sábado, 30 de diciembre de 2017

¿Decir "feliz Yule" es decir "feliz Solsticio"? (PARTE II)

            NOTA PRELIMINAR: Para quienes hayáis llegado a este artículo en primer lugar, y en aras de una mínima claridad, os voy a dejar a continuación el enlace a la primera parte: PRIMERA PARTE . Dicho lo cual, podemos proseguir.

Fuente: Cominidad Odinista de España - Ásatrú

CUESTIÓN 2ª.- ¿ES YULE UNA CELEBRACIÓN SOLSTICIAL?
A estas alturas, puede que ya no veáis tan clara la asociación de esta fiesta y el Solsticio. Aún así, sigue dándose la concomitancia de las fechas: Yule coincide con el Solsticio de Invierno, ¿verdad? Bueno, preguntemos a quienes escribieron sobre nuestro Pueblo y su modo de vida, para saber cuándo se celebraba:
·         La pista más antigua sobre una gran fiesta germánica invernal nos la da en el siglo VI el cronista bizantino Procopio, que cuenta que los habitantes de Thule (Escandinavia) celebran una fiesta para que el sol regrese, algún tiempo después del Solsticio de Invierno.
·         La primera referencia que tenemos al respecto de la festividad de Yule propiamente dicha se encuentra en el poema del siglo IX Haraldskvæði, compuesta en honor de Harald Hárfagri y su victoria en la batalla de Hafrsfjord y la posterior unificación de Noruega: para ensalzar el talante llano del monarca y su desprecio por las comodidades, el escaldo narra la intención del rey de “festejar Yule bebiendo en el mar”, en lugar de hacerlo en la comodidad de un hogar seco y tibio; aún así, no se menciona explícitamente que Yule se celebrase en invierno (también averiguamos en ese texto que, al parecer, muchas de las celebraciones religiosas de nuestros antepasados giraban en torno al consumo de alcohol de un modo más o menos compulsivo).
·         En la Saga de Olaf Haraldsson, Snorri menciona un blót realizado en mitad del invierno (en nórdico antiguo miðsvétrarblót), al que llama Jólaveizla y Jólaboð, y ambas palabras vienen a significar “Festín de Yule” o “Fiesta de Yule”.
·         El cronista sajón Tietmaro, a la sazón obispo de Meserburgo, afirmó en una de sus crónicas que el blót más importante que se celebraba en Lejre (Dinamarca) se realizaba en enero, pasada la Epifanía (6 de enero).
·         En la Saga de Haakon inn Góði, se cuenta que Yule es un evento que dura tres días, a partir de una noche llamada Hökunott, ubicada en pleno invierno.


Pues me da la sensación de que no hay consenso... Sin embargo, parece que se intuye el fallo, y es pensar que el solsticio de invierno y el solsticio astrológico de invierno sean lo mismo. Las características de cada estación varían en función de la latitud, y nuestras tribus se expandieron a lo largo de todo el continente europeo. Las festividades del moderno Odinismo suelen tomar como referente las fechas de las celebraciones estacionales escandinavas, las cuales (atención), debido a su situación geográfica y sus condiciones climáticas, se llevaban a cabo un mes después de los solsticios y los equinoccios. De acuerdo con el calendario juliano (y tomando como base los textos de Snorri, naturalmente), tendríamos una fecha para los festejos de Yule rondando el 14 de enero, y si lo extrapolamos al moderno calendario gregoriano (el que usamos habitualmente), nos da una fecha cercana al 20 de enero. Así pues, tenemos un solsticio que ocurre el 21 de diciembre en nuestro calendario, pero que en el calendario juliano correspondía al 14 de diciembre, que coincide con la fiesta de santa Lucía (patrona cristiana de la vista), y es por esto que, en el folklore escandinavo, aún se considera esa noche como la más larga y oscura, a pesar de que, al cambiar el calendario, ya no coincida con el solsticio. Es un poco complicado, lo sé, pero espero haberlo explicado con un mínimo de claridad. 

