A poco que hayáis ojeado este
blog, ya sabréis que no soy muy dado a los artículos de opinión. Pero en esta
ocasión, me he percatado de que tengo algunas ideas rondando mi mente, y es mi
deseo compartirlas con vosotr@s, porque pienso
que pudiera ser un ejercicio práctico de aplicación de conceptos Odinistas a
nuestro día a día.
Como en realidad no sé por dónde
empezar, voy a repetir aquí una cita que leí hace un tiempo, y de la que no
conozco ni su autoría ni su contexto (y, de hecho, ni siquiera recuerdo dónde
la leí...), pero que me parece muy hermosa y didáctica. Decía algo como lo
siguiente: cualquier estado está condenado a fallar en el momento en que
separe a los gobernantes de los guerreros, porque estará gobernado por cobardes
y defendido por bestias. Quizás no fuese exactamente así, pero es como la
recuerdo.
¿Por qué empiezo con esta cita?
Bueno, nadie es ajeno a los devenires de las distintas asociaciones Odinistas
que, a nivel internacional, buscan la consolidación de nuestras creencias desde
sus propios estándares y circunstancias particulares, así como la eliminación
del oscurantismo de nuestra Fe. Naturalmente, el hecho de no ser una religión
sometida a dogmas de fe supone para el Odinismo una dificultad añadida en lo
que respecta a su imagen ante una sociedad mayoritariamente cristiana/atea. Hoy
por hoy, la red global es el vehículo de comunicación más utilizado, y en ella
se producen verdaderos combates dialécticos entre Odinistas de distintos grupos
que, en ocasiones, son muy interesantes, pero en la mayoría de los casos no
hacen sino confundir al neófito y cansar al veterano.
...Siempre a tortas entre nosotros,...
(Ilustración: "The battle of Maldon", de Rory W. Stapleton)
Por ejemplo, según mi percepción
de la situación actual, he observado una división que está más allá de siglas o
de países: por un lado, existe una corriente, fuerte e impetuosa, de jóvenes
Odinistas que buscan revivir el concepto de las hermandades guerreras (las
conocidas männerbünde Germánicas), que tienden a ver en la figura del
sacerdote una especie de cobarde moralista y decrépito, y de la que quieren
desentenderse, escudándose en la concepción sesgada de que nuestros dioses son
dioses guerreros y que en varias de nuestras tribus no existía ninguna clase de
sacerdocio. Por otro lado, en contraposición a éstos, tenemos a una veterana
rama de estudiosos Odinistas, quienes sentaron las bases del moderno Odinismo,
los cuales, una vez perdida la fogosidad de la juventud, buscan seguir
aportando sus conocimientos y sabiduría a nuestra comunidad, y tienden a ver en
los jóvenes guerreros una amenaza a nuestro concepto de la fe, viéndolos como
una suerte de “falsos creyentes”, más interesados en beber y pelear que en
cumplir con la Tradición y con las ceremonias estacionales. ¿Acaso no se dan
cuenta, unos y otros, que no existe tal división (salvo en sus cabezas,
obviamente)? ¿Acaso no ven que los sabios deben esforzarse en mantener las
tradiciones y avivar la faceta marcial de nuestra Fe, del mismo modo que los
ardorosos jóvenes necesitan un sacerdote preparado que sea capaz de oficiar las
ceremonias de un modo adecuado y que no ofenda a los dioses?
Si nos centramos en la concepción
de nuestra Fe, volvemos a observar esa animadversión, principalmente entre las
dos corrientes mayoritarias: el Universalismo y la postura Folkish. Los
ataques entre ambos grupos no cesan, y se me antojan cada vez más virulentos.
Eso me preocupa. Personalmente, todos mis lectores saben que profeso una
profunda convicción Folkish. En el pasado Alþing de Invierno del COE, se
debatió con intensidad al respecto de lo sucedido en otra gran organización
Odinista como es la AFA, al retirarse su Alherjargóði, el señor Stephen
McNallen, y al desaparecer súbitamente su delegación española, debido al
parecer por diferencias con las posturas de su nuevo líder. Hasta entonces, el
sentir mayoritario dentro de COE era la corriente Folkish y, aunque no
se excluía a nadie, esto es un hecho, pero comenzó a cundir la preocupación de
la mala fama que tomaba esta corriente a nivel nacional, y se buscó una manera
de mitigar esa posible mala imagen, por lo que se consensuó definir a nuestra
organización como “Tribalista”, una suerte de tercera vía. Y ahora hay quien
nos acusa de ser “racialistas”. ¿Y eso debería ser ofensivo? ¿Acaso es lo mismo
el término “racialismo” que el término “racismo”? Por supuesto que no, el
racialista no cree en ningún género de “supremacismo”. Pero ya se sabe: todo lo
que derive de la raíz “raza” es políticamente incorrecto, y como dice el
refrán, difama, que algo queda. Por eso yo no soy partidario de ese tipo
de terminología: hay que tratar de desvincularse de conceptos que lleven a
equívoco. Soy más afín al término “sentimiento identitario”, ya que de eso se
trata: luchar contra el mundo globalizado buscando las raíces de nuestro
Pueblo, de nuestras tribus.
