Este año, fui invitado a oficiar
la ceremonia de Ostara por un clan de Cádiz (precisamente formado en torno a la
pareja a quienes casé hará cosa de dos primaveras). Fue un fin de semana
inolvidable, y no sólo por la ceremonia, que fue hermosa, ni por el reencuentro
con viejos conocidos, que cargó el evento de emotividad, sino por la intensa
jornada de convivencia, que me permitió conversar con un nutrido grupo de
Odinistas y de personas interesadas en nuestra fe, entre quienes encontré un
joven que me comentó su caso: se sentía muy interesado en la figura de Loki,
pero algunos Odinistas veteranos le habían prevenido sobre ello, recomendándole
que fuese con cuidado al tratar sobre el tema, y el muchacho se hallaba
perdido.
Entonces me di cuenta de la
desinformación que existe en los círculos Ásatrú/Vanatrú sobre la figura
del Embaucador, y también tuve la certeza de la responsabilidad que de ello
tenemos quienes precisamente pretendemos divulgar nuestra Fe, que en ocasiones
pasamos de puntillas sobre algunos temas, bien sea por descuido, o por
manifiesta incomodidad. Y naturalmente he sido el primero en evitar este
asunto; es más: tenía preparado este artículo desde hacía algún tiempo, pero
siempre encontraba una excusa para posponer su publicación. Se han acabado las
evasivas. Es el momento de hablar sobre Loki.
Loki con una red (invento suyo), en un manuscrito medieval islandés
Aunque el título del presente ya
deja clara mi postura, es necesario desarrollar tan categórica aseveración. Y
al contrario que otros, que pretenden deslumbrar por la vastedad de sus
conocimientos sobre mitología, mi idea es realizar un ejercicio de síntesis,
dejar claros los principales motivos de mi animadversión por el Astuto desde el
punto de vista de la Fe, intentando resolver dos cuestiones: 1º) ¿qué es Loki
para el Odinismo?, y 2º) ¿por qué yo no le rindo culto? En uno de los primeros
artículos que escribí en mi blog, ya traté el asunto del culto específico a
Loki y su parentela en la actualidad, por lo que no hablaré en esta ocasión
sobre ello (para los que quieran ponerse en antecedentes os dejo un enlace al
artículo en cuestión en este enlace), y me centraré en la relación del
Odinismo convencional con este ser. Pues bien, entremos en materia.
Si pensamos un instante en nuestro
panteón, no tardaremos en ver que Loki no encaja: ni es un valeroso guerrero,
ni una encarnación de sabiduría o de fertilidad. Es más, tampoco representa
ninguno de los valores de la sociedad tradicional Germánica, como el honor, el
coraje o la laboriosidad. Así pues, ni encaja con los Æsir ni con los Vanir, y
a pesar de ello, está presente en toda nuestra mitología. ¿Qué hacer con él?
?¿Qué papel desempeña en el moderno Odinismo? Loki impide una comprensión
sencilla de su esencia porque, al igual que otros seres divinos, se compone de
muchas facetas, pero en su caso algunas de dichas facetas de contraponen
claramente, y así, tenemos dos factores que se unen: ni Loki lo pone fácil a la
hora de conocerlo, ni el Odinista medio tiene interés en hacerlo. A nivel intelectual
es, pues, un problema, pero es aún peor a nivel espiritual porque la mayoría de
Odinistas entendemos que su comportamiento es censurable. ¿Podrías honrar a una
deidad que lleva a cabo actos que te resultan repugnantes?
Para muchos, su peor crimen fue el
asesinato de Balder. Sin embargo, hay que reseñar que la descripción más
extendida sobre Balder, la que le debemos a Snorri Sturlusson, está a todas
luces muy cristianizada y se aleja del concepto de dios guerrero que era para
los Germanos continentales. Diré aún más: si Balder hubiese sido realmente esa
especie de hippie pacifista, la acción de Loki habría tenido una
justificación: evitar el debilitamiento de Asgarð.
Pero en su expediente constan
otras atrocidades. Por ejemplo, es el padre de Jörmunganðr, la Sierpe de
Midgarð, y del terrible lobo monstruoso Fenrir y Hel, la Diosa Cadáver; eso sin
contar que también es la “madre” de Sleipnir, el corcel de ocho patas de Odín.
Pero aquí surge una cuestión: los hijos que tuvo con su otra esposa, Sygin, son
geniales, así que ¿por qué son monstruosos los que tuvo con la giganta
Angrbóða? Recordemos que existen otros gigantes a quienes rendimos culto sin
mayor problema, como por ejemplo Skáði, esposa de Njorð, Señor de los Vanir.
Entonces,¿se deberá al hecho de que él mismo es un gigante, y por tanto, de su
unión con otro de su especie sólo puede salir Caos?
Así ven al Embaucador sus seguidores...