En la última parte del presente artículo, por fin, trataremos de desenmarañar este nudo gordiano de fechas y calendarios. Hasta entonces, ¡os agradezco la paciencia!

viernes, 29 de diciembre de 2017

¿Decir “feliz Yule” es decir “feliz Solsticio”? (PARTE I)

Heðinn partió desde su casa solo y a través de los bosques en el anochecer de Yule, y encontró una troll; cabalgaba sobre un huargo y sus riendas eran sierpes, y se ofreció a guiar a Heðinn. “No”, dijo él. Ella replicó: “pagarás por esto en la Copa de Bragar”.
Al anochecer sucedió la toma de juramentos. Trajeron al sonargöltr (verraco de sacrificio), y la gente ponía sus manos sobre él, y pronunciaban sus juramentos en la Copa de Bragar...”
 (Fragmento del “Helgakviða Hjörvarðssonar”)

Nos hallamos inmersos en las celebraciones de Yule, la festividad estacional más importante para el Odinismo a nivel mundial. Y repasando mis antiguas publicaciones, me he percatado de que no he escrito aún nada al respecto de tan entrañables fechas. Sin embargo, ya sabéis que no me gusta redactar lo obvio: así pues, no hallaba inspiración para escribir si lo único que iba a contar es cómo se celebra esta festividad, o alguna curiosidad al respecto. No, quería elaborar un artículo que enriqueciese a quien lo leyese, y, como siempre os digo, que diese material sobre el que reflexionar. La chispa de la inspiración prendió en mi mente la semana pasada, ojeando las redes sociales: observé que, al llevar Yule, mucha gente gusta de compartir mensajes del tipo “el cristianismo llama Navidad a lo que realmente es Solsticio de Invierno”, o simplemente felicitaciones que vienen a decir “Feliz Solsticio”. Por ello, me gustaría plantearos hoy la cuestión con la que he titulado el presente artículo: ¿festejar Yule es realmente celebrar el Solsticio? Puede que mi punto de vista al respecto y las argumentaciones que voy a plantear a continuación sorprendan a muchos.

¡Espero que Jólnir os colme de bendiciones y regalos este Yule!
Ilustración cortesía de Kráka Gúnnarsdóttir (Intagram: #fiskrart)

Antes de profundizar, es conveniente aclarar, para quien no lo sepa, que me considero uno de los llamados “reconstruccionistas de la Antigua Fe”: pretendo vivir mi fe Odinista inspirándome básicamente en las prácticas de nuestros ancestros del modo más fiel posible. Naturalmente no estoy a favor de aprovechar estas fechas para sacrificar esclavos a Odín..., es decir, que comparto la idea de que vivimos en una sociedad del siglo XXI y nuestra Fe no puede (ni debe) ser practicada del modo en que se hacía hace quince siglos, pero trato de recrear de un modo fidedigno aquellas tradiciones y ceremonias que pueden encajar sin problemas en nuestro modo de vida.
Dicho lo cual, me sorprende la fijación que muchos Odinistas muestran con el asunto de convertir Yule en sinónimo de Solsticio de Invierno. ¿Por qué? Vamos a ir paso a paso para no perdernos: debido a la enorme cantidad de información, este artículo va a ser publicado en tres partes, así que espero que os resulte más didáctico que tedioso,…

