se vio encarcelada durante varios años ya que unos individuos se habían aprovechado de su programa de ayuda a presidiarios y su natural hospitalidad para usarla de “mula” y poder traficar con droga. ¿Quiénes pudieron ser? Exacto: Wotanistas.

Else Christenssen en una portada de su revista "The Odinist". Que sea recordada

Y así me quedó claro lo que el Wotanismo representa: una ideología xenófoba que se disfraza de paganismo para justificar su apología Supremacista y Nacionalista, usando simbología y propaganda Nacionalsocialista, y alimentada por “pensadores” Cristianos que ni tienen Fe en nuestros Dioses ni en nada que no sea la violencia como raison d'être.
Y yo no sólo estaba formando una Comunidad con estas personas, sino que debía ejercer como árbitro en una disputa y, por tanto, darles cierta defensa moral ante ataques de personas que, justo es reconocerlo, estaban siendo más coherentes que yo. ¿Formar una Comunidad con personas que hablan de un supuesto “Todopoderoso”, y que toman como referencia moral a un individuo cristiano del KKK? ¿Buscar el entendimiento con quienes podrían odiarme si me considerasen un traidor bajo su retorcido código de conducta? ¿A quienes pretenden excluir de la Fe a gente de diferente orientación sexual o de distinto ideario político? Todo sonaba a argumento de una película de Buñuel.
Intenté comprender por qué debía tan siquiera tolerar a estas personas. Me resultaba muy doloroso porque entre estos Wotanistas tenía amigos, verdaderos amigos, gente en apariencia honrada, leal, equilibrada y tolerante... Cuando propuse a la dirección de COE tomar medidas punitivas contra estas personas (ya que usaban el paraguas de la Comunidad en las redes sociales para difundir su mensaje), se me dejó claro que pertenecían a la Comunidad, que la vocación de COE es ser una entidad inclusiva, y que por tanto debería buscar el consenso.
Pero yo ya no quería. No me sentía parte de una Comunidad que cobijaba a esta suerte de proclamas y actitudes vitales. No deseaba que mi nombre se asociara a ellos, porque no me representaban en modo alguno. Y es imposible que ya se disocie dicha Comunidad del Wotanismo, porque esta ideología y quienes la practican han adquirido una notoriedad y unas cotas de poder muy importantes dentro del organigrama. No podía hacer nada. Se me había despojado de autoridad, y no se escucharon mis razonamientos. Toda la Directiva se hallaba superada ante el desafío abierto de la facción Wotanista, que ignoraron los avisos y se saltaron prohibiciones.
Había fracasado.
Busqué consejo en los ancestros, supliqué una guía. La propia Folkmother respondió, bendita sea, aunque no la entendí en aquel momento. Pedí claridad a Týr, haciéndole un tributo: sentí que estaba al tanto de mis cuitas, así que esperé acontecimientos.
Horas después estallé. El Dios Manco se cobró su precio en sangre. Todo mi mundo se vino abajo, se hizo añicos mi trabajo de cinco años en un proyecto que era capital para mí, se desgarró mi propia cordura.
Y poco después, llegó la calma, y con ella la seguridad de haber sobrevivido, en modo alguno ileso, pero sí más sabio. Dolido y asustado, pero con una inquebrantable confianza en mis convicciones más profundas.
Porque en ocasiones hacer lo correcto es doloroso. Es un cliché manido, pero tan real como la misma vida. Por algo Týr es el Dios de las espadas. Por algo es Manco.

lunes, 1 de enero de 2018

¿Decir "feliz Yule" es decir "feliz Solsticio"? (Parte III)

     Por fin, llegamos a la tercera parte de este artículo. A continuación os dejaré los enlaces a las anteriores entregas para que podáis ojearlas en caso de que aún no lo hayáis hecho, y pasaremos al artículo en sí. Espero sinceramente que no os haya resultado muy pesado, y deseo que os haya animado a seguir profundizando en nuestra Antigua Fe. 