Loki también tiene fama de ladrón,
provocando con sus hurtos la ira de los dioses, quienes no se conforman con
castigarle, sino que, conscientes de su astucia, le exigen que resuelva el
problema, cosa que suele lograr, pero que no hace por lealtad, sino para evitar
un castigo mayor. Ahora bien, en ocasiones, cuando devuelve lo robado, lo hace
mejorando el objeto, como hizo con la cabellera de Sif, o como cuando entregó a
los dioses el Martillo de Þórr o la lanza Gungnir. Y en ello se basan quienes
lo honran: según ellos, Loki te roba, sí, pero después devuelve lo robado con
intereses. Yo lo pongo en duda: no niego lo que nuestra mitología nos transmite,
pero no seré yo quien acuda al Caos en busca de premios o beneficios, porque es
imposible saber si el resultado será el esperado (y sería una muestra de
soberbia creer lo contrario). Quienes lo siguen, entienden que la Senda de Loki
es transformar la vida propia en una suerte de “rebelión divina”, intentando
conectar la figura del Embaucador y el concepto de libertad, y tal vez por eso
les parece tan horrible el castigo al que los dioses han sometido a Loki.
Pero los elementos negativos no se
ciñen sólo al plano espiritual. Si acudimos al registro histórico /
arqueológico, sólo hallamos silencio, más allá de lo expuesto sobre él en las
Eddas. ¿Qué sabemos de él? Que es un Ettin (“gigante”) que se hermanó
por juramento de sangre con Odín (“honrando” después ese juramento al matar al
hijo de su hermano). Aparte de sus fechorías y parte de su familia, no
conocemos casi nada de él. No existen pruebas históricas de un culto organizado
a Loki, ni topónimos que hagan referencia a su nombre. Nada. Snorri dice de él que
es hermoso, pequeño y delgado, con una rebelde cabellera pelirroja. ¿Pequeño?
¿Delgado? ¿Pero no es un gigante? Es más, nos consta que es incapaz de
defenderse físicamente, circunstancia que Þórr aprovecha siempre que puede
atormentándolo y castigando su cuerpo. Y sin embargo, será capaz de matar a
Heimdall en el Ragnarök. No es que inspire confianza, ¿verdad?
Y aparte de devolver (a veces) lo
que él mismo roba, ¿qué otras tareas tiene, o dicho de otro modo, cuál es su
campo? Su interpretación como dios del fuego data del siglo XIX, y deriva de la
falsa etimología de la palabra lógi (“llamas”); pero el fuego es algo
positivo para la Humanidad, la familia de los dioses. Si seguimos ese símil,
Loki no sería el fuego, sino quien lo provoca, el relámpago o la chispa que cae
sobre la hojarasca e inicia el fuego en el bosque. Aunque ese concepto no está
tan equivocado como puede parecer al principio: de hecho es pelirrojo (su
cabello crespo se asemejaría a una hoguera), y sin duda es familia del gigante
de fuego Surtr. Además, su comportamiento también es similar al del fuego
natural: si hace pequeñas hogueras, está controlado, pero si no hace acto de
presencia durante mucho tiempo, puede provocar una devastación absoluta.
También, remitiéndonos a nuestra mitología, tenemos constancia de que, en
ocasiones, ha ayudado a resolver conflictos que no eran obra suya, aunque
siempre instigado por los dioses, que saben de su ingenio y lo aprovechan. Y en
algún que otro caso, ha resultado útil para los dioses de modo involuntario.
Por ello, algunos estudiosos opinan que es el personaje ideal a quien rezar en
situaciones peliagudas. Como he dicho antes, no seré yo quien lo haga. ¿Llamar
su atención y mostrarle puntos débiles? No, queridos lectores, no contéis
conmigo para eso.
...aunque esta ilustración se acerca más a la realidad
(ilustración por Ladynorthstar- fuente: Deviantart)
Asimismo siempre se muestra
encantador y simpático... hasta la llegada del Ragnarök: entonces podemos ver
su poder en plenitud, cuando, a la cabeza de su clan (los gigantes) y de sus
ejércitos de muertos sin descanso, sellarán el destino de los dioses. Sí, pero
tampoco vencerán: simplemente cumplirán con su propio destino y perecerán, para
que una nueva era de luz y armonía surja de toda esa destrucción. Con ello en
mente, muchos Odinistas (entre quienes me incluyo) lo consideran el responsable
de los desastres naturales. Terremotos, incendios, tsunamis, todos estos
fenómenos se los debemos a él, quien se retuerce en su cautiverio, intentando
desembarazarse de sus grilletes, resentido y furioso con los dioses y su
parentela en este mundo. ¿Rendirle culto a un ser así? No, gracias.
Y he aquí el por qué yo no rindo
culto a Loki. Repito: YO. Quien desee hacerlo, es libre de intentarlo. Ahora
bien, si es tu caso, te ruego que me permitas darte algún consejo (más allá del
consabido “no lo hagas”), a modo de colofón: cuando se trata con Loki, no hay
seguridades. No hay certezas, ni normas. Es la antítesis de las reglas sociales
(por eso en el Ragnarök se enfrentará a Heimdall, el Guardián de Asgarð, en
lugar de enfrentarse a Þórr o al propio Odín), por lo que no hay, por mucho que
puedas leer en la red, un ceremonial mecanizado o una estructura coherente en
la que basarse. Al trabajar con él, lo que hay que tener presente por encima de
todo es que, aunque no es malvado (en el sentido cristiano del término,
no es una especie de “Satanás vikingo”), tiene un lado tenebroso y maligno, un
horrible sentido del humor y una esencia caótica y entrópica. Y JAMÁS lo
honréis de noche, pues sólo atraeréis la desgracia a vuestras personas. Sus
adeptos dicen que no honrarlo puede enfurecerlo. ¡Pues adelante! Prefiero
afrontar su ira que recibir sus atenciones.
¡Nos vemos en el próximo post!
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