Bueno, pues al fin retomo la escritura, tras varios
meses de ausencia e inactividad en este blog. Debido a diversos
acontecimientos, he pasado por un período de introspección, tras
haberme separado del que fue mi clan durante quince hermosos años.
Como suele pasar, estos hechos obligan al individuo a pensar, a
recapacitar sobre las acciones propias y ajenas, los fallos y
aciertos en nuestro camino vital. Y como suele acontecer, tras el
final de un ciclo se atisba el nacimiento de otro, en mi caso uno
brillante y prometedor, pues he aprendido de mis errores y éstos me
han fortalecido. Por ello, más que en las causas, deseo centrarme en
las consecuencias que tal situación ha generado.
Y es que, mientras meditaba sobre este incidente,
buscando como siempre la guía de los dioses, hallé en mis recientes
devenires (salvando las distancias, lógicamente) ciertos
paralelismos con la figura de una diosa bastante desconocida por el
gran público, una figura preñada de oscurantismo y dobles sentidos,
y me gustaría enseñar algo sobre ella a aquellos que no la
conozcáis, así como comentar algunas de mis pesquisas al respecto.
Pues puede que, en ciertas ocasiones, hayáis rezado a la diosa
equivocada... ¿No me creéis?
Os presento a la dama Gullveig.
¿Pero quién es esta Gullveig? ¿Cuál es su papel en
nuestra cosmogonía, por qué la recordamos? En el Völuspá se
la menciona, aunque la referencia no parece ni muy clara ni muy
positiva:
Recuerda al gran combate,el primero del mundo,
cuando a Gullveig traspasaron con lanzas,
y en la mansión de Hár la quemaron;
tres veces la quemaron, tres veces renació,
de nuevo, sin cesar, y aún sigue viviendo.
Heid la llamaban allí donde iba,
la sabia adivina, hacía conjuros,
hacía magia siempre, hacía magia en trance,
era siempre el deleite de las mujeres viles.
Después profundizaremos más en estas palabras (y, por
qué no decirlo, la deficiente traducción al castellano que he
escogido). En un primer momento, parece que fue Gullveig la que
provocó “el gran combate, el primero del mundo”; también está
claro que intentaron matarla, atravesándola con lanzas, y quemándola
posteriormente, y ella sobrevivió; asimismo, queda claro que es una
diosa fuertemente ligada a la magia.
La ejecución de Gullveig, de Lorenz Frolich
Así pues, tenemos a una diosa de la magia, al igual que
Freya, que probablemente fuese una Vanir o una giganta, y que provocó
el gran conflicto entre Æsir
y Vanir. ¿Cuál fue el motivo? Por lo que he investigado, tiene que
ver con la utilización que Gullveig hace de sus artes mágicas: al
contrario que Freya, quien comparte sus conocimientos con los dioses
y los pone al servicio de los Æsir,
Gullveig es codiciosa y trabaja a cambio de oro. La prueba de ello la
tenemos en su propio nombre: en la primera estrofa del Völuspá
en la que se la
menciona, se la llama por el nombre de Gullveig, cuya raíz, Gull-,
significa “oro”, por lo que su nombre se traduce de muchas formas
diferentes, todas ellas relacionadas con este metal: “Rama de oro”,
“Bebedora de oro”, y otras muchas interpretaciones; pero hay más,
y es que tras los tres intentos de ejecución a los que sobrevive,
los dioses comienzan a llamarla Heid, que en nórdico antiguo se
escribe Heiðr,
y que se traduciría como “brillante”, “reluciente”, o
utilizado en sustantivo, “honor”, una palabra relacionada por
nuestros ancestros con el prestigio, y también con la riqueza. Como
veis, el nombre de esta diosa es revelador, así como la historia que
la acompaña, de la que destacaré dos puntos, a mi entender muy
importantes.
En primer lugar, por
la dicotomía entre su primer y su segundo nombres, observamos cómo
los pueblos germánicos juzgaban la riqueza: por una parte la
avaricia es mala, porque el acaparador consiente que le sobren los
recursos aun cuando el resto de su clan tiene menos, lo que puede
significar sufrir carencias por los miembros más desafortunados; por
otro lado, la prosperidad económica es un poderoso símbolo de
estatus social, algo necesario y deseable, pues cuando la reputación
de un miembro de la comunidad crece, lo hace también el prestigio de
la misma en su conjunto.