Y es este tipo de conflicto el que
da pábulo a otro frente de batalla, y en éste caso voy a mirarme el ombligo un
momento, y a hablar de mi país. En el Odinismo patrio (de forma muy similar a
lo que acontece en la sociedad europea en su conjunto) sufrimos una enorme
tara, y es la carencia del sentimiento de pertenencia a un colectivo. Los
Odinistas españoles (en este caso me voy a meter yo también en el saco) tienden
a valorar a otros Odinistas en función de la asociación a la que pertenecen (si
acaso pertenecen a alguna), dando preponderancia a prejuicios, originados la
mayor parte de las veces por malas relaciones personales, por hechos negativos
puntuales, o por simple rumorología. Y en esto TODOS tenemos una parte de
responsabilidad. Y, como si de un partido político se tratase, practicamos una
especie de “disciplina de partido” que nos nubla la objetividad.
Ahora que tenemos los ingredientes
del cóctel, agitemos todo lo anteriormente mencionado, y así daremos lugar a la
situación actual, una situación que, personalmente, me abochorna, pero que es
tan real como vergonzosa: “hay que ver, que me he enterado que en Nosedónde
hay un clan y no tienen sacerdotes... Seguro que no son Odinistas”; “¿Que
si conozco a Fulanito? Ni le dirijas la palabra, es Folkish, es un nazi”; “¡Anda,
eres Odinista como yo! Pero ¿cómo dices? ¿Perteneces a ESA asociación? Pues
vete a la mierda”; “Me va a decir a mí el viejo ése cómo tengo que hacer
las ceremonias, ¡lo que me faltaba! Como saque el hacha, se le va a acabar el
sermoneo”. Divertidas frases, ¿verdad? Pues son el pan de cada día para
muchos Odinistas. Estoy convencido de que algunas os habrán sonado, y de que
podríais añadir a la lista unas cuantas más.
Pues le pese a quien le pese, eso
no es Odinismo. Ni me gusta ni me representa, pero sí que me importa porque
afecta a mi comunidad. Y aunque me duela el reconocerlo, es debido precisamente
a que FALTA COMUNIDAD.
Y yo, con sinceridad, creo que
todo esto se debe a tal circunstancia. Hay que HACER COMUNIDAD, no me cansaré
de repetirlo. Hay que empoderar el papel de los clanes/kindreds como núcleo
básico y fundamental de nuestra fe; hay
que recordar que, para el Odinismo, la libertad individual es una máxima
irrenunciable; a fin de cuentas, hay que entender que somos muy pocos, que tod@s vamos en un mismo barco y que, a pesar de
ello, cada día estamos más desunidos porque damos preponderancia a lo que nos
separa, ignorando deliberadamente lo que nos une. ¿Por qué tanta rabia?
Pareciera que, para ser Odinista, hay que cumplir la condición de odiar a
alguien, sea una persona, una asociación o un colectivo, enarbolando el lema Si
no estás conmigo, estás contra mí.
No sé cómo hemos llegado a esto.
De hecho, hay quien ha llegado a nuestra comunidad recientemente, y se ha
encontrado con todo este tinglado ya montado y asentado. Y no podemos
consentirlo. Debemos ser capaces de tender puentes, de estrechar manos y de
crear lazos de unión. Respetemos nuestra libertad individual, dejemos que cada
clan se autogestione, y desde esas premisas agrupémonos en organizaciones que
nos den estabilidad y fuerza, y que dichos organismos se obliguen a trabajar
unidos por el bien común, abandonando egos y rencillas personales. Es el tiempo
que nos ha tocado vivir, pero me niego a ceder al victimismo y el desánimo.
SOMOS COMUNIDAD, hay que interiorizar esa idea como un mantra. Basta ya de
enfrentamientos cainitas. El enemigo está frente a nosotros, y no entre los
nuestros. Basta ya.
Tenemos al adversario delante, no detrás
(Imagen: fotograma de la serie de TV "Vikings")
Bueno, esto era lo que hoy quería
compartir con vosotr@s. Tal vez el texto
sea un tanto confuso, tal vez no sea mi escrito más brillante, pero era algo
que llevaba dentro y debía exteriorizar, por muy políticamente incorrecto que
sea. Y recordad que se trata de una mera opinión personal: sólo hablo en mi
nombre, aunque sé que muchas personas estarán de acuerdo conmigo.
¡Hasta el próximo post!