CUESTIÓN 1ª.- ¿ES YULE UNA FESTIVIDAD SOLAR?
Inevitablemente, debido a mi labor como Góði, me interesa mucho el calendario de celebraciones, para poder celebrar cada festividad cuando toca, pero no sólo por eso: también para tener conciencia de lo que estoy celebrando en cada momento. A veces, da la sensación de que nuestras fiestas coinciden con los solsticios y los equinoccios, que marcan el paso de las estaciones, y este hecho puede llevar a creer que nuestros antepasados Germánico-Escandinavos basaban sus fiestas religiosas en los ciclos del Sol, pero ¿es esto cierto? De hecho, en la mayor parte de direcciones web en las que busquéis información al respecto de Yule leeréis algo que os dará la impresión de que esta fiesta es una especie de adoración solar. Si a eso le añadimos la idea preconcebida de que en Escandinavia tienen pocos períodos de sol en invierno, y que esta fecha era el momento propicio para invocar su poder y así devolver la fertilidad a la tierra, estaremos simplificando en exceso algo que, como ya habréis intuido, es más complejo. Y, claro está, siempre está presente esa idea de que “apenas quedan registros de aquella época”... Pues debo decir que, hasta donde yo he indagado, creo que Yule es la festividad de la que nos ha llegado más información. Así que ¿por qué no investigar un poco? Veremos si la idea de “festividad solar” se sustenta, o se trata de otro mero error conceptual. Tomaremos datos no sólo de fuentes históricas, sino también de trabajos contemporáneos: mención especial a la gran obra que sobre la materia escribió el arqueólogo sueco Andreas Nordberg en su publicación titulada (aproximadamente, perdón por mi sueco) “Festividades y calendario prehistóricos”.
Vamos, en primer lugar, a tomar como cierta la idea de Yule como festividad solar. Si esto es así, ¿a qué deidad deberíamos honrar en Yule, principalmente? Aquí hallamos el primer foco de debate: la mayoría de Odinistas de la corriente Ásatrú mantienen que es Balder el Brillante por ser él un dios eminentemente solar, mientras que los que se adscriben a la corriente Vanatrú hablan de Freyr, argumentando como una prueba lo que Snorri nos legó en su Gylfaginning, estrofa 24:

“Freyr es el más excelente de los dioses: rige la lluvia y el brillo del Sol, y también la fertilidad de la tierra, y es bueno invocarle para conseguir paz y buenas cosechas.”

Sea cual sea la postura, a nadie se le debería escapar el hecho de que el propio Sol ya es una entidad con propia personalidad y funciones dentro de nuestro panteón. Quiere esto decir que Balder no es el “dios del sol”, ni tampoco Freyr... aunque, ciertamente, da la sensación de que ni el propio Sol (nuestra amada Súnna) ni la Luna (Máni, su contrapartida masculina) son dioses por derecho propio, sino que más bien dan una imagen de ser “ayudantes de los dioses”. Os doy una prueba: en el Völuspá, estrofas de la 4 a la 6, podemos leer lo siguiente:

“Pero los hijos de Bur formaron la tierra,
aquellos que crearon el famoso Midgarð;
brilló el sol desde el sur sobre el palacio
y surgió en la tierra la verde hierba.

“Desde el sur alzó el sol, compañero de la luna,
su mano derecha al confín del cielo;
no sabía el sol dónde estaban sus salas,
no sabían las estrellas dónde tenían su lugar,
no sabía la luna cuál era su poder.

“Se reunieron los dioses, todos, en asamblea,
y tomaron consejo los sagrados dioses;
la luna llena y la nueva ellos designaron,
nombraron la mañana, también el mediodía,
la tarde y la noche, para contar los años.”

No es una traducción correcta, puesto que para nuestro Pueblo la luna es un ser masculino y el sol uno femenino, pero lo importante es lo que el texto dice, y no cómo lo dice. En el fragmento, se puede ver que los cuerpos celestes parecen desconocer su propósito en una fase temprana de la creación de nuestro Universo, y los dioses les dieron un uso: sirvieron para dividir los días. En otras palabras: para contar los años. ¿Veis por dónde voy? Aún os daré otra pista más: la hallamos en el Álvissmál, en la conversación entre Þórr y el enano Alvis:

ÞÓRR:
“Dime, Alvis, pues creo, enano,
que sabes los destinos de todos,
cómo llaman la luna que ven los Hombres
en todos los mundos.”

ALVIS:
“Luna, dicen los Hombres; los Dioses, rojiza;
en Hel, rueda girante;
rápida, los Trolls; brillo, los Enanos;
los Elfos, la que cuenta el tiempo.”


¿Os habéis percatado del nombre que le dan los Elfos? “La que cuenta el tiempo” (en nórdico antiguo: Ártali). Así pues, parece ser que la luna era importante para medir el tiempo, aunque sin duda, el paso de las estaciones, las épocas de cosecha y los ciclos de la ganadería vendrían dados por el sol. Con esta idea en mente, nuestros ancestros parecían considerar, usando conceptos modernos, que el sol y la luna no eran objetos de adoración (como los dioses), sino más bien “características cósmicas”, instrumentos al servicio de los designios divinos. 


(CONTINUARÁ)