Por otro lado,
tenemos el hecho de que, tras demostrarse sobradamente su capacidades
mágicas, tan potentes que hasta le otorgan ciertos matices de una
“inmortalidad” sui
generis, los dioses la
destierran fuera de Asgard, tal vez en las cercanías de Niflheim
(aunque no en su interior, pues no está muerta), cerca de la
arboleda de Mímir. Esto también es un reflejo de la actitud de
nuestros antepasados con respecto a los usuarios de magia: a pesar de
que eran respetados, y de que sus poderes eran solicitados de manera
natural, no es menos cierto que, en la mayoría de ocasiones, estas
personas vivían lejos de los núcleos de población, por lo general
en páramos o en mitad del bosque. ¿Temor ante su poder? ¿Desprecio
ante su supuesta avaricia? ¿O simplemente tradición?
La völva, en un sello de las Islas Feroe
Llegados a este
punto, os voy a comentar por dónde iban mis pensamientos: no podía
parar de darle vueltas a esa extraña frase al final de la estrofa 22
del Völuspá:
“era siempre el
deleite de las mujeres viles”.
¿Trataba Snorri Sturlusson de hacer un guiño a la Iglesia, acabando
la descripción de una hechicera con una frase despectiva? ¿O acaso
era una mala traducción? Busqué varias fuentes, diferentes
traducciones, y todas acababan de un modo similar. Así que opté por
ir directamente a la fuente, el texto original en Dönsk Túnga. La
estrofa 22 dice así:
Héiði
hana hétu hvars til húsa kom,
völu velspáa,
vitti hon ganda;
seið
hon, hvars hon kunni, seið
hon hug leikinn,
æ
var hon angan illrar brúðar.
Para hablar de la
última frase no necesitaba copiar toda la estrofa, lo sé, pero al
leerla, descubrí más cosas, que explicaré seguidamente, pero
antes, la pregunta: ¿illrar
brúðar
significa literalmente “mujeres viles”? Pues no. Ni por asomo,
según mi opinión. Brúðar
se traduciría, según mis escasos conocimientos, como “novias”;
illrar,
por contra, sí se podría traducir como “viles”, aunque tal vez
sería más correcto tomar la acepción “malignas” o
“perjudiciales”. Es decir, que si aplicamos una visión odinista
a la traducción, se podría hablar de unas mujeres con una serie de
compromisos adquiridos similares al matrimonio (es decir, que han
superado un rito de paso), y que tienen capacidad para hacer
maldades, es decir, que son poderosas. Así visto, mi traducción
puede ser más compleja, pero decir simplemente “mujeres viles”
me resultaba hasta ofensivo.
Pero
si observamos el texto en su conjunto, vemos que la traducción que
he usado es igual de infame en toda su extensión, y el texto
original oculta interesante información para el lector odinista. Esa
extraña reiteración al final de la estrofa 22:
(…) la sabia adivina, hacía conjuros,
hacía magia
siempre, hacía magia en trance,...
Donde dice “la
sabia adivina” en realidad dice que es una völva que realiza Spå,
es decir, que si tomamos el término völva
como una
generalización de “adivina”, podemos ver que en realidad
Gullveig es una Spåkóna;
lo de “hacía conjuros” es también inexacto: yo propondría
“hacía Galðr”,
me parece más cercano al texto original; por último, se menciona
dos veces el uso del Sejðr
por parte de esta desconocida diosa. Cómo cambian los matices cuando
se acude a la fuente, ¿verdad?
Pues bien, ya que
hablamos de interpretaciones, algunos expertos tratan de ver
distintas facetas para una misma diosa debido a las similitudes entre
Gullveig y Freya: ambas son maestras de Sejðr,
Vanir, y tienen debilidad por el oro (no olvidemos que Freya es la
dueña del collar Brísingamen,
y su gusto por el oro es más que notable). ¿Hablamos de dos diosas
diferentes? ¿O tal vez una diosa con dos facetas, una luminosa y
hermosa y otra oscura y terrible? Es algo en lo que sigo meditando, y
me encantaría saber lo que pensáis vosotr@s.
Pues con estos pocos
datos espero haber arrojado algo de luz sobre esta interesante,
desconocida y misteriosa diosa. Y si además he logrado enseñaros
algo, pues mejor que mejor.
Gullveig, por Andrew Valkauskas
Y antes de acabar,
os dejo un último pensamiento: el Völuspá,
de donde he sacado el texto principal, se supone que es el relato que
una augur realiza a petición de Odín, usando un tono grandilocuente
y, en ciertos pasajes, decididamente hostil, sobre el origen y el
destino de los Nueve Mundos. Esta profetisa no es una Norna, y
tampoco es Freya. Conoce el origen del Universo y su final, como si
siempre hubiese estado ahí, es decir, con un cierto matiz de...
inmortalidad.
¿Quién podrá ser esta mujer? Hala, a leer y a pensar...
¡Hasta el próximo
artículo!
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