     PRIMERA PARTE
     SEGUNDA PARTE


CUESTIÓN 3ª.- ¿POR QUÉ HAY TANTA CONFUSIÓN CON LAS FECHAS?
Ya habéis comprobado que el asunto de los calendarios juliano y gregoriano, sus equivalencias y sus cambios de fecha ocasionan más de un quebradero de cabeza. Pero creo que hemos dejado bastante claro que: a) Yule no era una celebración del solsticio de invierno, y b)no tenemos una fecha exacta de dicha festividad. De enero a febrero, las diversas fuentes históricas lo colocan en distintos espacios de tiempo. ¿Por qué? Ha llegado el momento de hablar del calendario escandinavo precristiano.
El festival de Yule sucedía en un período de tiempo que comprendía dos meses, y ambos, en el calendario nórdico precristiano, hacen referencia al evento: eran Ýlir y Jólmánuðr. Pero Yule es una fiesta Germánica, y no sólo escandinava: la referencia a esos meses asociados a Yule ya es patente en textos godos del siglo IV, así como en fuentes anglosajonas del siglo VIII, cuando Beda el Venerable, monje benedictino, escribe que los Anglos paganos seguían un calendario basado en ciclos lunares, pero determinado por el año solar. ¿Qué quiere esto decir? Pues que el calendario germánico precristiano no era solar, naturalmente, pero tampoco lunar, como creen muchas personas. Era una fusión de ambos: era lunisolar. Explicaremos esto con más detalle.

Antiguo calendario, aparentemente lunar, datado en torno al año 1.000, Noruega

En Escandinavia, los meses se calculaban en base a las fases lunares. En un año solar hay 12 meses, 365 días; sin embargo, 12 meses lunares duran 354 días (pues cada mes lunar dura algo más de 29 días), y por ello, cada año empezaría 11 días antes que el anterior. El Norte es una tierra con una climatología adversa, y es comprensible que los ciclos agrícolas y ganaderos resultasen prioritarios. Era, pues, necesario mantener una periodicidad. Para evitar que los meses “retrocediesen”, era ineludible marcar una especie de hito: el solsticio de invierno, que marcaba el punto donde acababa el primer mes de Yule y comenzaba el segundo. Y de este modo, en un intervalo de aproximadamente 28 días, las fases lunares podían “avanzar” o “retroceder” en función del año, sin que esto perjudicase a la periodicidad anual. Así pues, el calendario lunisolar germánico parece ser que insertaba un mes adicional de verano cada tres años, para compensar esos 11 días de desfase anual. Esto parece coincidir con los grandes festivales que se celebraban un Uppsala y Lejre cada nueve años, y dudo que se trate de una casualidad. Es más: creo que se trata de la prueba de que, en nuestra cultura ancestral, el tiempo también era sagrado.
En resumen: nuestro Pueblo conocía los solsticios y equinoccios astronómicos, y de eso no hay duda, pero las festividades estacionales paganas conmemoraban cada trimestre del año sin que coincidiesen necesariamente con solsticios y equinoccios, sino siguiendo las fases lunares. Si entendemos que es en el solsticio de invierno cuando el ciclo solar y el lunar se igualaban, como hemos dicho antes, los meses podían oscilar un intervalo de unos 28 días. Teniendo presente todo lo anterior, parece ser que Yule, en realidad, se celebraba un mes (o más) pasado el solsticio, probablemente coincidiendo con la luna llena del segundo mes de Yule o  Jólmánuðr. Es decir, entre el 5 de enero y el 2 de febrero de nuestro calendario moderno.
Según Nordberg, el arqueólogo que mencioné al inicio de este largo y tedioso artículo, la festividad de la Epifanía (en España, el día de los Reyes Magos) sería una aproximación cristiana al calendario pagano germánico. La “luna de Yule”, sigue diciendo, sería el hito pangermánico que determinaría la festividad de Yule y el resto de ceremonias estacionales cada año.
Y, este año, por ejemplo, ¿cuándo sería apropiado celebrar Yule, de acuerdo con el calendario lunisolar? Pues exactamente el 31 de enero. Por desgracia, hoy en día no parece que tengamos mucho tiempo para mirar al cielo nocturno y así poder calcular nuestras festividades anuales, y parece que nos conformamos con celebrar las ceremonias de acuerdo con nuestro calendario habitual. Sinceramente, mi deseo es que esto cambie algún día y retomemos el concepto de "tiempo" de nuestros antepasados, dándole el valor sagrado que siempre tuvo el propio tiempo, y la consideración del sol y la luna como herramientas que los dioses nos enseñaron a usar. Hasta que los sacerdotes de la Antigua Fe estemos en condiciones de poder volver a este viejo camino, nuestro Yule coincidirá con el Solsticio, lo que tampoco está mal -de momento-, aunque sí espero que, al menos, os planteéis el hecho de ver Yule como una ceremonia solsticial. No será por falta de datos...

¡Feliz Yule y un próspero año 2.018!